Para ABC, se trata de una respuesta a la colaboración de Aznar y González con la oposición democrática
Las relaciones con el Gobierno socialista de Venezuela se están agriando cada vez más. Este 27 de abril de 2015, ABC publica en su portada la siguiente exclusiva: el embajador venezolano en España pide a la ministra de Asuntos Exteriores que «se le brinde apoyo» al enviado de Sortu, Asier Altuna, durante su estancia en Caracas, a donde acude a obtener apoyos internacionales para una campaña a favor de la liberación de Arnaldo Otegui.
En un editorial titulado ‘Diplomacia chavista al servicio de ETA’, ABC recuerda que Otegui está cumpliendo seis años de prisión por formar parte de una banda terrorista y que varios etarras, como Iñaki de Juana, se han refugiado en Venezuela. El periódico de Vocento atribuye este último movimiento del régimen chavista al daño que le han hecho las adhesiones de José María Aznar y Felipe González a la oposición democrática.
La propuesta del periódico que dirige Bieito Rubido es la expulsión del embajador por el Gobierno español, que presenta con el siguiente eufemismo: «El apoyo explícito del embajador venezolano (…) incompatible con su función representativa».
El Gobierno venezolano, a través de su embajador en España, Mario Isea Bohórquez, se ha convertido en activista internacional por la excarcelación de Arnaldo Otegi y va a apoyar la campaña organizada por el entramado Bildu-Sortu-Amaiur para lograr este objetivo.
Es obvio que el chavismo quiere responder a los movimientos internacionales de José María Aznar, implicado en el apoyo a la disidencia democrática, y de Felipe González, vetado para entrar en Venezuela tras anunciar que asumiría la defensa jurídica de los opositores represaliados. Uno y otro, desde sus posiciones ideológicas, han conseguido centrar la opinión pública internacional en el declive de libertades en el país caribeño.
Desde el momento en que el embajador venezolano en España promueve actividades contra el interés nacional, el Gobierno español debe tomar cartas en el asunto y aplicar las disposiciones del Derecho Internacional sobre relaciones diplomáticas que permiten a un Estado declarar persona «non grata» a un embajador extranjero.
La diplomacia puede aconsejar no responder ante cualquier bravuconada, como las de brocha gorda que protagoniza Maduro. Pero todo tiene un límite, y claramente, para la sociedad española, uno de esos límites es y debe ser ETA y lo que representa. El apoyo explícito del embajador venezolano a una campaña internacional de descrédito de España, con la que se busca la excarcelación de un terrorista como Otegi, es incompatible con su función representativa, aunque cada día sea más difícil saber qué representa un embajador venezolano en el mundo.