Edurne Uriarte dice que la derecha tiene un problema, porque no reconoce que ha ganado las elecciones
El País de este 26 de mayo de 2015 supera a La Razón en aplauso a sus señoritos políticos. Mientras en La Razón hay algunas columnas contra Mariano Rajoy, en El País los escritores están entusiasmados, quizás porque algunos se ven ya en algún despacho oficial.
¡Qué mal pensado soy! Quizás porque me acuerdo de los tiempos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, cuando los redactores, columnistas y colaboradores circulaban entre El País y los Ministerios como por la M-30.
Jorge Martínez Reverte lleva su odio a Esperanza Aguirre a mentir sobre su acceso al poder en la Comunidad de Madrid. No fue mediante » la traición de Tamayo y Sáez», de la que nunca más se supo, sino mediante unas nuevas elecciones.
Esperanza Aguirre aplicó a los demás la medicina que ella va a tomar ahora cuando se produjo su elección gracias a la traición de Tamayo y Sáez. La diferencia es que a ella no le van a hacer trampas, sino que va a ser derrotada con las armas limpias de la democracia. Porque los electores no olvidan que Ciudadanos dijo que Esperanza Aguirre no sería alcaldesa con sus votos. La suerte para los de Rivera es que no necesitarán poner a prueba su decencia en este caso. Porque a Manuela Carmena le basta con sumar los votos del PSOE para superar a su competidora.
Madrid ha quedado libre del síndrome Esperanza, que condenaba a la ciudad a estar dirigida por una alcaldesa que no explica bien sus ingresos y explica muy mal sus oscuras maniobras políticas del pasado.
Madrid va a comenzar una etapa en que su alcaldesa será una mujer culta y de trayectoria limpia. Y además ya ha demostrado que sabe ser independiente de los partidos que la apoyan. Esperemos que Carmona y el PSOE tengan la inteligencia de comprenderlo.
Manuel Jabois también está entusiasmado por la juez septuagenaria.
La contribución de Carmena a la campaña fue el tono, nada exasperante, y la ausencia de una rencorosa venganza de clase que constituye un error estratégico de Podemos, que tiene en el «a por ellos» una excusa incendiaria para hacer oposición, pero inútil electoralmente en el gobierno. Por eso sólo a Aguirre se le ocurre llamar a una jueza, que de haber ido con el PSOE sería tachada de casta, liberadora de etarras antisistema, como si el Tribunal Supremo fuese una casa okupa.
Y Luz Sánchez-Mellado firma la columna ridícula del día: una apología del feminismo y una reivindicación de las cuotas. Como si hubiésemos regresado al zapaterismo.
Dejando aparte la filiación política de vencedores y vencidos, por primera vez en 37 años de procesos electorales en España, los grandes ganadores y perdedores de las municipales y autonómicas son mujeres. Y todas, menos Ada Colau, de nuevo, ya se ha reseñado su independencia de criterio al respecto, rubias en mayor o menor grado de agua oxigenada, según la querencia de nueve de cada diez españolas de teñirse las canas antes incluso de que les salgan.
Aunque aún no alcanzan ni de lejos el 40% que la propia Ley de Igualdad establece, cada vez más mujeres son cabeza de cartel de sus partidos. Sea por la política de cuotas explícita o implícita emprendida por PSOE y PP desde los años noventa, sea por las listas cremallera, o porque al final a toda siembra le llega su cosecha por la vía de los hechos consumados, lo cierto es que la noche del 24-M fue la velada de las mujeres ambiciosas. Tan legítimamente ambiciosas del poder político como el más ambicioso de sus colegas varones.
Si tan maravillosas son las cuotas, a ver cuándo El País tiene una directora, que de cinco directores que ha tenido desde su fundación, todos son varones. ¿Será que las mujeres de la redacción son unas incapaces?
ESPADA: CON ADA COLAU, LA INDEPENDENCIA SE HA «ACHERNEGADO»
Frente al pensamiento mágico en que ha caído la progresía, Ignacio Ruiz Quintano (ABC) pone algunos puntos sobre las íes. Que se prepare, porque sus opiniones sobre Manuela Carmena (¡la Vieja Jueza!) podrían ser dentro de poco delito.
El descubrimiento por el periódico global de que fue ella, ¡oh, Bolívar!, la libertadora de España (las «libertáes», ya saben) ha llevado al sillón de la casta municipal a Manuela Carmena, que dobla la edad que Ciudadanos (o el organicismo riverista) establece como límite para gobernar en España. Sin embargo, dice cosas como «han (sic) habido cosas», que son cosas que la acercan juvenilmente al analfabetismo proverbial de la Generación Mejor Preparada de la Historia.
Ahí está Carmona, el Mortadelo de la casta, pues el que quería ser Tierno era él, que siempre podrá aprovechar sus disfraces (su campaña electoral ha sido como una superproducción de Samuel Bronston en la sastrería Cornejo) para disfrazarse de teta susanera, de rey del pollo frito o de embajador soviético («lieux de mémoire!») con que reconstruir para la juventud del Manuelato aquel tiempo feliz.
Félix de Azúa es el único columnista en El País que no se pone las faldas de animadora de Manuela Carmena y advierte sobre la irrupción de Podemos.
Estuve pendiente hasta el último momento de los resultados que obtenían los tres partidos que me interesaban, Ciudadanos, UPyD y Podemos. Son muy distintos entre sí. Los dos primeros nacieron como reacción contra el nacionalismo etnicista y excluyente que oprime Cataluña y el País Vasco con su intolerancia. Ambos partidos siguen la lucha por las libertades iniciada en la Transición. Podemos es el heredero de la tradición totalitaria y caudillista española que ha trocado el comunismo por la corrección política. De los tres sólo dos podrán influir sobre la ciudadanía.
El desastre de UPyD es una triste pérdida. (…) Los resultados no son el fin del bipartidismo, el nuestro es un país muy conservador, pero sí la aparición de una nueva oposición entre un partido, Ciudadanos, que quiere arrojar al pasado el cainismo español, y otro, Podemos, que va a mantenerlo. Rivera lo dijo con gran propiedad: Ciudadanos exige justicia mientras que Podemos clama venganza
Arcadi Espada aclara a los tertulianos de Madrid que Ada Colau, a la que compara en demagogia con Jesús Gil, es tan independentista como los de Esquerra, sólo que más lista.
Una mujer sin partido, sin programa, con un lenguaje rudimentario y una visión del mundo soez se sentará en el mismo sillón que Rius i Taulet, Carles Pi i Sunyer o Pasqual Maragall. En su momento temimos que la Barcelona socavada por el peor turismo de Europa fuese un Lloret con ínfulas, pero jamás pensamos que cayese en manos de una demagogia cuyo único precedente municipal comparable es el del gilismo.
Algunas personas, incluso algunas buenas personas, quieren ver en la elección de Colau un freno a los planes independentistas. Es un error lamentable. Buena parte del arraigo independentista responde a la misma burbuja gregaria del voluntariado olímpico o de la erección de Colau. Gente que va donde Vicente 3.0. Se escriben tratados y tesis sobre sus presuntas ideas y nada sobre el aciago e incesante movimiento que las lleva de un lado a otro. Pero, más allá que los electores de Colau (y ella misma, que votó SíSí emperatriz en la consulta desleal), compartan con el secesionismo un puñado notable de gregarios, lo cierto es que el secesionismo está perfectamente instalado en el municipio de Barcelona, como Gobierno y como oposición.
El llamado proceso por la independencia no se ha frenado, entre otros detalles menudos, porque serán los votos de ERC y CUP los que harán alcaldesa a Colau, sí sí. Yo lo único que veo, francamente, es que la independencia se ha acharnegado.
Salvador Sostres (El Mundo) destaca que la lista de ColaU ha sido la segunda más votada en los barrios ricos de Barcelona.
Ada Colau no ha ganado porque sea cierto su relato tremebundo sino porque ha sido la segunda fuerza -o casi- en los barrios más ricos de Barcelona. Ada Colau es el último capricho de la burguesía barcelonesa, la última pijada de la ciudad de Manuel Vázquez Montalbán, que encarnó mejor que nadie el cinismo de mi ciudad. Ada Colau es Ana Briongos en Los mares del sur, ese Carvalho en que un rico empresario se enamora de una sindicalista de saldo y barrida. Ada Colau es la fantasía del rico barcelonés que disfruta cenando en grasientos cuchitriles por sentirse más auténtico, sobre todo cuando encima le cobran 90 euros. Ada Colau es el mismo cinismo que Montalbán, que se hacía el comunista viviendo en Vallvidrera; tal como ella lleva toda la vida viviendo del sistema al que tanto critica y se autoproclama «ciudadana de a pie», cuando lleva toda la vida cobrando de ellos.
No es ninguna novedad que los ricos de Barcelona se hayan sentido a gusto con alcaldes socialistas, tan ricos como ellos. Siempre ha sido así. Narcís Serra, Pasqual Maragall, Joan Clos y Jordi Hereu. Luego los socialistas, por culpa de Zapatero, perdieron cualquier prestigio, ya no quedaba chic decir que les votabas, y Trias ganó por la mínima en 2011, pero fue sólo un espejismo. Esta vez volvía a haber algo rompedor que votar, algo para hacerse otra vez los escritores de poesía social, y así ha ganado Ada Colau.
Màrius Carol (La Vanguardia) trata de marcarle alguna línea a Ada Colau: que no toque los negocietes municipales.
En las últimas horas, la futura alcaldesa ha manifestado su voluntad de llegar a acuerdos con ERC, PSC y la CUP, aunque habrá que ver si obtiene algo más que buenas palabras. En cualquier caso, cuando se siente en el sillón de su despacho, tendrá que decidir qué hace con los contratos del Mobile, el Palau de la Música o la fórmula 1, por poner tres ejemplos. Será un momento interesante para conocer sus prioridades y para saber si aspira a ser la alcaldesa de todos.
USSÍA ACUSA A RAJOY DE HABER «TRITURADO» A LA CLASE MEDIA
En esa misma Barcelona, Enric Juliana (La Vanguardia) hace un análisis que no va más allá de los números, las edades y las figuras, y que concluye con su habitual enfoque para catalanistas de Vic.
El PP también se ha desmayado en Baleares y Aragón. Un mapa interesante: por primera vez desde la transición, ninguno de los territorios de la antigua Corona de Aragón será gobernado por el partido de la derecha española.
Alfonso Ussía (La Razón) le da sopa con ondas al periodista catalán al señalar a Rajoy como responsable de la hecatombre del PP.
Esperanza Aguirre no estuvo acertada cuando decidió abandonar la presidencia de la Comunidad de Madrid. Tampoco supo explicarlo. Que si una riña con Rajoy, que si unos desencuentros en las alturas… Los votantes no entienden de esas fruslerías domésticas. Ellos votaron masivamente a Esperanza, y sus votos no fueron respetados por la receptora de sus confianzas. Para colmo, no fue un abandono sincero.
En su campaña electoral ha ido sobrada, como si siguiera siendo la candidata por definición, triunfadora e intocable. Y ha superado en un solo concejal a un personaje desconocido por la mayoría y con una trayectoria siniestra que no han olvidado los que tienen memoria. Ahora, todo su carácter y temperamento mal administrados en este último tramo de su brillante carrera política los tendrá que utilizar desde el escaño de la Oposición que esperaba otro trasero, no el suyo. El suyo lo tenía prácticamente asegurado y no lo ha confirmado por sus errores.
Pero el gran responsable de la abstención y fuga de votos que ha experimentado el Partido Popular en toda España, es Rajoy. Amparado en la economía se ha creído que el pueblo vota con impulsos macroeconómicos. España se ha recuperado de la quiebra, pero ha sido a costa de los españoles, que han sido triturados por un sistema policial y fiscal deleznable, chulesco e injusto que ha masacrado a la clase media de nuestro país.
Jaime González difunde la responsabilidad entre todo el PP: ya no es atractivo.
Que todavía ayer algunos dirigentes del PP se preguntaran cómo es posible que los españoles sigan sin valorar la recuperación económica demuestra que viven en una realidad paralela. Me lo explicaba el otro día un grupo de jóvenes a los que intentaba convencer inútilmente de las bonanzas de la denominada «estabilidad institucional». «Déjese de monsergas; el problema es que la fotografía del PP es en blanco y negro, parece un partido de otra época», respondieron a coro. Jóvenes que no responden al clásico perfil de indignados de izquierdas y que abominan del populismo que encarna Podemos. Y que ven al PP como si fuera un vestigio de otra era, casi con desdén o con ese distanciamiento generacional propio de quienes no encuentran ningún rasgo o elemento seductor en su discurso.
La crisis y la corrupción han podido influir en el resultado electoral del PP, pero, sobre todo, lo que está minando sus expectativas es su nulo poder de fascinación. Ese es su principal problema.
Hermann Tertsch compara en ABC el desplome del PP de Rajoy al hundimiento de la Alemania socialista de Honecker.
Cuando el régimen que se hunde por esta terrible falla de carácter de sus líderes es una dictadura, como fue el caso entonces, todos podemos congratularnos. Cuando es una democracia la que puede sucumbir ante sus enemigos por la ceguera, falta de empatía e indolencia de sus gobernantes, es más que pertinente la máxima alarma.
Jorge Bustos (El Mundo) insiste en que la causa de la rebelión contra el PP, y el PSOE, es la falta de ‘cacho’ para todos.
¿A quién puede emocionarle que el partido de los tres tesoreros imputados le suba los impuestos al tiempo que le estrecha las providencias asistenciales de un Estado hiperplásico al que no tiene más remedio que contribuir, por muy bien que se lo comuniquen? ¡Pero al fin se castiga a los corruptos! No, hombre: se les castiga cuando vienen acompañados de ruina, que mientras ruló el parné no hubo melindres. La gente, en España, votó alternancia porque quiere amor: es decir, gasto público. Y lo va a tener. A ver qué otra cosa significa asaltar el cielo que acceder con manos vírgenes y ávidas a la leche y la miel del Presupuesto.
-En Portugal no tenemos recursos naturales, ni una industria fuerte, ni un tejido productivo consistente. Así que todos vivimos del Estado.
Y todavía habrá gente que recele del iberismo.
Raúl del Pozo, que cuenta que le cuentan que PP y PSOE se extinguirán, coincide con Bustos en que los asaltacielos lo que quieren es asaltar las arcas públicas.
Hablé ayer por la mañana con dos catedráticos que estuvieron con Tierno cerca de la alcaldía. Me dicen: «Esperanza, la mejor, en un segundo ha envejecido cien años. El PP y el PSOE son especies en proceso de extinción. Un día, una hora, unos minutos y, de pronto, vemos lo anterior como una película de cine mudo».
Madrid y Barcelona están en manos de una extraña extrema izquierda, suceso que no ocurrió ni siquiera en la República. Ya está claro que los que iban a asaltar los cielos se conformarán con tomar los ayuntamientos y las comunidades. Lo primero que harán será levantar papeles, facturas, contratos, cajas B. Puede terminar mucha gente en la cárcel. Los justos llegan vestidos de auditores, empezarán las «traiciones, el cambio de cerraduras y las vendettas
«Ya te lo digo -avisa un político cesante-, cada uno va a pactar con quien le dé la gana para mantener su cargo público. Esa es la ley de la nueva democracia».
José Antonio Zarzalejos (ElConfidencial.com) reconoce su asombro y malestar ante la ausencia de dimisiones entre los derrotados.
Han pasado treinta y seis horas desde el 24-M y no ha habido ni una sola dimisión. Xavier Trias ha perdido el Ayuntamiento de Barcelona, pero continúa al frente de sus concejales en la Ciudad Condal. Esperanza Aguirre ha estado muy lejos de lograr un éxito en Madrid, y sigue al frente del PP madrileño y del grupo de concejales de su partido en el Ayuntamiento. Antonio Miguel Carmona ha dejado en chasis al PSOE en la capital de España y no se le ha oído ni una disculpa ni una despedida.
La única que ha anunciado su renuncia ha sido Rosa Díez, pero no lo ha hecho el novísimo Alberto Garzón ni Cayo Lara. Su Izquierda Unida ha sido residual prácticamente en los principales ayuntamientos y autonomías. Y del meritorio Luis García Montero, si te he visto no me acuerdo. Es posible que la cultura de la transición -tan positiva en muchos aspectos- sea la responsable de la profesionalización de los fracasados políticos. Duran una infinitud y vician el ambiente hasta lo irrespirable. Sería una buena práctica la circulación de nombres, el cambio de figuras, los rostros nuevos. Para que el espectro del fracaso no sombree la política y la llene de resentimiento y malas prácticas.
Y Cristina Losada (Libertaddigital.com) se ocupa del PSOE, que tampoco está para dar palmas.
El PSOE ya no intercambiará cromos con partidos que no amenazaban seriamente su hegemonía. Lo hará con quienes pretenden arrebatársela. Y lo hará desde una posición de mayor debilidad que en otros tiempos. La cuestión es para quién será más fatal el beso del populismo: ¿para el PSOE o para los populistas?
Es muy citado un apunte de Gramsci que dice que la crisis consiste en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer, algo que posiblemente sólo tenga sentido en una visión marxista de la historia. Sea como fuere, se cita menos el resto del apunte del italiano, según el cual en ese interregno entre lo viejo y lo nuevo tienen lugar los fenómenos morbosos más variados. En los próximos meses no faltarán ni tales fenómenos ni el morbo. El electorado ha puesto fin al reino de lo absoluto y condenado a los partidos a entenderse. Cosa distinta es que lo entienda -y aplauda- después.
URIARTE SE EMPERRA EN QUE EL PP HA VENCIDO
Pasemos a los análisis del Batallón de la Guardia de La Moncloa.
Curri Valenzuela cuenta en ABC que Pedro Arriola no apareció en la sede del PP la noche del domingo y añade detalles sobre el enfrentamiento entre Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre.
Fue el escaño 65 de la Asamblea de Madrid. El mismo que a las 11.30 hizo saltar de júbilo al equipo de Cristina Cifuentes, instalado en unos despachos de la planta tercera porque los que la regional madrileña les facilitó en la primera no dejaban el mínimo espacio para trabajar. Fue la cara de la cruz de Génova.
La propia Cifuentes corrió al ascensor para darle la noticia a Rajoy y celebró con él lo único bueno de la noche en la sede del PP. Con Esperanza Aguirre, rodeada de caras largas en la primera planta, solo habló por teléfono. Poco después Aguirre se fue. La que aspira a ser presidenta madrileña, la última sorpresa de la intensa noche del 24-M, aún no se lo podía creer.
La columna de Edurne Uriarte (ABC) hace que el café subsahariano se me derrame de la sorpresa. Parece que se la han dictado desde Moncloa.
El PP necesita un coach… y la derecha sociológica, un psicólogo. Ganar unas elecciones con casi todos los medios en contra, con el PSOE, extrema izquierda y nacionalismos aliados en el populismo antirrecortes y con algunos de los tuyos jaleando a Ciudadanos, es, depende de cómo se mire, una proeza. Más si tenemos en cuenta que el partido ganador de las municipales ha vencido después en las generales tras 7 de las 8 municipales celebradas en los últimos veintidós años. Si después de esa victoria, te presentas como el gran derrotado y el discurso te lo hacen un socialismo que ha cosechado el peor resultado de su historia y una extrema izquierda que sería rechazada en muchos países democráticos, es que lo tuyo es un problema de coach más que de comunicación o de analista electoral de cabecera.
En la misma línea, está la columna de Francisco Marhuenda, director de La Razón.
Rajoy es un buen candidato a pesar de los «listos» que pretenden su jubilación para que gane la izquierda. Nada les resultaría más útil que su renuncia. El resultado es una oportunidad para sanear el PP, ofrecer un mensaje de renovación e ilusión para recuperar a los millones de votantes que se han quedado en su casa o han optado por Ciudadanos. No hay nada perdido, porque hay mucho partido por jugar. Hay que acabar con las excentricidades de los dirigentes que quieren ser «barones rojos» para que la izquierda les diga que tienen buen rollo y no parecen del PP. En 2011 ganó desde la fuerza de un gran partido que no tiene que tener ningún complejo por ser de centro derecha, y si hay alguien de su entorno, más o menos directo, que no se siente cómodo, lo mejor que puede hacer es enviarlo a su casa.
Fernando Ónega (La Vanguardia) aporta la lágrima socialdemócrata.
Lo más bochornoso: Europa, que siempre fue tierra de acogida, ahora busca disculpas absurdas para no acoger a refugiados. No sé de dónde, de qué, ni de quién ha nacido ese egoísmo, pero el mundo de hoy está perdiendo humanidad.