ABC anima al PP subrayando que muchos votantes suyos ya están arrepentidos de haberse ido a Ciudadanos
Esperanza Aguirre le ha fastidiado a Mariano Rajoy las novedades que seguramente anunciará éste en el Gobierno y el partido con su convocatoria de un congreso extraordinario del PP de Madrid, que todavía preside. Además, la hoy concejal del Ayuntamiento de Madrid, donde empezó su carrera política en 1983, ha dicho que ella no se presentará a la reelección.
El Mundo, el ABC y El Mundo reconocen que de esta manera Aguirre marca un camino a Rajoy y, con matices, lo apoyan. Sin embargo, El País, diario gubernamental y antiliberal, ataca a Aguirre en su editorial y le acusa de haber amagado con «confusas maniobras» impedir la investidura de Manuela Carmena.
El Mundo dirigido por David Jiménez sostiene que «Rajoy debería facilitar la convocatoria de un congreso, como defiende Aguirre, de refundación y bajo el lema un militante, un voto».
Y ABC anima a Rajoy a tomarse en serio la renovación y la campaña para las generales del otoño con la afirmación de que el comportamiento de la ultra-izquierda en Madrid «está haciendo recapacitar a muchos de quienes prefirieron la abstención o el voto de castigo antes que votar al PP».
EL PAÍS
Rajoy, que intentaba anunciar las novedades sin debates previos, no ha podido evitar la interposición de Aguirre en la agenda.
Aguirre tiene buenas razones para asumir responsabilidades, y no solo por el fracaso cosechado en sus objetivos electorales, sino por el elevado número de colaboradores suyos imputados en casos de corrupción. Las confusas maniobras con las que amagó in extremis para evitar la elección de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid tampoco le acreditan como una estratega a la altura de las circunstancias. Y el hecho de que Cristina Cifuentes se encuentre en posición de sacar adelante la presidencia de la Comunidad madrileña incrementa el peso político de esta, frente a una candidata fallida.
No obstante, un cambio de caras probablemente será insuficiente para rectificar el rumbo de la nave popular a pocos meses de las elecciones catalanas y de las generales, en las que Rajoy se juega la conservación del poder.
Rajoy trata ahora de poner a sus tropas en orden de batalla. Falta saber si estas tendrán claro en nombre de qué deben combatir.
EL MUNDO
Lastrada por la pérdida de la Alcaldía de Madrid y los enfrentamientos con la cúpula de su partido, Aguirre ha desafiado a Rajoy pidiéndole que autorice la convocatoria de un congreso extraordinario del PP madrileño, al que ella ha confirmado que no se presentará. La dirección nacional ya ha respondido que no convocará ningún congreso antes de las generales, pero el adiós de Aguirre se suma al de Sanz en La Rioja y de otros barones regionales, como Rudi, Fabra y Bauzá. Rajoy no debería desaprovechar la oportunidad que le brindan estos movimientos para encarar la regeneración que demanda la organización política con más votos y militantes de España.
De lo que no cabe duda es que (Aguirre) es una de las dirigentes más sólidas del PP. Representa, además, un pilar del sustrato ideológico liberal y conservador con el que los populares han ahormado su discurso de las últimas décadas. Con este bagaje, Rajoy debería facilitar la convocatoria de un congreso, como defiende Aguirre, de «refundación» y bajo el lema «un militante, un voto», en línea con el paquete de iniciativas planteado por Nuevas Generaciones.
A la espera de las decisiones que comunique en el comité ejecutivo de mañana, y la probable crisis de Gobierno, hay que insistir que Rajoy no puede dilatar por más tiempo la renovación del PP, tras perder 2,5 millones de votos en las autonómicas y en vísperas de las generales. En cambio, la efervescencia que bulle en el partido, más que un lastre, debe ser entendida por Rajoy como una ocasión para renovar el liderazgo y la estrategia de una formación que necesita amoldarse a los cambios sociales. Ahora sólo falta que el presidente tenga el valor de pilotar este proceso.
ABC
Las retiradas parciales de Esperanza Aguirre y Pedro Sanz van a enmarcar la jornada en la que Mariano Rajoy hará públicos los cambios en la cúpula del Partido Popular y en su Gobierno.
A estas alturas, sería impensable que Rajoy no fuera consciente de que el tiempo del tacticismo ha pasado y de que ha llegado la hora de actuar con audacia y con convicción. Cinco meses, más o menos, son mucho tiempo en política cuando se trata del tramo final de la legislatura, siempre, claro está, que se sepan aprovechar.
El momento político es propicio para que Rajoy dé un impulso al PP y al Gobierno. Lo es por las propias dimensiones de los resultados del 24-M, que han arrebatado al PP buena parte de su poder territorial. Y lo es también porque la revelación del verdadero rostro de la extrema izquierda que ha accedido a ayuntamientos importantes -dibujado en los infames mensajes del aún concejal Zapata- está haciendo recapacitar a muchos de quienes prefirieron la abstención o el voto de castigo antes que votar al PP. Es la gran oportunidad que Rajoy no debe desperdiciar.