Para Tertsch el grito de "Todos somos Alfon" significa "Todos somos delincuentes multirreincidentes"
Después de leer las crónicas y las columnas sobre el discurso de Pedro Sánchez como candidato de su partido a la presidencia del Gobierno (¿no había primarias en el PSOE o lo he soñado?), me imagino al secretario general socialista cantando esta canción de los Nikkis: ‘Seremos de nuevo un imperio’.
A Antonio Casado (ElConfidencial.com) la función en el Circo Price le ha entusiasmado tanto que escribe la frase más divertida del día: que el PSOE puede devorar a Podemos.
(Sánchez) ya fue nominado por aclamación del Comité Federal como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno. Y los propios ataques de Rajoy le confieren máxima visibilidad al distinguirle como principal adversario en la lucha por la Moncloa.
En cuanto al apoyo directo o indirecto del PSOE a plataformas o partidos nacidos del malestar social, claro que encierra una apuesta de cambio respecto a muchos años de formidable poder territorial del PP. Y claro que encierra un cálculo de Sánchez no exento de riesgo: que el PSOE acabe colonizado por Podemos. También puede ser al revés: que el PSOE colonice a Podemos, como ya he escrito con anterioridad. Ese es el objetivo: liderar desde la izquierda los cambios que reclama la sociedad española.
EL ACTO ‘A LA AMERICANA’ DE PEDRO SÁNCHEZ
¡Qué optimismo desaforado! Pero es que ni la impresionable Lucía Méndez (El Mundo) se ha dejado seducir por los aplausos y los juegos de luces y sonido.
La organización buscó un escenario grande y simbólico, pero no consiguió llenarlo, ya que en las últimas filas hubo huecos vacíos. (…) No hubo ayer en el Price promesas concretas, ni propuestas electorales. No se paró Sánchez en el detalle del qué va a hacer. Prefirió escenificar cómo lo quiere hacer: defendiendo lo que nos une como país, «como trabajadores y como ciudadanos», defendiendo el «patriotismo» como «un valor exigente», porque «ser patriota es querer que la historia de tu país discurra por la senda de la prosperidad y de la libertad de sus ciudadanos».
Los socialistas no salían de su asombro. Como aseguró a este diario más de un veterano dirigente, el riesgo ahora es que «las formas oscurezcan el fondo», como pudo ocurrir en septiembre y octubre de 2014, cuando Pedro Sánchez recorrió todas las televisiones y los programas de entretenimiento en una carrera para darse a conocer.
Sus dos prioridades cuando llegue a La Moncloa, enunció, serán «erradicar el paro y la corrupción», pero no explicó cómo quiere hacerlo, ni recordó sus medidas ya tantas veces anunciadas, como la derogación de la reforma laboral del PP o la aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores.
Toni Bolaño (La Razón) transmite el mantra de las cocinas del PSOE.
Los resultados de las elecciones municipales no fueron todo lo buenos que deseaban en la calle Ferraz pero han sido leídos por los estrategas socialistas como el primer paso a La Moncloa. Se perdieron más de 700.000 votos con respecto a los comicios locales de 2011, pero se recuperaron dos millones de votos con respecto a las elecciones europeas.
Márius Carol (La Vanguardia) subraya que el acto de ayer fue un calco de cualquier acto de un candidato estadounidense.
Traje oscuro, camisa blanca y corbata roja. Pedro Sánchez se vistió para el día de su proclamación como candidato socialista a la presidencia del Gobierno sin concesiones populistas. Era un calco de cómo lo hizo Obama el día de su toma de posesión. En tiempos en que la camiseta triunfa en los mítines y en que las corbatas casi han desaparecido de los actos públicos, Sánchez quiso solemnizar el momento con su vestuario. Igualmente sorprendió a los reunidos en el teatro circo Price la enorme bandera española que se proyectó a modo de decorado. El lema «El cambio que une», con fondo rojo y las siglas del PSOE, sustituía puntualmente a la enseña para volver pronto a ella. La escenografía no podía ser más presidencialista… y más estadounidense.
Joaquín Prieto (El País) titula su análisis ‘Presidencialismo a la americana’. En él escribe una frase idiota, «Gobierno estatal», impuesta por los nacionalistas. A ver si te enteras, Joaquí, que ya eres mayor, que Estado es toda la Administración. Incluso el de Mas es Gobierno estatal. Al que tú te refieres es el Gobierno na-cio-nal.
Aunque España es una democracia parlamentaria y no presidencial, los jefes del Gobierno estatal siempre han tenido mucho peso desde la Transición.
En todo caso, la comunicación política a través de novedosas escenografías será insuficiente si no va acompañada de una clarificación mayor del proyecto. No se trata solo de dirimir la batalla Partido Popular-Partido Socialista, sino de decidir entre los actores políticos que se disputan el protagonismo del cambio: Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. El socialista necesita mojarse bastante más para que resulte creíble la opción de «cambio seguro» que predica.
A José Luis Martín Prieto (La Razón) el número del Circo Price le ha dejado frío.
Ya en el tardofranquismo se admiraba la socialdemocracia europea (la correcta administración del capitalismo) y a personajes como Brandt, Kreisky, el falsario Mitterand y hasta Palme que subió los impuestos directos al 80% motivando la huida de un místico como Igmar Bergman, pero ese talante, corregido periódicamente por las derechas, ha mutado en eso tan mostrenco de «hay que echar al PP», y si se pudiera quedar en extraparlamentario, mejor. El entierro del bipartidismo que tantos celebran es el entierro de la sardina, y sin dos partidos nacionales que se repartan el centro a derecha e izquierda no saldremos del agujero y vendrán años de duelos y quebrantos como ya apunta Madrid donde gobierna lo mejor de cada casa. Sánchez se aproxima al cero absoluto (-273,15 C), y ya no se puede bajar más aunque se derrita el Artico. El problema no es el PP sino un PSOE criogenizado.
Dolores García (La Vanguardia) se pregunta dónde está el federalismo del PSOE.
Pedro Sánchez intentó ayer sacudirse los complejos ante el PP y reivindicar la identidad española combinándola con la defensa del federalismo. Hasta ahora Sánchez no ha sabido explicar su propuesta, que sigue sonando a excusa para que nada cambie, así que difícil lo tiene para convertirla en motivo de orgullo para una mayoría.
Ignacio Camacho (ABC) firma el único análisis que no se detiene en el nudo de la corbata de Sánchez. Según el periodista andaluz, Sánchez tiene dos sueño: uno, en el que queda primero en las elecciones y forma Gobierno, y otro en el que queda segundo, pero se alía con Podemos.
el líder socialista queda segundo en las generales tal como pronostican las encuestas, pero la victoria de Rajoy deja al actual presidente a una distancia inalcanzable, incluso con el apoyo de C’s, de una mayoría de investidura. En un Parlamento fragmentado, el PSOE negocia un acuerdo con Podemos, las izquierdas regionales e incluso los nacionalistas, a quienes ofrece un compromiso federalizante sobre la hoja de ruta del soberanismo. Al amparo del artículo 99 de la Carta Magna se forma, por primera vez en esta democracia, una alianza alternativa a la lista más votada, reproduciendo el actual modelo de ayuntamientos y autonomías. Y con ella bajo el brazo comparece en La Zarzuela para presentar al Rey una salida que evite la repetición de los comicios.
El Sánchez despierto, hombre optimista pero pragmático, sabe que el segundo ensueño es mucho más probable en la realidad que el primero. Por eso apoya las alcaldías tuteladas por Pablo Iglesias y por eso ordena a Antonio Carmona taparse la nariz ante el escándalo de los tuits del odio de la tropa podémica madrileña. Por eso considera los pactos de Madrid y de Castilla-La Mancha una cuestión estratégica. Y por eso tolera la crecida populista como un ensayo parcial del asalto al poder que le permita emplear con éxito la única bala de que dispone como candidato. Porque el secretario general del PSOE, cuando está desvelado, percibe la sombra susanista agazapada detrás de las cortinas de su eventual fracaso.
EL CONDENADO ‘ALFON’ Y LA IMPUNIDAD DE LA IZQUIERDA
Otros columnistas prefieren ocuparse del nuevo partido emergente de la izquierda, que parece se está comiendo al PSOE pese a los esfuerzos de Sánchez.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) escribe la columna divertida del día y le da el título de marqués al Kichi.
El Kichi, alcalde de Cádiz por la partidocracia de «Dios» (nombre de Chiqui Benegas a Gonzalón), ha sustituido en el despacho el retrato del Rey por el del anarquista Salvochea.
El Kichi, que vivía como un marqués como liberado sindical (un lagarto de la casta), podía haber puesto el retrato de Alfon, el tamborilero del Bruc de Podemos, pero Alfon es patrimonio vallecano, como el cura Llanos, y además, hasta que mojen la pluma los poetas del periodismo global, Alfon carece de literatura, salvo el pin que no tardará en lucir en la solapa el sacamuelas de Carmona y ese «tic-tac, tic-tac» que con el beso de buenas noches nos susurra Pablemos, ahora que Pablemos, Carmona y El Kichi viven «días vertiginosos y éticos»:
En el ir y venir al Real para cerrar con Bertrán de Lis la operación «Ni un pobre sin Ópera», la Abuela Manuela podría recuperar para la calle Mayor el nombre de «Calle de Mateo Morral» del Frente Popular.
Aparte del humor, Ruiz Quintano menciona al nuevo modelo de ‘Vuelve el hombre’ de la izquierda, el ‘bombero’ Alfon. Hermann Tertsch rastrea en qué alcantarillas mentales ha alimentado Alfon su odio.
El joven Alfonso Fernández Ortega es uno de tantos jóvenes españoles formados en el odio político, en el desprecio a la Transición y Reconciliación Nacional y en el espíritu de la revancha guerracivilista que un presidente de Gobierno convirtió en doctrina nada más darse la desgracia nacional de su acceso al poder en 2004. Hoy Alfon, así se le conoce, es el más famoso de todos.
Y subraya que el Ayuntamiento de Manuela Carmena, en una preocupante identidad ideológica, le apoya con motivo de su ingreso en prisión.
Ahora su ingreso en prisión ha movilizado a todo ese sustrato ultraizquierdista que ha crecido sin parar, alimentado por la crisis, las televisiones y el mensaje anticonstitucional omnipresente. Y a la cabeza se ha puesto el Ayuntamiento de Madrid, dirigido ya por gente muy parecida a Alfon. Hubo quien pensó que no llegarían tan lejos. Por respeto a la legalidad. ¡Quiá! La ideología puede más. AhoraMadrid se ha unido a la campaña «Todos somos Alfon». Que siendo exactos significa: «Todos somos delincuentes multirreincidentes». El Ayuntamiento de Madrid apoya así a quienes lanzan lemas como «a por ellos como en Paracuellos» y el favorito de Alfon, que lo es también de Podemos: «el miedo cambia de bando». Si la impunidad de la izquierda se extiende como pretenden hasta al colocar bombas, el miedo puede ser pronto general.
David Gistau (ABC) comenta el paso de la ultraizquierda del enfado a la alegría. Pablo Iglesias sigue su transformación en un miembro de la casta partitocrática con la aparición de la sonrisa en sus fotos de propaganda.
Ha sido declarado el estado de simpatía. (…) La primera consecuencia es la mutación de Pablo Iglesias en sus carteles electorales. El hombre que jamás sonreía por lo mucho que lo agobiaba el destino de la patria. (…) Ese mismo personaje ahora sonríe tanto, como lo hace un político convencional menos abrumado por el peso del destino, que se arriesga incluso, no ya a que se le vean los dientes, sino a aflojar la tensión de su discurso redentor: cómo no va a relajarse uno y a dar por terminadas las emergencias de la crisis si hasta Casandra sonríe, si incluso los profetas apocalípticos se han vuelto simpáticos y guays y van por ahí traficando con felicidad.
Es lo mismo que dice Carmena de sus concejales. Ya no están enfadados, con ese enojo tan «No Future». Se les ha pasado, oiga, la revolución era un pronto. Incluso les da un poquito de vergüenza haberse enfadado tanto. Ya no quieren decapitarnos en la guillotina, ni empalarnos, ni quemarnos dentro de las iglesias como en el 36, ni hacernos tic-tac. Ahora quieren resultarnos simpáticos. Propagar una dicha obligatoria de la que sólo pueden autoexcluirse los vampiros de la derecha, con su costumbre de vivir en la oscuridad: les arde la piel al contacto con la bondad providencial de Podemos. Verano azul. La pandi. Chanquete.
Hoy el PP apenas aparece en las columnas. José Alejandro Vara (Vozpopuli.com) describe cómo se ha recibido a Jorge Moragas.
El nuevo equipo de Génova, con Jorge Moragas al frente, tiene señalados en las listas de prioridades, entre otras muchas, una serie de ‘puntos negros’ que necesitan atención preferente. La filosofía es clara y ya la recordó Rajoy en su discurso del pasado jueves: recuperar el voto que se ha ido a la abstención o a Ciudadanos. En Madrid y Valencia, este diagnóstico es palmario.
Se confía sin embargo en que la gestión de los gobiernos populistas que han llegado a Valencia, tanto en la Comunidad como en el ayuntamiento valenciano, con fuerte presencia de Compromís en ambas instituciones, puede facilitar la recuperación de ese gran número de votantes del PP que optó por la abstención. En Madrid, con el singular equipo que envuelve a Manuela Carmena, puede suceder otro tanto. Sin embargo en el nuevo equipo de Génova no fían demasiado al efecto del ‘voto del miedo’ o el del rechazo a los gobernantes.
PRADA Y ALBIAC DISCUTEN SOBRE GRECIA: LADRONA O VÍCTIMA
Joaquín Luna (La Vanguardia) bromea sobre el divorcio de CiU.
Me rodea un mundo de divorciados y en mi calidad de decano de los sin pareja de la prensa de Barcelona tengo el honor de dar la bienvenida al club a los de CiU, que ya están cometiendo los primeros errores típicos del recién separado.
-¡Somos más fuertes y más libres que hace una semana!
A ver, señor Casals (portavoz oficioso de divorcios y separaciones de CDC), ¿a usted le parece bien mostrarse tan eufórico por abandonar a su pareja de los últimos 37 años?
Se presta más atención a las tribulaciones económicas de Grecia que al PP. Gabriel Albiac (ABC)
Vivir de la caridad ajena es humillante. Y confortable. Grecia no tuvo jamás que dotarse de una Hacienda Pública moderna: el dinero lo ponían los huéspedes bélicos. Y después, el BCE, el FMI y, al cabo, los ciudadanos europeos, a los cuales todos cuantos gobernaron en Atenas consideran por igual moralmente obligados a pagar sus gastos. «Moralmente», ¿por qué? Es un enigma. Asentado sobre dos claves: a) la inercia de un país que siempre vivió a costa de otros; b) la certeza de que pagar impuestos resta votos. Tenemos legitimidad para exigir que paguen los europeos: a eso ese reduce el hallazgo genial de Tsiritza.
Pero ¿quién paga las jubilaciones griegas a los 52 años? ¿Quién, las universidades gratuitas? ¿De dónde sale el dinero público en un país sin impuestos? Del impuesto del vecino, naturalmente. También del de los españoles.
Juan Manuel de Prada (ABC) tiene una opinión completamente opuesta a la de Albiac.
A los griegos, el despojo se lo hacen de manera salvaje, porque sus gobernantes osaron sacar pecho, siquiera de pico, contra la secta plutocrática; y, para ponerlos de rodillas, la secta permite la fuga de capitales y otras perrerías financieras que están convirtiendo Grecia en un páramo ruinoso, saqueado como en tiempos de lord Elgin y acechado por los leones de la avaricia, prestos siempre a lanzar su dentellada.
A los españoles, el despojo nos lo hacen (¡de momento!) de manera fina, porque nuestros gobernantes no han osado rechistar a la secta plutocrática y se han mostrado muy serviciales caniches de sus directrices, bajando sueldos, aumentando impuestos, rapiñando ahorros, racaneando servicios, etcétera. Y todo ello para satisfacer la sacra auri fames de la secta plutocrática, que exige los pagos puntuales de los intereses de la deuda, mientras comprueba regocijada cómo la deuda sigue creciendo sin parar. Así se garantiza que los españoles sigamos esclavizados hasta que San Juan baje el dedo.
UN IMPUTADO ABANDONADO POR EL JUEZ PEDRAZ
Raúl del Pozo usa su columna de El Mundo para defender a un imputado, al que el juez Pedraz le registró el despacho hace nueve meses y aún no le ha tomado declaración.
Luis Iglesias, al que le han puesto el saco bendito injustamente por haber tenido tratos con el benjamín de los Pujol, Oleguer Pujol Ferrusola. Drago, la empresa de Luis, gestiona 2.700 millones de euros; entre ellos, los fondos de pensiones de la Policía Montada del Canadá. Lo quieren triturar por ser socio de Oleguer y estar casado con María, la hija de Zaplana, que ha sido la guinda del procedimiento. «La familia Pujol -me dice- desea que la persecución judicial que sufren en varios frentes se centre en este proceso y no en los restantes, porque saben que por mucho que se investigue en éste no se encontrarán indicios de delito».
Luis Iglesias ha presentado un escrito explicando al juez que los hechos investigados por la Agencia Tributaria están prescritos y además él era residente en el Reino Unido, su país natal. Transcurridos nueve meses desde los registros ordenados por el juez Pedraz -en base a informes de Asuntos Internos y después de la UDEF, sin fecha ni autor, ni firma, ni sello oficial- aún no le han tomado declaración a Luis Iglesias, al injustamente imputado.
Julio Llamazares (El País) lee el Quijote y recomienda a los nuevos alcaldes el capítulo
en el que Sancho, tras su frustrante experiencia como gobernador de la ínsula Barataria, que tanto había deseado, lanza su gran alegato contra la tentación del poder, que a tantos ha hecho perder la cabeza y la vida, como se puede ver cada día: «Abrid camino, señores míos, y dejadme volver a mi antigua libertad: dejadme que vaya a buscar la vida pasada, para que me resucite de esta muerte presente».
Cuántos de los recién elegidos, o a punto de serlo aún, como gobernadores de las distintas ínsulas baratarias que pueblan este país deberían leer estas sabias palabras de Sancho para no llevarse a engaño o enfermar de melancolía después.
La columna ridícula del día la firma María Crespo en la sección de Madrid de El Mundo y gana el premio por su lección de memoria histórica y de ignorancia histórica.
En la calle Conde de Peñalver hay un edificio de ladrillo por donde cada cierto tiempo entran y salen sillas de ruedas vestidas de canas y batas tobilleras. Lo que es hoy una residencia de ancianos fue hace 65 años una cárcel franquista donde estuvo recluido el poeta Miguel Hernández.
Sí, ese edificio, un antiguo convento de monjas, fue cárcel franquista, pero antes fue cárcel roja. A ver si te documentas un poquito, María Crespo. ¿O es que quienes estuvieron presos antes de que entrasen los ‘nacionales’ en Madrid no merecen siquiera tu recuerdo?