A los progres les gustan ahora los referendos, que antes les parecían herramienta franquista para engañar al pueblo
Enciendo el primer cigarrillo y bebo el café sólo después de haber leído las columnas dedicadas a Águeda Bañón, la flamente directora de comunicaicón del Ayuntamiento de Barcelona, conocida por su curriculum vitae de meona pública. No quiero atragantarme ni que me dé la tos por las risas.
Hay columnas sobre ella en ABC y La Razón. Los columnistas de El País y El Mundo quizás estén pensando si reírse de una señora que es abanderada del post-porno es machista, homófobo o, simplemente, carca.
Lo que me llama la atención es que en La Vanguardia, que dio la exclusiva, todavía ninguno de sus columnistas haya hecho sangre con el pis. ¿Será por los anuncios y las suscripciones municipales? ¡Qué dudas, amigo lector!
Primero dos tuits:
Uno, de @NicolasNiunduro:
«Por fin las mujeres PODEMOS mear en la calle»
Y otro de @Er_Richal:
La nueva directora de comunicación de la alcaldesa de Barcelona, Agueda Bañón, esta no enseña las tetas, esta se mea.
LOS AYUNTAMIENTOS POPULISTAS TRAEN «NEPOTISMO Y RIDÍCULO»
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) anuncia que la izquierda alternativa está haciendo de España un corral, en todos los sentidos.
Cuando se habla de democracias es que no hay democracia.
Para Syriza la democracia es no pagar, y presumen de rusonianos, pero porque no han leído a Rousseau (como le pasa a Catalá, el ministro de Justicia, que dio un desayuno con la «libertad general» del cursi ginebrino). Tendrían que ver cómo se pone Rousseau con la costumbre de los nobles venecianos de no pagar, de vuelta a su país, las deudas contraídas en el extranjero.
Podemos va más lejos, y para ellos, ahora que manejan dinero, la democracia sería «follar», como indica el nombramiento de Águeda Bañón para dirigir la comunicación municipal en Barcelona.
Esta «artista visual» (?) procede del postporno, pero no es Seka, la Marilyn setentera del género, mitad irlandesa, mitad cherokee, de quien la Bañón no podría haber sido ni jefa de vestuario. Mas la «modernidad líquida» tienen estas cosas.
Y nos reíamos del Koala, que iba «asé un corrá».
Pedro Narváez (La Razón) encuentra similitudes entre Ada Colau y Águeda Bañón: posporno y pospolítica.
La alcaldesa de Barcelona ha llegado para satisfacer el ansia que tenemos los periodistas tontorrones por un personaje tan díscolo que nos haga retorcer el lenguaje hasta convertirlo en teleñeco, un «friki» de verdad, no de los de Arriola. (…) Ada Colau muere de amor y quiere a su marido cerca. Amante mejor, que implica peligro. Otro sueldo para casa. Y tiene una jefa de Prensa meona, diva del posporno, lo mismo que Colau lo es de la pospolítica, ese lugar en el que se quiere ser Grecia pero sólo para tomar el sol y yogures gratis, no como aquí que todos son caducados.
No nos vamos a asustar porque una chica enseñe las bragas en público y menos desde la tribuna de un medio conservador, siempre más tolerante y más sincero, como puede comprobar la señora Colau: no puedo ser más claro sin que se asusten los niños. Colau nos pone enfrente el espejo deformado del esperpento que se repite en cada ayuntamiento populista a poco que se rasque. Nepotismo y ridículo. La peor España renegando de ella.
Alfonso Ussía (La Razón) dice de doña Águeda lo que todos hemos pensado.
Podría ser una interesante directora de Comunicación del Ayuntamiento de Barcelona, de indudable originalidad. Una mujer que no precisa de cuartos de baño. Siente animación en la vejiga, ábrese de piernas y deja el charquito en la acera, en el asfalto o en el cuidado jardín municipal. Otras veces se limita a bajarse los pantalones y mostrar la fortaleza de sus muslos y pantorrillas ante cualquier monumento urbano.
Con todas las consideraciones que pueda merecer la comunicadora Bañón, séame permitido insinuar que una mujer «postpornográfica», que deambula por la vía pública, se siente impulsada a proceder al riego fisiológico, y en lugar de buscar el habitáculo al uso o el seto que cobija y camufla, se baja los pantalones o se sube las faldas, abre el pernerío y deja un charco en la calle, no puede ser directora de nada, y menos de Comunicación de un Ayuntamiento como el de Barcelona, porque la grosería pública no merece semejante premio que humilla a todos los barceloneses.
Por guarrilla.
A LOS PROGRES LES GUSTAN AHORA LOS REFERENDOS
La mayoría de los columnistas se ponen solemnes y escriben su columnita sobre Grecia.
En El País, los progres criticaban los referendos que hacía el Abuelo Patxi, pero ahora que los hacen los compañeros griegos han descubierto que no son tan malos. Por ejemplo, Joaquín Estefanía.
¿Y Grecia? ¿Qué va a escoger el domingo el país que inventó la democracia? Para empezar, una toma de posición de su Gobierno: los griegos deben tener la última palabra.
Joseph Stiglitz (El País) dice que votaría no. Por defender a los pobres griegos de la conspiración. ¡Hasta los premios Nobel piensan ya como Forges!
Pero repito que lo importante no es el dinero, sino obligar a Grecia a ceder y aceptar lo inaceptable: no solo las medidas de austeridad, sino otras políticas regresivas y punitivas. ¿Por qué hace eso Europa? ¿Por qué los líderes de la UE se oponen al referéndum y se niegan a prorrogar unos días el plazo para que Grecia pague al FMI? ¿Acaso la base de Europa no es la democracia?
Es difícil aconsejar a los griegos qué votar. Ninguna alternativa será fácil, y ambas son arriesgadas. Un sí significaría una depresión casi interminable. Quizá un país agotado y empobrecido pueda obtener, por fin, el perdón de la deuda; quizá entonces pueda recibir ayuda del Banco Mundial, en esta década o la siguiente. En cambio, el no podría permitir que Grecia, con su sólida tradición democrática, se haga cargo de su destino. Entonces los griegos podrían tener la oportunidad de construir un futuro, aunque no tan próspero como el pasado, sí mucho más esperanzador que el inadmisible tormento actual.
Yo sé lo que yo votaría.
Ignacio Camacho (ABC) comete la osadía de dudar de las capacidades analíticas y predictivas de Paul Krugman y Joseph Stiglitz, columnistas del New York Times y de El País. ¡Adónde vamos a llegar! ¡Qué insolencia!
Los profesores Krugman y Stiglitz destacan sobremanera en esta por otra parte muy rentable sobreexposición al debate. (…) Así, el uno ha podido urgir a España a un rescate «inevitable» que evitó la cachaza de un tipo tan plano como Rajoy mientras el otro ensalzaba sin pudor la burbuja crediticia e inmobiliaria del zapaterismo. Las incontables profecías de ambos chamanes sobre la «inminente» ruptura del euro recuerdan las fantasmales y alegres primicias de fichajes de cierta prensa deportiva. Nunca rectifican. Los hombres tan doctos jamás se equivocan; es la realidad la que decide seguir otro camino.
Ahora estos cráneos privilegiados han utilizado sus reputadas tribunas de opinión pública para apoyar la resistencia del Gobierno griego a asumir un compromiso de honrar su deuda pública. Proporcionan munición argumental al sedicente progresismo con genéricos dicterios contra la austeridad no mucho más profundos que las consignas que repite en Twitter cualquier militante de la izquierda quincemayista. Desde el confort blindado de sus despachos universitarios en la Ivy League aconsejan a los helenos defender su herida dignidad en un corralito de 70 dólares diarios, menos de lo que ellos cobran por línea. Y naturalmente vuelven a pronosticar el final inmediato de la moneda única. Tal vez algún día acaben por acertar en su lúgubre vaticinio y reclamen el Nobel de Cartomancia.
Pilar Rahola (La Vanguardia) se une a los cursis que defienden a Grecia invocando a Sófocles o a Tales de Mileto. Ella cita a Diógenes.
Pero lo cierto es que Grecia no puede más y que la solución no debe pasar por expulsar de la Unión Europea al país que nos legó la democracia, «la tierra que ha dado la luz al mundo», en feliz expresión de Victor Hugo. Pase lo que pase con el referéndum, ni los griegos deberían estar bajo la presión del miedo, ni estarlo las finanzas europeas, porque ambos se necesitan más de lo que se reconocen. Esperemos, pues, que Diógenes encuentra al hombre honesto que resuelva el entuerto.
Antonio Gala (El Mundo) simplifica el mismo pensamiento idiota en menos frases.
En Grecia nos buscamos nosotros mismos. Lo mejor de nosotros. Grecia por Grecia, Europa.
ZARZALEJOS Y ABADILLO: TSIPRAS Y EL COLETAS ESTÁN GANANDO
Sobre las consecuencias de la crisis griega en España escribe Casimiro García-Abadillo (El Mundo) una larga columna que me sorprende, porque asegura que Tsipras va ganando en su duelo con Bruselas, el BCE y Alemania, y añade que también puede ganar el Coletas.
La posibilidad de ver a Alexis Tsipras abrazado a Pablo Iglesias en la Plaza Sintagma de Atenas, espoleados por el grito unánime de la multitud (¡Sí se puede! ¡Sí se puede!) aterra no sólo al PP, sino al PSOE. «Esa foto vale un millón de votos», me comenta un alto funcionario.
La inteligencia del primer ministro griego consiste en haber convertido la crisis de su país en una oportunidad para que Syriza se consolide en el poder gracias a su defensa de la dignidad de Grecia frente a sus acreedores.
Si, finalmente, se lograra un acuerdo, Tsipras pediría el sí en el referéndum del domingo y obtendría un notable triunfo político.
Si se rompe la baraja, Syriza pondrá toda la carne en el asador para que salga el no. Esa hipótesis llevaría a Grecia a una situación desesperada (para los griegos más humildes; los ricos se han llevado ya sus ahorros). Pero, eso sí, Tsipras ganaría la batalla de la imagen al haber resistido hasta el final.
La foto del millón aún es posible.
Otro exdirector de periódico, José Antonio Zarzalejos (ElConfidencial.com) aplaude el relato informativo elaborado por el primer ministro griego.
Grecia va ganado este pulso porque -además- ha optado por una estrategia de máxima movilidad, de constantes ofertas y contraofertas, de fe en el euro pero con abominación política del FMI (¡Qué buen punto populista éste de satanizar al Fondo Monetario Internacional!). Rusia, mientras tanto, vigila y Obama vigila a Putin y a Merkel porque el flanco oriental de la Unión Europea se abre en canal y la vieja Grecia apuesta por una política bolivariana de democracia con colas en los cajeros y en las gasolineras que muestra la determinación que los pobres oponen a la adversidad.
Tengan o no tengan razón. Estamos hablando de economía, pero en el fondo y sobre todo, de política y de ideología. El propósito es que bese la lona la hegemonía de los mercados. Y esa es una causa que resulta un atractivo banderín de enganche no sólo para millones de griegos, sino también para millones y millones de otros europeos.
Siento disentir de tan experimentados periodistas, pero no creo que una «situación desesperada» para los griegos beneficie a Tsipras ni que éste vaya ganando. Julián Cabrera (La Razón) lo ve de otra manera, más cercana a la mía.
Los desmanes del Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela son tan evidentes como el bien pagado apoyo recibido en su momento de las «materias grises» del actual Podemos, como evidente fue la escenificación en la campaña electoral griega del apoyo a la formación de Tsipras, por mucho que Iglesias se empeñe en vendernos a estas alturas de partido que lo que se pretende es asustar a los españoles castigando a los griegos o por mucho que se califique de chantaje lo que es un obligado ultimátum.
Lo realmente cierto es que un «Grexit», la salida helena de la eurozona, dejaría a Podemos tan alejado de sus ríos de leche y miel como de la estratégica partitura socialdemócrata que ahora toca hacer sonar. Iglesias lo sabe.
Federico Jiménez Losantos (El Mundo) une a los otros factores algo tan liberal como el control de las cuentas públicas.
El referéndum es un truco populista que ya intentó Papandreu y que su propio partido abortó al ver el peligro de que pasara lo de ahora: que ni el Gobierno de Merkel ni el de cualquier país europeo serio pueda presentar a su opinión pública como algo democrático y compatible con la soberanía popular, que reside en sus Parlamentos, la cesión a tan descarado chantaje. Si se negocia, se negocia. Si se recurre al referéndum, recurrimos todos. Y Grecia sería expulsada del euro de inmediato. Pero que no presenten como acto de soberanía la prórroga perpetua de la mendicidad, sin más futuro que el de seguir pidiendo.
El problema de Tsipras, como el de Papandreu, es cómo mantenerse en el Poder exhibiendo musculitos y chuleando a la UE sin que Merkel y la UE se quejen del abuso.
La soberanía popular existe para controlar el gasto público, no para enfeudarlo a otros y eternizarlo.
José María Carrascal (ABC) nos desvela que Tsipras es un peligroso comunista. Lo de comunista ya lo sabíamos, pero lo de peligroso gobernando en Grecia… Si fuera primer ministro de Italia o Turquía, quizás.
Alexis Tsipras va camino de convertirse en el caradura más grande de la historia. Tras declarar con la chulería del que cree tener agarrado por el cuello al otro, un cagueta que no se atreverá a rechistar: «Cuanto mayor sea el no en el referéndum (a la propuesta de Bruselas), más fuerte será nuestra postura en la negociación», o sea, convencido de piensa que la negociación continuará hasta imponer su tesis de acabar con los recortes y mantener las ayudas, no se le ha ocurrido otra cosa que pedir un tercer rescate de 29.100 millones de euros.
de alguien sin ningún escrúpulo como él no descarten que siga en escena, envuelto ya en el más rancio nacionalismo, ahora que los recortes van a darle abundante munición para su nuevo papel en el nuevo escenario. Aparte de que su principal objetivo no es salvar a su país. Su último objetivo es hundir el sistema que rige en la Unión Europea, para sustituirlo por el más desprestigiado colectivismo.
JABOIS MANDA A RAJOY A SEDUCIR A AZNAR
Un poco de política interna, doméstica, como la llaman los anglófilos.
Bieito Rubido (ABC) asegura que las declaraciones y los actos de Sánchez se lo ponen fácil a Rajoy.
Gran parte de la preocupación por el auge de la extrema izquierda en España no existiría si el PSOE, partido que hunde sus raíces en historias tormentosas, estuviese más comprometido con el constitucionalismo, con la idea de España y, en definitiva, con una voluntad clara de progreso. Desde esa posición de responsabilidad, entendería la importancia de confluir sus estrategias con el otro gran partido, con el PP. Pero ocurre justo lo contrario. Una vez más, por mor de esa fascinación que sobre ellos ejerce el reaccionario nacionalismo periférico, los socialistas van a crear un nuevo problema a España donde no lo había. Ahora, en Valencia.
En democracia se necesitan, y ahora más que nunca, partidos que defiendan ideas esenciales, no golpes de efecto. Sánchez no se percata en su irrefrenable fiebre viajera hacia la izquierda, pero se lo está poniendo fácil a Rajoy.
Manuel Jabois (El País) se entretiene con las disensiones en el PP y, cosa llamativa, no saca a Franco.
Rajoy nunca se casará con Carla Bruni. Ni con Sarkozy, visto el paño. Pero el presidente tiene una seducción que abordar: la de Aznar, que ha pedido en público que el PP ligue con él. Su voto no es cautivo: hay que conquistarlo. Aznar sin saber a quién va a votar es como cuando informan de que se ha escapado un tigre. Su mujer votó en las municipales dentro de una cabina, y él acaba de decir que Carmena, exterminadora de democracias, ha dicho más cosas buenas de Botella que el PP en tres años. La centralidad se va de madre.
Y David Gistau (ABC) explica la izada de banderas gay porque ya no quedan libertades que traer a España.
como a España no quedan «libertades» que traer, porque hace mucho tiempo que disfruta de todas cuantas consienten la ley y la escala de valores occidentales, ahora intenta apoderarse de las que ya había y eran rutina para convencernos de que todo lo bueno empieza con Podemos. En este contexto hay que ubicar la guerra de banderas entre ayuntamiento y comunidad madrileños para reñir la apropiación institucional del Orgullo Gay y de la promulgación de derechos civiles que antaño le dieron sentido vindicativo.
LA CRISIS GRIEGA, A TRAVÉS DE ‘LOS CAÑONES DE NAVARONE’
Antonio Burgos (ABC) recurre al tópico más sobado del verano: el calor. Y reconoce que lo que le da más calor es que se estropee el aire acondicionado.
Lo que da calor de verdad son estas absurdas alertas de que va a hacer una calor del carajo cuando tiene que hacerlo. No son alertas. Son alarmas para que al personal que no le echaba cuenta a la calor habitual le entre psicosis de que le va a dar un telele. Oyes lo de la alerta amarilla y el consejo imbécil de que te hidrates y que no saques a los abueletes al sol, y de verdad es cuando te entra por cuerpo toda la calor del muuuuuundo. Que es la calor de siempre. Yo me acuerdo leer de chaval en el ABC que en el muelle de Sevilla los estibadores, los que luego salían de costaleros en Semana Santa, en estos días en que el sol entraba en la canícula, como si tal cosa, descargaban a brazo barcos de sacos de cemento, con 60 grados al sol. Y no daban alerta amarilla, sino de mano cuando llegaban las 12 de la mañana, para almorzar y seguir luego la faena.
Teníamos que dejarnos de cuentos de alertas y, como propone el Profesor Jaén, levantar en cada pueblo de Andalucía un monumento a Carrier, inventor del aire acondicionado, como los toreros se lo alzaron al Doctor Fleming ante Las Ventas. ¿Qué alerta ni alerta, habiendo aire acondicionado? Alerta amarilla de verdad cuando el aire acondicionado se escacharra y el mamón del tío que tiene que arreglarlo no acaba de venir. ¡Entonces sí que hay alerta amarilla!
Joaquín Luna (La Vanguardia) agradece los consejos que TVE para soportar el calor.
Son días de bochorno y TVE se sale en su labor de servicio público para demostrarnos que el Estado se preocupa de los españoles, nos guía y, quién sabe, garantiza nuestra salud. Hay gente que no piensa y se pasea por Córdoba a 42 grados sin beber agua, con la cabeza descubierta y un peine en el bolsillo para estar guapos.
Gracias a estas conexiones didácticas, a estas recomendaciones y a estos desvelos, hoy en Córdoba saben cómo sobrevivir al calor del estío, tan inusual y mal conocido.
La columna ridícula del día la firma Enric Juliana, en La Vanguardia. Como parte del proceso de infatilización de la política española, el periodista catalán analiza la crisis de Grecia a través de una película de sus años mozos: ‘Los cañones de Navarone’, que es el título que copia para su columna.
Mucha gente se pregunta por qué diablos Grecia entró en la Comunidad Económica Europea cinco años antes que España y Portugal, y por qué motivo se le abrieron las puertas del euro, cuando toda la tecnocracia de Bruselas sabía que en Atenas no hay catastro. La respuesta está en la Geografía, en la Historia y en la película Los cañones de Navarone.
El célebre filme interpretado por Gregory Peck, David Niven y Anthony Quinn cuenta la peripecia de un comando aliado que debe destruir un nido de águilas. La fortaleza de la isla de Navarone, equipada con dos gigantescos cañones que aseguran a los alemanes el control del mar Egeo. Navarone no existe. La isla de la película es Leros, en el archipiélago del Dodecaneso, que cuenta con uno de los mejores puertos naturales del Egeo. Leros es hoy lugar de veraneo de destacados intelectuales europeos -el filósofo francés Bernard Henry-Lévy, entre ellos-, que en estos momentos deben de estar dudando entre apoyar el manifiesto pro-Syriza impulsado por los economistas Joseph Stiglitz y Thomas Piketty, o secundar la línea editorial ortodoxa que considera a Alexis Tsipras un peligroso aventurero y un golpista contra el orden europeo.
Cine bélico de hace medio siglo y etiquetas como la de golpista que, aunque en España asusten a las viejas, en Europa causan risa.