Prada escribe una columna en defensa de los comunistas griegos que podría firmar Juan Carlos Monedero
¡Qué pesadez! Este 13 de julio 2015 los columnistas progres hacen que se me caiga el cigarrillo de las manos con sus escritos de invocación a la historia de Grecia y a lo que los europeos le debemos. Estas columnas son a la historia lo mismo que la película Troya, la de Bradd Pitt, a la Ilíada de Homero.
Xavier Vidal-Foch (El País) titula su columna ‘Grecia es el hogar de Europa, y la UE es su lugar’ y vuelve a remachar los mismos tópicos y las mismas citas que repite desde hace semanas.
Si la UE es el lugar de Grecia es también porque Grecia es hogar fundacional de Europa. Es obvio que ni Alexis Tsipras ni Andonis Samarás son Pericles. Pero los valores humanistas de esta Europa se anclan en su tiempo y circunstancia, y la Hélade clásica es su primer emblema, más que la Roma imperial.
Es un símbolo clave para la narrativa europea: el comercio (el emporio), la plaza pública (el ágora), la ciudad (la polis), la razón (el logos), el poder del pueblo (la dimo-kratía). Y para sus intereses: la continuidad geográfica con los Balcanes por el Este; la fluidez mediterránea con el polo atlántico portugués (historia paralela) en el extremo occidental; la esclusa de Oriente (como con acierto percibe China, que compra el puerto de Pireo para entrar en el Mar por antonomasia). Grecia quizás sea siempre un problema, pero es parte esencial del contrato de Europa consigo misma.
Raúl del Pozo (El Mundo) me asombra al invocar como mérito histórico de los griegos la homosexualidad:
Los que nunca desprecian a Grecia son los homosexuales. Ahora, la griega, es una sociedad homófoba, por la presión de la iglesia ortodoxa, pero el Egeo sigue siendo el destino favorito de los gais. Siempre los dioses estuvieron liados con los hombres. Zeus se enamoró de Ganímedes, príncipe troyano de cabellos dorados, Apolo de Jacinto, y Aquiles de Patrocho. Por tanta cercanía y pasión entre los hombres y los dioses, éstos no abandonarán nunca a los griegos.
Pedro G. Cuartango (El Mundo) se pone como el editorialista de El País: hay que comprender a los griegos.
Si miramos hacia atrás, podemos darnos cuenta de que la UE está atravesando la mayor crisis desde sus inicios. Y ello es así por su enorme heterogeneidad, por su burocratismo y por su falta de cohesión, que han debilitado el espíritu inicial de los padres fundadores y el Tratado de Roma.
Hay que reconstruir Europa y hay que empezar a hacerlo por el euro para que países como Alemania y Grecia puedan convivir. Es difícil pero no imposible si no se pierde de vista que el mercado y la moneda son instrumentos para lograr una Europa unida y no un gigante con pies de barro.
DRAGÓ: EN GRECIA SE HA VIVIDO UN ACTO DE FASCISMO
Sólo me animo con la columna de Fernando Sánchez Dragó (El Mundo), que da una lección de historia a los columnistas precedentes en ‘Grecopolleces’.
Es asombrosa la cantidad de tópicos baratos que medio mundo está vertiendo a propósito del papel desempeñado por Atenas en la Historia de la humanidad. Por favor, amigos, no sean paletos ni me salgan ombligocéntricos. El Mediterráneo es una minúscula parcela del globo terráqueo y Atenas otra parcela minúscula de lo que fue la Hélade. La cuna de la civilización está en Egipto y de allí pasaron las riendas de ese proceso a China y la India, que eran ya viejas cuando se construyó el Partenón. Occidente es sólo un accidente.
Parménides y Heráclito, padres primordiales de la ‘sophia’ helénica, nacieron y vivieron en sendas tiranías de la Magna Grecia. Platón creía que sólo los sabios pueden y deben gobernar la polis. Alejandro, al que también invocan los ‘grecopollas’, fue guerrero, emperador e imperialista. Ayer se celebró en Grecia un referéndum estúpido. ¿Democracia? No. Asambleísmo. O sea: fascismo.
Ignacio Ruiz Quintano me provoca un susto con el comienzo de su folio en la última de ABC.
La última vez que hizo este calor fue el año que murió Franco. Dicen que esta vez podría morir el euro, víctima de los griegos, que lo consumen como los españoles el langostino, sin tasa. De aquí debe de surgir nuestra repentina solidaridad hacia Grecia, que en realidad es hacia el nacional-comunismo que allí gobierna, pues los griegos, empezando por Homero en la escuela, nunca nos quitaron el sueño.
Y recuerda a los periodistas de las televisiones que ellos, como trabajadores por cuenta ajena, es decir, víctimas de Hacienda, financian las transferencias a Grecia.
Nuestros comunistas tienen tanta fe en sus camaradas griegos que exigen que los trabajadores españoles por cuenta ajena (eso incluye a los periodistas, aunque ellos no se lo crean) no sólo renuncien a su dinero prestado, sino que sigan prestándolo hasta que a Varufakis, el tipo que emocionó a Spielberg haciendo con su 1,60 peinetas a los alemanes, le salgan las cuentas. Mas a Varufakis le aguarda el mismo final, camarero en Londres, que a Korriskosso, que de una discusión sobre impuestos hacía él surgir églogas de Teócrito, talento que en Atenas lleva al Poder.
Gabriel Albiac (ABC) también cita a Franco, pero no como anticipo de desastres o cataclismos, sino como antecedente político de Tsipras. ¡Toma ya!
En rigor, un referéndum no tiene más función que la de ratificar -o no- la hipótesis previamente elaborada por las instituciones del Estado. (…) ¿Qué sucede, por el contrario, cuando aquello que se pregunta no está en la potestad de aquel a quien se le pregunta?
Sucede que eso no es una pregunta. Ni la consulta es un referéndum. Plebiscito, si acaso: mecanismo al cual son de lo más adictas todas las dictaduras, y mediante el cual una pregunta fingida enmascara el llamamiento a la fusión sentimental con el gobernante, en cuya guía todos deben ceder, para su bien, cualquier voluntad propia. El plebiscito es así -y el siglo XX está lleno de ejemplos que triunfaron- la vía real a la esclavitud.
No deberíamos engañarnos. Esas apelaciones a fundirse en uno con el jefe funcionan: llámese este Franco o Tsipras. El amor a la servidumbre es un maldito enigma de la mente humana. Ayer, los griegos ejercieron su derecho a ser siervos del populismo. Y de la ruina. Podían hacerlo. Pero no podían imponer que los ciudadanos europeos se avinieran a mantenerlos a ellos. Esto requeriría una consulta en toda la UE. Y me da que el resultado sería previsible. Grecia rechaza el euro. Vuelta al dracma.
ÁNGELA MERKEL, ¿LA ÚLTIMA ESPERANZA?
Desde Atenas, Hermann Tertsch escribe una crónica para ABC cuyo último párrafo es el siguiente.
Paradójicamente, este resultado también reafirma a los cada vez más numerosos partidarios europeos de que Grecia abandone el euro. El alineamiento masivo de los griegos con su Gobierno de extrema izquierda fortalece a quienes consideran que es inútil intentar imponer fórmulas de reforma económicas a unas autoridades que han elegido otro régimen. Y que creen que Grecia es un cuerpo cada vez más extraño en la UE y no respeta sus compromisos, valores y principios de la comunidad de derecho que es.
Ignacio Camacho (ABC), como Ruiz Quintano con los periodistas, se pregunta si los contribuyente europeos son «acreedores».
Lo que no queda demasiado claro es qué pasa ahora con la voluntad del resto de los pueblos involucrados en el tira y afloja, que casualmente son los que tienen que poner la plata para sacar a Grecia del atolladero.
Pero estos ciudadanos y contribuyentes europeos, convertidos peyorativamente en «acreedores» por el discurso demagógico, carecen de posibilidad de pronunciarse. En la lógica del embudo de los populistas tienen que apoquinar sin chistar porque se trata de «ricos» aunque hayan sufrido, como los españoles, ajustes de caballo para poder hacer frente a sus compromisos.
Y si los alemanes, los holandeses o los bálticos se negasen a ceder al chantaje serían reos de una insoportable acusación de insolidaridad. La democracia real y verdadera consiste, según estos trileros, en que los prestatarios decidan las condiciones del préstamo que suscriben. Es decir, en el derecho de autodeterminación… de su deuda.
Federico Jiménez Losantos (El Mundo) apela a Ángela Merkel:
Hollande, con Obama y el FMI detrás, tratarán de hacer desde hoy gestos de generosidad lírica a cuenta del épico fondo de bolsillo alemán. Pero al recurrir a un referéndum como arma de negociación, los comunistas de Syriza han abierto una puerta que deberán atravesar los países de la UE para consultar a su ciudadanía si prestan más dinero a Grecia. Y seguro que su NO será, sin necesidad de improvisaciones, manipulaciones y promesas imposibles de cumplir, muchísimo más abultado que el griego. Dudo de que se abstenga un 35% del electorado.
Si Merkel no nos sale maricomplejines, como suele, hoy mismo Alemania debería darle el portazo del euro a Grecia. A largo plazo, seguro que saldríamos ganando todos los europeos. Por supuesto, a la Grecia populista siempre le quedará una inagotable reserva de orgullo, que es como la divisa del necio. España ya ha perdido 30.000 millones de euros en Grecia. Más, NO.
Casimiro García-Abadillo (El Mundo) también cita a la canciller alemana.
Si la división de Europa y la presión de Estados Unidos llevan a una nueva ronda de negociaciones, lo más probable es que, al final, Tsipras acabe aceptando un programa muy similar al que rechazó el pasado 27 de junio. Eso sí, logrando, tal vez, que la odiada Troika le regale la quita que le convertirá en un héroe nacional. Eso no le librará de recortar el gasto en pensiones y la subida del IVA.
Pero si Merkel se planta y dice no (no olvidemos que la mayoría de los alemanes están hartos de financiar a Grecia), la perspectiva de un Grexit será más real que nunca. Y si Grecia sale del euro, la caída del 25% del PIB de los últimos cinco años será una broma al lado del descalabro que le espera fuera de la moneda única.
No sé cómo clasificar la columna de Juan Manuel de Prada (ABC), que, de no ser porque su autor va a misa, podría firmarla Juan Carlos Monedero, entrevistado este 6 de julio 2015 en El Mundo:
La situación calamitosa que viven los griegos se puede explicar a las mentes alicortas como la consecuencia natural de otorgar el poder a una pandilla de comunistas demagogos; pero lo cierto es que estos comunistas demagogos llevan gobernando apenas unos meses, de modo que no les podemos atribuir las trapisondas que han conducido a su país a la bancarrota (causadas por los moderaditos de derechas e izquierdas que los precedieron).
Estas fuerzas plutocráticas sobrias, escuetas y modernas que se nos presentan como las debeladoras del comunismo (cuando en realidad vienen a traer una tiranía más feroz y blindada) están ensayando en Grecia, a modo de escaramuza, un avance de lo que planean para el mundo entero, sojuzgado bajo su mando único. Sólo las mentes alicortas pueden creer ingenuamente que el episodio griego no tendrá continuación.
LUCÍA MÉNDEZ: EL MIEDO PUEDE NO FUNCIONARLE AL PP
Algunos columnistas reflexionan sobre las consecuencias políticas en España del referéndum/plebiscito griego. Lucía Méndez llega incluso a hablar bien de Aznar por su discurso de la semana pasada en que advirtió «de que el miedo a que gobiernen otros no es una emoción suficiente como para que los votantes del PP vuelvan a casa en las generales».
Los resultados del referéndum griego vienen a dar la razón al ex presidente del Gobierno. El miedo puede no funcionar. Si los griegos -condenados a una existencia miserable al borde de la supervivencia- han sido capaces de decir no a Merkel, al FMI, a la UE y al BCE que les amenazaban con el Apocalipsis, a lo mejor los españoles tampoco tienen miedo a decirle no a Mariano Rajoy por mucho que amenace con el abismo ante la llegada al poder de los populistas encabezados por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.
Rajoy lleva tanto tiempo pensando que la economía era lo único, que el giro mental hacia otros territorios le está costando lo suyo.
Algunos de sus votantes aprecian a Albert Rivera, que ayer presentó su candidatura a La Moncloa, como el líder llamado a renovar el espacio de centro que un día fue del PP en exclusiva. En Rivera ponen la esperanza los asesores de Rajoy para volver a gobernar aun perdiendo muchos escaños. Otro cálculo arriesgado. El presidente de Ciudadanos lleva días diciendo que Rajoy no puede ser el futuro de este país.
Enric Juliana (La Vanguardia) sigue con sus pedantescas citas. Ahora se remonta a 1848.
La derrota del Directorio tendrá repercusión en toda la Unión, especialmente en el Sur. La onda de contestación a la política de austeridad ganará fuerza. En Francia sonríe Marine Le Pen y Le Parti de Gauche del jacobino Jean-Luc Mélenchon se coloca en pista de despegue. En Italia veremos madurar pronto la esciquebrar-, y a Mariano Rajoy se le complica el calendario: singulares elecciones en Catalunya en septiembre, en las que el PP puede quedar último -tercer desastre electoral en seis meses-, y riesgo de que el vaivén griego dificulte el discurso de la recuperación. El adelanto electoral es poco probable, pero no imposible.
Grecia no será el inicio de un nuevo 1848 -oleada revolucionaria en toda Europa que cuestionó el predominio del absolutismo- pero cómo decía ayer De Bortoli, empieza una nueva e incierta fase. Las actuales tensiones de fondo no se pueden borrar con consignas. Desde anoche, el enfoque de que todo lo que se opone al PP es «radical y populista» suena a antiguo.
Pilar Ferrer (La Razón) empieza la semana con un ladrillazo a Albert Rivera:
Hete aquí el gran dilema y la encrucijada de Albert Rivera. Le quedan siglos para llegar a ser como Adolfo Suárez, le sobran aires de predicador contra la corrupción y le faltan agallas para definir su verdadera estrategia de pactos. Tras unas municipales, vale. Pero no después de unas generales. España no está ya para caras bonitas y frases limpias, necesita gestores brillantes y resultados concretos.
Este campeón de natación que militó en el PP habrá de enseñar sus cartas, porque no se puede quedar bien con todo el mundo al mismo tiempo. Puede ser amable, educado y vender un cambio tranquilo, pero los votantes quieren hechos y no dobles varas de medir. De momento, tras un auge inusitado, las encuestas empiezan a darle la espalda. Tal vez, por ese afán de molino al viento según convenga. Albert Rivera, como avezado nadador, debe sincronizar la jugada. De lo contrario, puede ahogarse sin remedio. Sin salir a flote.
¿PARA CUÁNDO LA POLIGAMIA?
Y como las migas en un mantel después de una opípara comida, aparecen unas pocas columnas sobre otros asuntos.
Reconozco que la columna de David Gistau (ABC) me desagrada, porque me apena que un periodista que se ha enfrentado tantas veces al Gobierno caiga en el ‘pensamiento único’ de calificar de «homófobo» a todo el que no se somete a los desiginios del ‘lobby’ gay.
El PP merece ser expulsado del Orgullo Gay y probablemente sea el único partido institucional que lo merece. Lo merece por la inmensa caradura con la que ahora intenta participar en ese guateque y robar buena imagen después de haber sido la fuerza regresiva que se opuso con todas sus ganas y sus falsas coartadas morales a una legalización que agregaba derechos civiles a la sociedad. Y con la que sólo ahora, convertida en rutina social, el PP intenta vincularse. Y no me digan que es otro PP, porque el presidente es el mismo que inventaba pretextos etimológicos para disfrazar una reacción homófoba.
Una cosa es encontrar muchedumbres y ponerse delante. Otra muy distinta, por la que al final se recibe castigo, es ir desembarazándose de las muchedumbres cuando pierden valor instrumental y enrolarse en la contraria a ver si cuela. En lo que se refiere al Orgullo Gay, el PP se puso delante de la otra muchedumbre, la que sentía amenazado el monopolio del concepto familiar. Apechugue ahora.
Sobre el mismo asunto, el matrimonio homosexual, César Vidal (La Razón) analiza la sentencia del Tribunal Supremo de EEUU y concluye que ahora quién puede oponerse a la poligamia.
Con un voto decisivo, el del juez Kennedy, designado en su día por Reagan y convertido recientemente en campeón del lobby gay, lo que el Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha dirimido ha sido, en realidad, la competencia para establecer las condiciones del matrimonio. Así, siguiendo una línea que viene al menos desde los años sesenta, ha resuelto que los estados no tienen ese derecho y, por lo tanto, no pueden impedir definirlo como la unión entre un hombre y una mujer bloqueando así el matrimonio homosexual.
la agenda gay ha ido avanzando en distintas partes del mundo no de acuerdo a la legalidad sino adaptando esa legalidad, por decirlo de manera suave, a sus fines.
El camino no ha sido nunca uniforme sino adaptativo y, ciertamente, no se puede negar que, a pesar de no pocas derrotas, también ha ido obteniendo victorias. Por ello, no deja de ser curioso que nadie se pregunte lo que se agazapa tras la próxima curva del camino. Si la institución matrimonial – heterosexual y monógama – se ha roto por un lado, ¿qué tardará en hacerlo por el otro? ¿Veinte, treinta años? A fin de cuentas, hay muchos más musulmanes que homosexuales…
Almudena Grandes se echa a llorar porque la Ley de Seguridad Ciudadana le ha arrebatado derechos, pero ella sigue escribiendo en El País, ¿no?
se acaba de promulgar una ley que ha aplastado varios de mis derechos fundamentales. Lo mínimo sería que alguien me explicara por qué.
La columna ridícula del día se la doy al teólogo José Ignacio González Faus, que siempre aprovecha sus columnas en La Vanguardia para reñirnos.
O como Francisco de Borja, virrey de Cataluña, que a la muerte de la reina Isabel (especie de miss Mundo de la época), cuando vio su cadáver descompuesto exclamó: «No más servir a señor que se me pueda morir»; y renunció a la política.
¿La reina Isabel? Alguien podría pensar que se trata de Isabel la Católica, ya que la Isabel a la que se refiere la anécdota fue la emperatriz Isabel, esposa del emperador Carlos V. ¡Y anda que calificar de Miss Mundo a una mujer que sabía idiomas y había sido regente de España…!
(Aprovecho para rectificar un reproche: Raúl del Pozo me hace saber que cuando afirmó la semana pasada que Josep Pla había sido diputado se refería, no a las Cortes de la República, sino a la Asamblea de la Mancomunidad de Cataluña.)