Este 7 de julio de 2015, escribe Raúl del Pozo en El Mundo una columna titulada ‘Estrasburgo: noches locas’ en la que arranca diciendo:
«Europa no puede permitir que 10 millones de personas se mueran de hambre; en ese caso, se confirmaría el pesimismo de los que dicen que la UE es una reunión de banqueros y mercaderes», me dice un áulico de la razón de Estado, admirador de los padres de la patria de los Estados Unidos.
Añade que:
¿Qué hacen los padres de Europa? A velocidad de tortuga se reúnen, trasnochan y aplazan los problemas hasta que éstos se convierten en otros leviatanes. ¿Y qué hacen los parlamentarios de Estrasburgo? Almuerzan, alternan y se van de marcha. Hay una leyenda urbana según la cual Esteban Pons (eurodiputado del PP) y Pablo Iglesias (eurodiputado de Podemos) frecuentan juntos las noches locas de Estrasburgo y de Bruselas, como dos bizarros soldados de los Tercios de Flandes.
Y concluye que:
Y recuerdo las palabras del personaje antes citado porque uno de los padres de la patria declaró que, a pesar de ser el símbolo de los Estados Unidos, el águila calva no le gustaba porque es de mala calidad moral y no se gana la vida honestamente. Esta vez el águila tendrá que llevar en la espalda al cuervo, que antes era blanco y Apolo lo volvió negro para toda la eternidad.
