La colaboradora de Carmena en los juzgados, Marta Higueras, también trabaja a sus órdenes en el Ayuntamiento
En 2015, Manuela Carmena ha llegado a la alcaldía de Madrid gracias (aparte del pacto con el PSOE de Antonio Miguel Carmona) a su compromiso de oponerse a los desahucios. Veinte años antes, la juez de izquierdas presumía de haber conseguido en Madrid duplicar el número de desahucios.
El diario ABC publica este 10 de julio de 2015, una investigación sobre los años en que Carmena fue juez decana de Madrid. Según los datos recogidos por el periódico que dirige Bieito Rubido, cuando Carmena llegó al decanato, en 1993, el mayor número de lanzamientos era de 18 diarios; en un año, ella y su mano derecha, Marta Higueras, pusieron en marcha doce comisiones judiciales para encargarse de los desahucios cuando antes sólo había una, de modo que hubo días laborales en los que en Madrid se produjeron 36 lanzamientos.
Otra de las actuaciones de Carmena como juez decana fue la reducción de los tiempos de tramatación de estos procesos.
El periódico publica un editorial, ‘Doble rasero con los desahucios’, en que reprocha a la actual alcaldesa de Madrid sus «contradicciones» para conseguir votos.
El tiempo demuestra que en política todos los cargos públicos son rehenes de su pasado y de sus contradicciones. La primera edil madrileña, Manuela Carmena, fue decana de los Juzgados de la capital en los años noventa. Durante su primer año en esa responsabilidad, duplicó el número de personas desalojadas a diario por impagos de hipotecas y alquileres.
Marta Higueras, su actual mano derecha en el Consistorio, fue también su estrecha colaboradora como coordinadora del departamento de notificaciones y embargos de los Juzgados, y se ufanaba de haber agilizado tanto los desahucios que llegaron a ejecutarse en apenas diez días. Lo exponía como criterio de eficacia y presumía de haber actualizado en tres meses más de setecientos expedientes atrasados, con sus correspondientes expulsiones de viviendas.
Es más, al llegar Carmena a los Juzgados, había doce comisiones judiciales encargadas de los desahucios, pero solo funcionaba una. La entonces decana reactivó con urgencia las otras once.
A fin de cuentas, cumplía la ley. Y no sería motivo de reproche alguno si no fuera porque ahora, como líder de una marca blanca de Podemos y alcaldesa, propone medidas muy diferentes que nunca contempló ni aplicó como juez. Moratorias de los bancos y acreedores, alojamientos temporales en hoteles, cesión de viviendas para fomentar alquileres sociales… Es el espíritu de una flagrante contradicción.
La situación extrema de un desahucio suele ser desgarradora, y humillante en muchos casos. Pero el doble rasero moral de la izquierda radical no puede ser una coartada para manipular los dramas ciudadanos, ni argumento electoral para su utilización ventajista.
Carmena hizo exactamente lo contrario de lo que ahora defiende. Con los desahucios, el populismo ha fomentado una falacia como promesa con tal de conseguir votos y acaparar poder.