El editorial reprocha a Mariano Rajoy que se limite a recurrir a los abogados del Estado
El Rey se ha convertido en protagonista de las portadas de la prensa de papel debido a la descripción que hizo Miguel Ángel Revilla de su conversación con él (que la postura de Artur Mas es «irreconducible») y con su discurso pronunciado ayer en Barcelona en el que dijo:
respetar la ley es la fuente de legitimidad y la exigencia ineludible para una convivencia democrática en paz y libertad
Mientras el Mundo y ABC aplauden al Rey y critican a Artur Mas, El País, en un editorial titulado ‘El papel del Rey’, trata, otra vez, de apoderarse de Felipe VI y ponerle al servicio de los planes ya expuestos por Juan Luis Cebrián de que se debe proceder a una reforma constitucional para calmar a los separatistas catalanes. Añade que Mariano Rajoy debe encargar al Rey que busque nuevos «consensos».
El argumento que da El País es el mismo al que se recurrió en la Transición:
«hace falta un discurso político capaz de encajar a todos los catalanes en España»
Sí, entre los fines con que se elaboró la Constitución en 1977 y 1978 estaba el de hacer que los nacionalistas vascos y catalanes se sintieran «cómodos» en España. Casi 40 años después del fracaso de la medicina de las autonomáis y el autogobierno, El País propone aumentar la dosis.
Desde su proclamación como Rey, don Felipe ha sabido equilibrar sus gestos y sus declaraciones públicas, buscando el diálogo roto por los líderes independentistas catalanes. Lo ha intentado varias veces, pero se ha encontrado con el muro de Mas y sus socios, que han preferido seguir su camino hacia ninguna parte en vez de aprovechar la posibilidad de reconducir la situación y buscar una salida negociada. El viernes pasado, el Monarca pudo constatar que sus intentos de destacar «lo que nos une» habían caído en saco roto y que la posición del presidente de la Generalitat respecto a la secesión era «irreconducible».
En esta tarea de buscar consensos y garantizar la unidad de España, Felipe VI no solo se ha encontrado con el obstáculo del frente secesionista. El Rey también ha estado en una situación de desamparo por la falta de una estrategia clara del Gobierno de Mariano Rajoy para buscar soluciones políticas que no se limiten al cumplimiento de la ley. La Corona no puede ejercer el papel de árbitro y moderador si no recibe el encargo del presidente del Ejecutivo y la hoja de ruta para avanzar en la búsqueda de unos consensos que tanto han contribuido antes al desarrollo democrático en nuestro país.
La cuestión catalana no la pueden solucionar los abogados del Estado. Hace falta un discurso político capaz de encajar a todos los catalanes en España. Y ese discurso incluye un cambio constitucional que reorganice el Estado de las autonomías.