La contradicción populista según Jorge Bustos: la democracia vale en Grecia, pero no en Villar de Cañas
Sí, querido lector, yo también me voy de vacaciones este 31 de julio de 2015, pero tranquilícese, que no me voy a quejar. No voy a lamentarme por lo viejo que me hago, como Pedro Cuartango; ni le voy a contar la depresión que me cojo, como Gabriel Albiac; ni voy a considerar las vacaciones como una cárcel, como Luz Sánchez-Mellado; ni voy a quejarme del miedo a la muerte, como hace Pilar Rahola
Es cierto que hay nubes en el horizonte, con la fecha de la muerte de papá como agujero negro que me asusta… ¡Ay, qué largo el primer año de la pérdida! ¡Y qué difícil de elaborar el recuerdo! Confieso que me inquieta la proximidad con el aniversario, por mucho que sepa que no es más que un día más, y que la dificultad está, justamente, en aprender cada día a vivir sin él. ¡Pero aun así, qué tiranía dolorosa la del aniversario de una pérdida!
Tampoco voy a caer en el discurso de la alabanza de la aldea y menosprecio de la corte que hace Raúl del Pozo, cambiando la corte por Marbella y la aldea por su jardín:
Yo he pasado muchos agostos en Marbella con su corrupción nudista, sus trotadoras buganvillas trepando a los yates, sus jeques herejes y el rey de Oriente regalando pelucos. No añoro esos agostos. Recuerdo con emoción las noches con Camilo José Cela y el viaje anual a los burros de Rute, con él, Serafín y el doctor Cantos. Recuerdo los largos días de golf con mis amigos Néstor, Patxi, Mariano, Julián; las divertidas cenas con Trapote y Carmen Rigalt, y poco más. Allí siguen los salteadores de áticos y los sicarios de todas las mafias.
Yo he cambiado la Costa del Sol por mi jardín, esperando que las granadas tengan dientes de sangre.
Me voy y punto. Como hacemos los hombres Marlboro. Sin quejas, sin lágrimas, sin suspiros, sin citas ni anécdotas para llenar el folio… sin mariconadas, como dijo el inefable Torrente. Ni voy a tratar de dejar de fumar. Regresaré, Dios mediante (¡hala, lo que he escrito!), el 1 de septiembre de 2015. Un día más tarde que Jiménez Losantos, aunque reconózcame que he estado al pie del cañón dos semanas más que él.
LAS FACULTADES DE PERIODISMO PRODUCEN «CAMADAS DE ODIO»
Y, ¿sabe lo que le digo? Que me voy ligeramente acojonadito. La culpa es mía por leer a Hermann Tertsch, que es uno de esos periodistas que te estropea el café y el cigarro contándote lo que de verdad pasa y sus consecuencias. Eso sí, al menos anuncia que su columna no es apta para mentes sensibles y socialdemócratas en el título: ‘Sin leyes, habrá heridos’. Ante la designación del periodista Antonio Baños como candidato de la CUP a la presidencia de la Generalitat, lo primero que hace Tertsch es arremeter contra las facultades de periodismo y la profesión entera.
Antonio Baños es un miembro de ese ejército de periodistas españoles cuya principal obsesión no es informar sino destruir el Estado de Derecho. Eso puede tener mucho que ver con las facultades que imparten periodismo. Como muchas de ciencias sociales y humanidades, se han convertido en España en guarida y cantera de agitadores del totalitarismo izquierdista. (…) Como miembro destacado de esas camadas del odio que nuestros gobernantes han permitido que se críen y multipliquen en esas facultades, Baños se ha metido en política profesional como separatista y comunista para destruir España y la democracia.
Después anuncia lo que se nos viene encima, con Baños, Colaus, Ribós, Mases, Barkos y Junqueras en las instituciones, gracias al voto de muchos ciudadanos que se ofenden si se les llama españoles, como Nacho Duato.
Lo primero que ha dicho Baños al ser proclamado candidato a la presidencia de la Generalidad por la CUP es anunciar que cumplirá solo las leyes que le gusten. (…) Lo cierto es que Baños no dice nada nuevo. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, dijo exactamente lo mismo. Y lo dijo después de haber sido elegida. Arturo Mas lo dice todos los días. Que quienes acceden a sus cargos con voluntad expresa de destruir el marco legal no sean inhabilitados es solo un síntoma más de las tendencias suicidas de esta democracia española, abizcochada por el pensamiento débil y con el músculo moral de una colonia de percebes.
Por último señala a los grandes responsables: Zapatero, Rajoy y el melifluo Sánchez.
Pedro Sánchez no ha llegado aún al cargo que ambiciona, pero parece dispuesto a igualar a Rodríguez Zapatero en infligir daños irreversibles al Estado de Derecho. De la grave responsabilidad que recae sobre el Gobierno de Mariano Rajoy en este terrorífico deterioro de la estabilidad, legalidad, integridad y seguridad en España seguiremos hablando. De las causas de que se haya tolerado lo intolerable hasta hacerlo inevitable. Lo cierto es que cuando un sinfín de partidos acuden a las urnas para destruir el marco legal, y las leyes, sentencias y constitución se violan y desprecian impunemente, debemos prepararnos para, cualquier día, comenzar a contar heridos.
Tertsch acusa a la democracia española de tener «el músculo moral de una colonia de percebes» y, junto a él, Carlos Herrera abunda en esa idea y censura a los ciudadanos que se quejan en voz baja. Primero, le zumba a Ada Colau con tanta gracia que le cito las frases, querido lector.
Ada es, en sí misma, el ardor. El ardor de no se sabe bien qué, pero el ardor. Ada es la causa. ¿Qué causa? Pues resulta difícil de definir o centrar, pero la causa permanente, porque las cosas siempre tienen causas permanentes, reivindicaciones constantes, luchas pendientes, metas por conseguir. Ya, sí, pero ¿qué fin perseguimos? Pues la felicidad colectiva, la seguridad permanente, la garantía constante… El nirvana que sólo un activista puede garantizar a sus conciudadanos. (…) Colau es la síntesis perfecta de la modernidad catalana: una ignorante al frente de la maquinaria de una ciudad.
Y luego la invocación a la responsabilidad personal.
Esos catalanes que aún se tienen por sensatos, deberían manifestar más claramente su desafección a estos aventureros en lugar de callarse como puertas. Todos los que encuentro y que afirman estar espeluznados con lo que les espera deben salir a la calle y decirle a los Mas y las Colaus que no se les ocurra jugar con sus vidas y sus haciendas, como tímidamente ha sugerido esta semana un grupo sectorial de empresarios. Menos callar ante el avance de mediocres y más mostrar coraje ante la conjura de los necios, ante el acuerdo indecoroso de individuos como esta pareja de somormujos.
Me gusta la metáfora: callados como puertas.
QUINTANO: «NOS VAMOS DE VERANEO BIEN LLORADOS»
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) me recuerda a mí, que soy un pedazo egoísta, los motivos que tenemos los europeos para llorar: el cierre del Comercial, el ‘asesinato’ de Cecil…
La verdad es que, entre el cierre del café Comercial y la muerte del león africano que la TV catalana atribuyó a un cazador español que resultó ser un dentista de Minnesota, nos vamos de veraneo bien llorados. Llorar, como se sabe, es de buen tono socialdemócrata.
Los «rangers» que coronaban los acantilados de Omaha en Normandía se echaban a reír. Ahora, los cicloturistas del Tour se echan a llorar porque coronan un puerto.
La izquierda mediática, con sus parnasillos de poetas reaccionarios, llama «asesino» al dentista de Minnesota por abatir al león de los selfies, que es una cosa que sólo se les llama a los de aquí cuando pasan al cobro una exodoncia (extracción, para el vulgo).
En «National Geographic» llaman «asesinados» a los soldados aliados caídos en combate, y luego nos asombramos de que ochenta de cada cien universitarios españoles sean incapaces de hablar durante un minuto de asuntos de actualidad. No hay quien los saque del «teta-pedo-pis», y eso los más retóricos, pues lo normal es que vayan por la vida con un vocabulario de una sola palabra: «Fascista».
Cristina Losada (Libertaddigital.com) trata de los mismos asuntos que Ruiz Quintano, la lágrima y el fascismo, aunque la causa es distinta: la política de inmigración europea.
La tendencia, y más aún la tendencia española, es hacer de cada triste suceso una ocasión para un mea culpa colectivo, una denuncia de nuestra dureza de corazón y una condena a la Europa rica por dejar que mueran o sufran a sus puertas tantos cientos de miles de personas. Todo es llorar, como lloró Elena Valenciano después de visitar la valla de Melilla escondida detrás de un árbol, aunque se escondió para contarlo luego en la tele. Ahora bien, debatir racional y seriamente sobre el problema, eso no. Tan es así que una medida racional como el reparto de refugiados por cuotas entre los Estados de la UE levantó aquí un clamor indignado: ¡tratan a las personas como si fueran números! Esto en uno de los países europeos que acoge a menos refugiados.
La otra parte del problema de la inmigración es tabú: no se puede reconocer como problema. El único problema que puede haber con los inmigrantes instalados en un barrio o en una población es el del racismo de los que creen que hay problemas. Son racistas, fascistas y ya está: no hay debate posible.
En Europa, en España, en fin, hay dos maneras de abordar los problemas de la inmigración que son perfectamente inútiles, cuando no contraproducentes: una consiste en llorar y darse golpes en el pecho; la otra es gritar ¡fascista!
Y después de Libertaddigital, regreso a ABC, que este 31 de julio de 2015, fiesta de San Ignacio de Loyola, otro que no lloraba, viene soberbio. David Gistau envidia al futbolista Nuno Silva por no saber quién fue Franco.
¿No les parece absolutamente liberador no tener ni pajolera idea de quién fue Franco? ¿Verlo en una camiseta y descubrirle el mismo poder evocador que a un minion, menos montaraz que el de un cantante de los Sex Pistols?
Y tras pedir excusas (no banalizo el fascismo, por favor) por lo que va a decir, lo dice:
Me parece liberador constatar que se puede llevar una vida normal sin saber quién es Franco. Esto es de entrada un baño de humildad para nuestra masticación de obsesiones, pues nuestra historia adquiere dimensiones de estuche con sólo cruzar la frontera más cercana. Pero también es un ejemplo terapéutico para una sociedad que, incluso después de su homologación europea y de las generaciones sucesivas que nacieron en rutina democrática, aún está encasquillada en Franco, traumatizada. Que aún asocia sus símbolos constitucionales con Franco, manteniéndolos varados en el anacronismo y el rechazo. Que aún usa a Franco como paradigma ideológico y como insulto al adversario.
Ojalá logremos crear una generación que, al ver a Franco en una camiseta, diga lo mismo que Nuno Silva, ¿este quién es? Será más ignorante, pero también más emancipada y orientada al futuro. Que Franco sirva para ganar al Trivial, como Mitrídates.
Por su parte, Jaime González compara lo que está pasando en España con la popular serie de televisión ‘La que se avecina’ (Telecinco).Jaime González titula ‘La que se avecina’ su columna de este 31 de julio de 2015 en ABC. Arranca así:
La alianza de intereses entre el soberanismo y la izquierda radical -unos quieren romper el Estado y otros quebrar el sistema- quedó ayer de manifiesto tras la reunión que mantuvieron Artur Mas y Ada Colau. Pese a no llevarse bien -eso dicen-, el encuentro entre el presidente de la Generalitat y la alcaldesa de Barcelona sirvió para tender puentes y procurar arrojar -puente abajo- al PP, objetivo común de independentistas y populistas: una reedición actualizada del pacto del Tinell, pero a lo bruto.
Añade que:
Lo que está ocurriendo en España parece obra de los guionistas de «La que se avecina», pero con menos gracia. Desde el 24-M, esto es como el Mirador de Montepinar, una secuencia de capítulos a cual más delirante. Sería para tomárselo a chanza, si no fuera porque lo que está pasando es tan real que se te corta la risa.
Y concluye:
Si las minorías se comportan así cuando alcanzan el poder, estremece pensar qué harían si fuesen de verdad mayoría. Lo que está pasando sirve para hacerse una idea. Independentistas e izquierda radical no siempre comparten los medios, pero sí los fines: unos quieren acabar con España por las bravas y otros hacer de España -por las llanas- un país a su medida. O sea, su particular Mirador de Montepinar. Más que una comunidad, su comuna.
AYUSO ADVIERTE AL PSOE CONTRA EL «POPULISMO PACHANGUERO»
Mucho más comedido que Herrera y Tertsch, pero igualmente preocupado por la burla a las leyes, está Javier Ayuso (El País). Y si Javier Ayuso está preocupado, me pregunto si también lo están Juan Luis Cebrián, Francisco González y Su Majestad el Rey, que han sido sus distintos jefes, pasados y presentes. Su columna, ‘Izquierda real y populismo pachanguero’, es un aviso al PSOE.
Algunos de esos alcaldes y alcaldesas de la izquierda radical están dedicando su tiempo a gestos demagógicos, en vez de ocuparse de aprobar los programas sociales que les auparon a sus puestos. El espectáculo dado por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de retirar el busto del rey Juan Carlos del salón de plenos del consistorio (dos veces, para que se pudiera grabar bien) o sus declaraciones insinuando que no pensaba cumplir las leyes que considerara injustas, forman parte de un populismo pachanguero que consigue primeras páginas en los periódicos y aperturas de informativos en la televisión, pero que no contribuye a solucionar los problemas reales de la ciudad.
En la misma línea populista se han alineado los primeros ediles de Zaragoza, Cádiz y otras localidades más pequeñas de Cataluña, empeñándose en eliminar retratos del jefe del Estado, quitar o poner banderas y cambiar nombres de calles o polideportivos. La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, se mantiene hasta ahora al margen de ese circo, pese a estar rodeada de algunos forofos de la pachanga real o tuitera.
Ese populismo pachanguero suele acabar pasando factura a los que lo ejercen y a los que apoyan a sus autores. Reir las gracias a los que incumplen la ley o no denunciarlo les convierte en cómplices.
Emilia Landaluce (El Mundo) no es tan comprensiva con Carmena como Ayuso. Ya se sabe que entre los progres funciona la masonería… Y cuenta las últimas gracias de Carmena y su panda de nietos adoptados.
La semana pasado se negaron a votar con el resto de los grupos a favor de la bajada del IBI porque había otras urgencias «de carácter social». Ayer, nos enteramos de que estudian (este verbo es la palabra clave para evitar Versión Original) volver a abrir la radio y la televisión muncipal, una iniciativa, dicen ellos, barata, pero que demuestra las prioridades del nuevo roden. Aló, alcaldesa.
Advertencia: también estudiaban cerrar los comercios (y su aire acondicionado) los domingos.
Jorge Bustos (El Mundo) plasma la conversión del PSOE al populismo pachanguero a cuenta del asunto del almacén de residuos nucleares en Villar de Cañas.
Se ventila aquí una derivada graciosamente literal del adanismo de la izquierda, que ya no sólo cree haber venido a estrenar una democracia sino un ecosistema completo.
– ¡Pero si todo el pueblo quiere el ATC!, se desespera el alcalde, que sería el primer mutante en caso de accidente.
Calle, hombre, no se ponga escrupuloso. ¿Qué puede importar la democracia cuando se trata de salvar el planeta? La democracia es fetén cuando se ejerce en la plaza Sintagma, pero cuando se ejerce en Villar de Cañas es un puto engorro. Vas a comparar un poblachón manchego -éste sí- con el romántico glamour de la Acrópolis.
Pero que no opine aquí el populismo en bicicleta, por favor. Ni fuera de aquí, diría.
A la espera de que afluyan a Villar de Cañas los turistas del ideal -julio en Grecia contra la troika, agosto en Cuenca contra la fusión del núcleo, y así echamos el verano-, aconsejamos al PSOE que vaya remozando el logotipo: si el del PP ha resultado un charrán, a ver por qué sobre el puño y la rosa no va a planear ahora una blanquísima grulla.
Pedro Narváez (La Razón) también advierte a los socialistas de que están bailando con el diablo a la luz de la luna, como decía el Joker en la primera peli de Batman. (Si Juliana cita películas de los 60, yo también puedo hacer lo mismo con otras más recientes, ¿a que sí?)
Como antes los nacionalistas, el populismo ha envuelto la basura con viñetas de superhéroes. En vez de construir diques de contención con la verdad por bandera, los partidos tradicionales cargan en su mochila con palabras mágicas y versos fetiche como transparencia, renta mínima, justicia social o el gobierno de la gente como si hasta ahora hubieran pastoreado a borregos. Los populistas se han encaramado al poder contando mil veces una mentira hasta que vimos un país irreal en el que sus habitantes eran poco menos que mendigos que había que salvar de los extorsionadores democráticos, víctimas del «terrorismo financiero». Lo peor es que los que deberían vender sensatez -los socialistas, por ejemplo- juegan en la farsa de ese tiempo nuevo que acabará devorándolo todo.
Rubido (ABC) da por imposible a Sánchez:
Aquí no nos escandalizamos cuando el secretario general del PSOE promete solemnemente reformas en vigor, que él había rechazado en el Parlamento. Es el mismo que ha aupado a la extrema izquierda a los ayuntamientos. Como para plantearle ahora una gran coalición con la que recuperar la concordia.
RAHOLA CAMBIA A SU HIJA LAS ‘ESTRELLADAS’ POR CHOCOLATINAS LINDT
Y ahora nos toca ir a dos mujeres que se han convertido en personajes fijos del circo del populismo pachanguero o en bicicleta. Santiago González glosa la entrevista entre Ada Colau y Artur Mas, en la que éste tiró a la basura a los concejales en Barcelona de su partido para ganarse una sonrisa de la alcaldesa.
Aquí llegamos a la clave del entendimiento entre Mas y Ada Colau. La hipotecada que jamás tuvo hipoteca es una criatura del hereu de Jordi Pujol. «Desobedeceremos las leyes que nos parezcan injustas», dijo en una aplicación rigurosa de las enseñanzas del maestro. Todo Sócrates alimenta intelectualmente a su Platón. Pónganse en lo peor cuando a la platona Colau le suceda su Aristóteles.
La platona Colau aplaudía a su síntesis de Sócrates y American Dad: lo único preocupante «es que el PP insista en plantear el ejercicio de la democracia como una cuestión de orden público», una frase como para alimentar a un congreso de psicoanalistas lacanianos. El problema es que estos tipos sigan ensayando un golpe de Estado como si fuera el ejercicio de la democracia.
Màrius Carol (La Vanguardia) le echa una bronca por su último plan, meter el tranvía en la Diagonal, con la ayuda de Artur Mas, aunque los barceloneses dijeron que no en una consulta en 2010.
Es posible que despanzurrar la elegante avenida barcelonesa sea para el equipo de gobierno del Consistorio lo más parecido a una victoria popular, pero requiere replantear la movilidad -e invertir cerca de 200 millones- cuando la red ortogonal de autobuses funciona a plena satisfacción. La idea de Colau, tal como declaró en una entrevista a este diario, es que la unión no conlleve cambios en las aceras ni comporte la supresión de árboles, lo que equivale a decir que supondrá reducir aún más el paso de vehículos por esta arteria, que en algunos tramos está literalmente al límite.
Resulta descorazonador que cada nuevo equipo municipal tenga una solución propia para cada asunto que concierne a la ciudad, lo cual supone malgastar esfuerzos y dinero.
Alfonso Ussía (La Razón) se ríe a cuenta de la última de Pilar Rahola: el carísimo colegio suizo de su hija.
Pilar Rahola también es una mujer sacrificada. Ha sacrificado su acendrado patriotismo catalán enviando a su hija pequeña, Ada, a estudiar en un elitista colegio suizo. Ha sacrificado su defensa de la enseñanza pública, matriculando a su hija pequeña, Ada, en un colegio privado helvético cuyo precio, por curso y estancia, ronda los 130.000 euros por interno. Ha sacrificado su republicanismo, llevando hasta Chesiérez, en el corazón de los alpes suizos, a su pequeña Ada, que estudiará en los mismos pupitres que la princesa Tatiana de Grecia, Alfonso Orleans-Borbón y la hija predilecta de Amancio Ortega, Marta, soberana heredera del imperio de Zara.
Pero lo más plausible en la difícil decisión adoptada por Pilar Rahola, ha sido privar a su pequeña hija de una educación académica en catalán. Abandonará el «Aiglon College» dominando el francés y el inglés, pero perderá fluidez en su idioma nacional, el catalán, que hablan seis millones de personas en el mundo.
Y en el «Aiglon College», ya le han advertido a la señora Rahola que ni un solo euro de los 130.000 que va a ingresar a cambio de la formación de su hija será invertido en un profesor de sardanas, lo cual es un doble sacrificio.
Quizá haya dado en el clavo del destino de Cataluña nuestra admirada política independentista. A partir de ahora, menos «Estrelladas» y más chocolatinas «Lindt».
Y me despido con una buena noticia que encuentro en la columna de José Alejandro Vara (Vozpopuli.com): Rajoy nos va a dar, perdón, a devolver, más dinero.
Este viernes Rajoy recordará y anunciará unas cuantas decisiones. Una especie de apoteosis del guión con el que el PP pretende llegar hasta los comicios de diciembre: «Hay que devolverle el dinero a la gente». Ya lo soltó el presidente hace unas semanas y se repite con fruición en todas las tribunas donde aparece un representante de su partido. La gente, la gente…El PP, de repente, ha descubierto que existe la gente. Y se trata ahora de que la gente descubra que existe un Gobierno que cuida de ella y no sólo le hace anuncios de ajustes, recortes y cinturones tan prietos como la faja de una vicetiple.
Pues a mí Hacienda todavía no me ha devuelto el IRPF, con lo bien que me vendría para pasar este mes…