El puñetazo es la primer piedra de un empedrado cuyo destino final es Venezuela
Cuando se leen los comentarios de algunos lectores socios de elDiario.es de Nacho Escolar queda la extraña sensación de que Mariano Rajoy se merecía el puñetazo salvaje que le propinó el descerebrado de Pontevedra.
«Mariano, sé fuerte, ¡¡que la gorda te la llevas el domingo!¡», «Que bueno… le podía haber dado otra hostia por mi¡¡¡ es lo último… que a un Presidente le hastíen por la calle¡¡ ja ja.. me han alegrado el día¡¡¡», «Mariano,quien da collejas también tiene que estar dispuesto a recibirlas»…
Para la mayoría de esos lectores de elDiario.es (hablo de lectores de pago, de socios, no de troles) que golpeen a un presidente por la calle es un acto de justicia. Solo unos pocos lo condenan.
Por no mencionar a su colaboradora Barbijaputa a la que la agresión le causa hasta gracia: «¿No es católico? Pues que ponga la otra mejilla». Tranquila, Barbie, que Rajoy ya ha dicho que no denunciará a su agresor. La derecha lleva poniendo la otra mejilla desde Miguel Angel Blanco.
Sí, lo he borrao porque pensaba que era una torta y no esto, pero si os ponéis intensitos lo pongo otra vez, eh. https://t.co/GuN6qYfuk5
— Barbijaputa (@Barbijaputa) December 16, 2015
¿Y los medios? Ninguna de las televisiones a la que asiste de tertuliano le preguntarán a Escolar por qué no cerró los comentarios al ver que lectores de pago de su periódico justificaban un agresión a un presidente de Gobierno.
De la misma manera que a Pablo Iglesias nunca le preguntaron en un plató sobre por qué decía que le emocionaba ver que le patearan la cabeza a un policía.
Y Enric Sopena, director de El Plural, luego de condenar la violencia pide no convertir a Rajoy en un mártir: «Sería, pues, una grave equivocación proyectar la imagen de don Mariano como si fuera un santito, porque tampoco lo es». ¿En qué quedamos?
Habrá los que digan que la agresión de Rajoy fue humor negro indignados por el linchamiento a los concejales podemitas que se burlaban en Twitter de las víctimas del terrorismo y el Holocausto.
La revista Mongolia, editada por un condenado por terrorismo, ha tardado poco en hacer bromitas: «Luego dirán que los jóvenes no se implican en política».
¿Es la del puñetazo la democracia que pretendía establecer la izquierda cuando sugería instalar una horca y la guillotina para ajusticiar a la casta?
Porque no olvidemos que esto es lo que decían los que hoy están cómodamente apesebrados en el Ayuntamiento de Madrid. «La guillotina es la madre de la democracia», afirmó el comandante Iglesias devenido en Dalai Lama podemita.
¿No es esto lo que defendían Iglesias, Monedero y Errejón cantando La Internacional con el rapero proetarra que defiende la «caricia» que le han pegado al «gusano» Rajoy?
Lo del puñetazo es solo una variante más de una campaña crispada en la que hemos sido testigos de cómo la PAH, el brazo ejecutor de Ada Colau, asaltaba las sedes de PP, PSC y C’s y de los insultos de Pedro Sánchez en el cara a cara llamando «indecente» a Rajoy, de lo que no se arrepiente como ha admitido en la cadena SER.
#PedroSánchezEnLaSER: «No me arrepiento en absoluto de haber llamado ‘indecente’ a Rajoy» https://t.co/xoKwfnApLY https://t.co/1cgu0Q7dhF
— Hoy por hoy (@HoyPorHoy) December 17, 2015
No son ni casos aislados ni ‘incontrolados’ como se decía en los años de plomo de la República para justificar las matanzas de la guerra.
El puñetazo es la primer piedra de un empedrado cuyo destino final es Venezuela donde a la oposición se la persigue, se la encarcela y si con eso no alcanza, directamente se la mata. Unos cobraban de los chavistas y otros hoy siguen cobrando pero a puñetazos.