Pactos, repactos y sondeos postelectorales. Este 5 de febrero de 2016 las columnas de opinión de la prensa de papel vienen repletas de quienes opinan que el acuerdo PSOE-Podemos y agregados está más que cerrado y que lo único que está haciendo Sánchez es jugar al postureo.
También hay que ve en el sondeo postelectoral publicado el 4 de febrero de 2016 por el CIS el fin de los sueños para un PP de mejorar sus resultados del 20 de diciembre de 2015. Pero claro, todo esto no son más que meras especulaciones, fundadas eso sí, porque aún se siguen pergeñando muchas cosas entre bambalinas.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Ignacio Camacho que es de los que aboga directamente por decir que el acuerdo de gobernabilidad de Sánchez con los podemitas está prácticamente cerrado y que, en todo caso, a Rajoy sólo le toca esperar que el líder socialista, haciendo un inteligente símil cestístico, falle sus dos tiros libres, es decir las dos sesiones de investudura.
El clavo ardiendo del PP, el de las nuevas elecciones, se ha enfriado antes de que Rajoy pueda agarrarlo. La encuesta del CIS tritura la expectativa de un avance del centro-derecha, estancado en las posiciones del 20-D. Sólo se mueven, y a peor, los vasos comunicantes en el bloque de la izquierda. El gurú demoscópico Michavila ha extrapolado los datos del sondeo a escaños y retroceden todos menos Podemos, que ganaría diez a costa del PSOE. El trabajo de campo es de hace más de tres semanas: no recoge por tanto el efecto de la espantá marianista en la investidura, el del flamante protagonismo de Sánchez ni sobre todo el de la falla de los populares valencianos, donde no queda ni un ninot indultado. Nada que esperar, pues, de una repetición electoral que hasta podría convertir en presidente a Pablo Iglesias.
Dice que:
Así que a Rajoy ya sólo le queda la improbable eventualidad de beneficiarse de un rebote si el candidato socialista falla sus dos tiros libres a canasta. Para ello se apresta a desestabilizar al lanzador y ponerle tapones bajo el aro. Le va a meter toda la presión que pueda, aunque ya no tiene la iniciativa porque él mismo la ha declinado. El presidente confirmó ayer que no apoyará ni facilitará con la abstención un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos. Este asunto puede dividir a los simpatizantes y votantes del PP, que temen a los radicales populistas como al Anticristo; antes de verlos en el poder muchos se conformarían con un Gobierno moderado. Sánchez y Rivera lo saben y coquetean, el primero para legitimar como única salida el pacto de izquierdas -su objetivo real desde el principio- y el segundo para abrirle una vía de agua al marianismo. Las cosas pintan mal para el pírrico ganador de las elecciones, abocado a una etapa de oposición en la que tendrá que purgar y refundarse.
Porque el milagro que espera no va a suceder. Los socialistas le negarán su aquiescencia aunque su líder se estrelle, hasta en el caso de que el presidente hiciese «un Mas» a última hora y se apartase. Ha perdido demasiado tiempo y ha despreciado a C’s, sin intentar construir con la formación naranja una especie de mayoría moral o testimonial contra el frentepopulismo. Le queda un órdago que no lanzará: entrar en el acuerdo a tres postulando a Rivera como presidente de un Gabinete de transición para empujar fuera de la pista a Sánchez. No lo hará porque a su mentalidad convencional le parece una excentricidad. Y porque todavía cree que le puede recuperar votos a C’s si estos se acercan demasiado a la socialdemocracia.
Y sentencia:
En cualquier caso, la cuestión más antipática para el PP es que ya nada depende de él. Está en manos del PSOE y este en las de Podemos: el único beneficiado de los nuevos comicios es el que puede provocarlos. Y en el fondo Rajoy acaso piense aún que a la desesperada puede calentar en el microondas de la campaña un clavo congelado.
Carlos Herrera también tiene claro que lo de Sánchez con Pablo Iglesias es fruta madura por muchas reuniones que pretenda tener con otros líderes políticos:
Posturero estratégico. Mejor: postureo táctico, casi infantil. ¡Uno, dos, tres, cuatro… noventa! Eso es lo que hay. Noventa diputados. Y habla con todo desahogo de reforma constitucional, cuando cualquiera sabe que con eso no puede ni reformar el aseo de la sede sin contar con el concurso de mucha más gente. Gente que es, por cierto, del partido que desprecia, al que vilipendia, al que ignora, con el que no quiere ni siquiera tomar café.
Olvídense de las negociaciones teatrales que quiere escenificar: Pedro Sánchez tiene acordado con Podemos mucho más de lo que aparenta el cuadro de doble fondo que presenta a la sociedad política española. Esto es muy fácil: o con Iglesias o con Rivera. Con Rivera precisa el abandono voluntario del PP, que puede argumentar que quien debe abstenerse es quien perdió las elecciones, que es el PSOE, no quien las ganó, que son ellos. Es más, en un alarde de pillería, los populares pueden soltarse el moño populista y anunciar que quieren someter tal acuerdo a la aprobación de sus bases. ¿No lo pretende hacer Sánchez al objeto de secar a sus barones? Pues adelante la caballería. Que les pregunte el PP a sus militantes si quieren que, en nombre de la grandeza histórica y el sacrificio por España, su partido se abstenga para favorecer un gobierno socialista con los inmaculados Ciudadanos de Rivera. Se admiten apuestas sobre el resultado. Democracia directa, inmaculada, tan de moda.
Insiste en que:
Le queda Iglesias. Nombra un comité negociador con muchos nombres ligados a la historia reciente para calmar inquietudes en su partido, pero los acuerdos están ya hablados y pendientes de flecos. La gente de Podemos quiere, en primer lugar, fecha concreta para desarrollar una reforma constitucional que incorpore determinadas concesiones nominales a los grupos que conforman ese batiburrillo. Quiere también incluir una suerte de referéndum revocatorio chavista, es decir, que un determinado número de firmas de ciudadanos puedan levantar de su asiento a un ministro o a un presidente. Más o menos lo que contempló Chávez en Venezuela y olvidó, por supuesto, a los dos días de ocupar el poder. Democracia asamblearia en estado puro. Y otro de los flecos consiste en establecer un equilibrio en nombramientos de alta gama: si el ministro es socialista, el secretario de Estado es de Podemos, y viceversa. Así todos se controlan.
A buen seguro hay alguna diferencia más, pero estas tres están seguro entre ellas. Podemos se compromete a pastorear a los suyos, y el PSOE, a convencer a los nacionalistas vascos, que ahí andan callados, pero que no renuncian a lo que les es troncalmente esencial. Basta simplemente que los independentistas catalanes vayan a orinar en bloque el día de la votación y Sánchez tendrá las llaves de La Moncloa. No se sabe por cuánto tiempo, pero las tendrá.
Y finaliza:
El primer escenario se antoja improbable, ya que el PP promete aguantar las presiones que ya le anuncian desde no pocos foros políticos y periodísticos. El segundo es el factible, aunque Sánchez no se lo haya dicho al Rey, que supongo que no se chupa el dedo. En todo caso, ha surgido un contratiempo en forma de encuesta del CIS: hoy por hoy, de celebrarse elecciones, Podemos adelantaría al PSOE en votos contantes y sonantes, con lo que la tentación es demasiado grande. El PP, por su parte, ganaría muy poco, sin tener en cuenta el «efecto Valencia», que no ha sido contemplado en esta oleada, con lo que vaya usted a saber lo que se cuece en Génova.
Para Hermann Tertsch los datos del CIS no hacen más que confirmar algo fehaciente, que España tendrá un gobierno de izquierdas con apoyos de los separatistas, de los que quieren hacer saltar España por los aires:
El barómetro electoral del CIS publicado ayer, elaborado con cuestionario de hace un mes, apenas sirve ya para que Podemos le restriegue a los «barones» del PSOE un hecho sabido: que si sabotean el Frente Popular se van a unas elecciones en las que se consuma el «sorpasso», el adelantamiento al PSOE por un Podemos ya segunda fuerza. Cuando no primera, a la vista de la demolición en marcha del Partido Popular con las nuevas bombas de inmoralidad que le estallan en los sótanos y la ya incalificable actitud del presidente en funciones. La otra pieza, Ciudadanos, esforzada por imprimir sentido común y patriotismo al debate para impedir lo peor, quedará previsiblemente compuesta y sola. Junto a los escombros del PP. Los barones socialistas saben que las elecciones solo acelerarían su previsible ruina. Con lo que el gobierno de Frente Popular, en el que aun sea el PSOE el mayor partido y quien pone al presidente, es lo mejor que pueden obtener, una vez dinamitada una amplia coalición. Tragarán con un gobierno en el que los comunistas de Podemos e IU tendrán sólida presencia. Y la llave para liquidar el gobierno, ir a elecciones y dejar al PSOE hecho un Pasok cuando quiera. Sánchez es un hombre pequeño aunque gaste tanta talla. Iglesias, sin ser la mitad de la mitad de lo que pretende, será por ello muy jefe.
Precisa que:
Salvo milagro, España va a tener un gobierno socialista-comunista con servidumbres separatistas. Responde al mensaje revanchista que generó y promovió el PSOE bajo Zapatero y cuya monstruosa criatura es Podemos. Con implacable coherencia va a devorar al padre y con él liquidará los últimos vestigios de un proyecto de socialdemocracia europea en España que jamás acabó de cuajar. La irrupción de Zapatero convirtió al PSOE en un Podemos de cincuentones a los que ya no se les caía el franquismo de la boca. Ahora son arrollados por un Podemos auténtico, con todo el resentimiento, el adoctrinamiento y el odio aprendido y la convicción de líderes y militantes de que ganarán por fin la Guerra Civil. Y ellos serán, de puro listos, los primeros en el mundo que aplicarán el socialismo en su senda hacia el comunismo con éxito. En todas las generaciones hay una cierta cantidad de energúmenos que creen que la larga cadena de fracasos, genocidios, crímenes, ruinas y miseria infinita del comunismo solo se debió a que no habían nacido ellos. El problema está cuando por una cosa u otra, habitualmente por debilidad, traición, ceguera o codicia de los demás, estos energúmenos llegan al poder. A nosotros parece habernos tocado en suerte.
Y destaca el estado huérfano en el que se ha quedado el centro-derecha en España:
En estado desastroso estará previsiblemente pronto todo el país. Pero trágica es la situación de la España de centro-derecha que ha quedado huérfana, con un partido destruido, unos líderes desprestigiados hasta la vergüenza y un electorado confuso y atemorizado. Requerirá una refundación con líderes nuevos que olviden las formas de actuar en un PP secuestrado y estrangulado por su actual dirección. Su tragedia será la de toda España y en eso radica la esperanza de su resurgimiento. Para la refundación de una fuerza con autoestima para reconquistar unas libertades que nos están siendo ya arrebatadas. Ahora afronta una causa general el centro-derecha con la criminalización de sus ideas y sus valores por un Frente Popular revanchista y triunfante. Este necesitará mucha agitación ideológica para evitar que gire contra él la ira de una sociedad española que pronto notará en su vida cotidiana el terrible daño que le han hecho los políticos y se ha hecho a sí misma. Y comprobará con espanto lo difícil que es salir del pozo al que está cayendo.
En El Mundo, Raúl del Pozo detalla cómo Podemos, según el CIS, se ha merendado a los socialistas:
Las oscuras golondrinas, casi azuladas, locas, chillando su locura, han cruzado el Estrecho de Gibraltar. Vienen de África. Llegarán 30 millones a comer insectos y cañamones en el sayal del toro. Simbolizan la libertad y la aventura; por eso se las tatuaban en su pecho los marineros y los presos a la luz del faro sobre los veleros.
Se han adelantado las golondrinas y ya planean sobre la fatalidad y el azar que envuelve el cielo de España cuando la política es un juego de naipes. Unos van a ganar y otros van a ser pelados. Los políticos hacen envites falsos, juegan de farol. Lo dice Alberto Garzón, el punto más valorado por los mirones: «Excepto IU, los demás partidos han cambiado varias veces de postura». Cambian hasta el orinal, como los ‘burlangas’ de Quevedo; dicen y se desdicen en el mismo día y repiten hasta la náusea «por activa y por pasiva».
Señala que:
La ciencia zoroástrica del CIS anuncia que Podemos ha logrado el ‘sorpasso’. En la encuesta, el partido de Pablo Iglesias adelanta al PSOE en la intención de voto, mientras que el PP aún es la primera fuerza política, a pesar de la corrupción. Pedro Sánchez recuerda que el CIS se hizo a primeros de enero y que han pasado muchas cosas desde entonces. Mariano Rajoy declara que el PP sigue siendo la primera fuerza y, en cuanto al escándalo de la mangancia y el trinque, ha dado el ultimátum: «Esto se acabó. Y ya no se pasa ni una más». Pero numerosos cargos del PP no pueden decir, como Sancho cuando dejo de ser gobernador: «Saliendo yo desnudo como salgo, no es menester otra señal para dar a entender que he gobernado como un ángel».
Los videntes del CIS no nos dicen a cuál de los novios señala Atenas, disfrazada de la golondrina, como en ‘La Odisea’. Mientras los pretendientes esperan la decisión, la baranda de Madrid no deja de tejer la mortaja de los que murieron en las cunetas, en las tapias, en las sacas, con los tiros de gracia o los fusilamientos. Siguen hurgando en la herida de la Guerra Civil y pisando una tierra que pudrió los huesos de un bando y del otro. El país del odio y de la culpa, de los apátridas, desterrados, encarcelados y fusilados, sigue practicando la pasión del odio a pesar de la leyes de la reconciliación con las calles y las estatuas.
Y rememora que:
Me recuerda Antonio Rovira, el gran intelectual que recopiló la obra completa de Tierno Galván, cómo el ‘Viejo Profesor’ evitó a los vengadores. Escribió: «No hay que hacer gastar a la gente para que no tengan que hacer nuevos membretes y para no crear muchos problemas con las guías de teléfono».
Aquel alcalde adoptó un criterio de paz, para que no hubiera demasiadas polémicas ni querellas por el nombre de las calles. «Las placas no sustituyen a la Historia. No tenemos ánimo de desquite. A ver si de una vez acabamos con esto de que las contiendas políticas están alterando el nombre de las calles. Estamos dispuestos a que la guerra se vaya borrando de la conciencia y quede sólo en la inteligencia, como un recuerdo histórico».
Federico Jiménez Losantos le da a Pedro Sánchez un motivo de peso para no formar gobierno con las fuerzas populistas:
Aunque la escenificación de su intento de investidura, recibiendo a todos los pueblos y pueblas, de Austria y Hungría, como Sissi Emperatriz, acabe en tomadura de pelo a Ciudadanos y a la opinión pública en general, hay un argumento, uno sólo, que debería inclinar a ‘Snchz’ a no formar un Gobierno de Frente Popular Separatista. Por supuesto, no es el interés de España, de la democracia, ni del PSOE, que le importan poco, sino el de su propio futuro político, que algo le importará.
‘Snchz’ tiene dos posibilidades: darle la razón a Rajoy y formar un Gobierno presidido por él pero dirigido por Podemos y los separatistas, con el voto negativo del PP y C’s y la opinión pública en contra, o presentar en las Cortes un Gobierno pactado con Ciudadanos y pedir la abstención del PP para no ir a nuevas elecciones, que, según el plato precocinado del CIS hace un mes que el Gobierno sirvió ayer, dejarían el Parlamento como está pero con una diferencia: Podemos, más votado que el PSOE, presidiría ese Frente Popular Separatista que en cien días liquidaría cuarenta años de democracia y dos mil de España.
Detalla que:
Si el PSOE forma el Gobierno de la Cheka y la Anti-España, ‘Snchz’ sería como el presidente Urrutia cuando Castro tomó el poder en 1959: una figura decorativa para tranquilizar al exterior que dimitió el 18 de julio de ese año fatídico. Castro puso entonces a Dorticós de Foto-Presidente (acabó sus días pegándose un tiro) y al asesino Guevara a firmar los billetes como ‘Che’, momento en que el peso valió tanto como la vida de los cubanos: nada. ‘Snchz’ pasaría a la historia como un Kerenski cretinoide y el PSOE sería el funcionarial Partido Campesino (del Sur) de la Polonia soviética.
Y sentencia que:
Si ‘Pdr Snchz’ se presenta en las Cortes al frente de un Gobierno con Ciudadanos, pondría a Rajoy contra las cuerdas y, si el PP fuerza nuevas elecciones, seguiría como candidato y secretario general, porque se habría sacrificado por ese gobierno nacional y de moderación que le piden Susana Díaz y los barones refractarios. Aparte de que el que quedaría fatal sería el egoísta Rajoy y no digamos el PP, ¿cómo iba a echar Susana a ‘Snchz’ por hacer lo que ella pide, que es no pactar con Podemos? En el soviet de Iglesias, ‘Snchz’ tendría un breve presente; contra él, un largo futuro.Pero el suicidio es libre. Y en el PSOE, tradición.