LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

«Un par de imbéciles han dado la salida para el blanqueo de ETA»

Carlos Herrera, en ABC, sacude de lo lindo a Carmena, Colau y otros dirigentes por minimizar un hecho como es el de la apología del terrorismo por parte de dos titiriteros

Pactos, titiriteros, corrupción en el PP, el ‘caso Noos’. Este 12 de febrero de 2016 los lectores de las columnas de opinión se van a encontrar con un surtido de temas más variado que el de esas cajas de galletas donde el sabor más insospechado seguro que te lo encuentras. No van a aburrirse por muy manidos que ya estén algunos de los temas que proponen la tropa articulista.

Comenzamos por el ABC y lo hacemos con Carlos Herrera que directamente califica de «imbéciles e idiotas» a los dos sujetos que perpetraron la funesta mamarrachada del ‘Gora Aka-ETA’ haxe justo una semana, el 5 de febrero de 2016, en un teatrillo de títeres en el madrileño barrio de Tetuán:

El hecho de que un par de imbéciles escriban un panfleto anarcoide en forma de teatro de guiñol no tiene tanta importancia. España -y otros países- está llena de rincones lúgubres y mohosos repletos de individuos «alternativos» representando estupideces. El problema, como todos sabemos, es que individuos como los mentados sean contratados por el Ayuntamiento de la capital para amenizar el carnaval a grandes y pequeños. Que los titiriteros en cuestión apuñalen monjas y ahorquen jueces en locales de okupas no pasa de ser una más de las «performances» que los radicales de la nada ofician en esta España de pandereta. Que lo hagan en un parque repleto de niños y padres, mediante la convocatoria de una concejalía, entra dentro del apartado psiquiátrico de la gestión municipal. Pero no vengo aquí a manosear de nuevo un asunto que lleva ya rolando una semana y que ha volcado buenos litros de tinta. Vengo a por otra cosa.

Se pregunta que:

¿Cuánto tiempo falta para que se considere la situación penal de los presos de ETA un asunto a debatir? El hecho de que destacados políticos de emergencia reciente hayan polemizado acerca de la libertad de expresión -y el derecho a juguetear con el nombre de ETA- invita a considerar que el debate sobre el futuro de ese colectivo encarcelado está a dos calles vista. Los titiriteros, de hecho, han precipitado algo que algunos llevan cociendo en interiores desde hace algún tiempo, pero que por prudencia escénica han preferido guardar hasta momentos más apropiados: propiciar la excarcelación de etarras.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, sin ir más lejos, ha dado soporte a pancartas que jugueteaban con el nombre de ETA, de la misma forma que miembros de IU o de Podemos han lamentado la «represión» sufrida por este par de desgraciados después de haber hecho apología del terrorismo. Es el previo a considerar, una vez tomado el poder, el cambio de consideración hacia el colectivo de individuos que ha sometido al país a décadas de sufrimiento y sangre. No habrá de pasar mucho tiempo antes de que la extrema izquierda que el PSOE ha aupado al poder municipal -de momento- considere a los presos de ETA como una rémora que impide el desarrollo de la democracia adanista que han traído como buena nueva para suerte de todos los españoles. La extrema izquierda siempre ha coqueteado con el léxico etarra. Los asesinos son «activistas», la banda de criminales es un «movimiento político» y la actividad terrorista es la «lucha armada». Eso no hace falta esperar para oírlo: ya se está utilizando por gente como la alcaldesa Carmena. Finaliza asegurando que:

El siguiente paso es considerar que la ETA fue un instrumento útil para la consecución de la democracia en España, argumento que algunos siempre manejan de forma absolutamente perversa. El último es, una vez conseguido el poder, proceder a la revisión de los expedientes, considerar que ya han purgado suficiente y promover una «reconciliación» mediante su excarcelación, ya que la Justicia no puede ser venganza y tal y tal. Han censurado mucho al ministro del Interior, Fernández Díaz, por decir que el entorno etarra -que existe, y tiene representación parlamentaria- prefiere un gobierno en el que ande por medio Podemos que uno del Partido Popular, cuando lo que ha dicho tiene todo el sentido del mundo. Si yo fuera un convicto de la ETA daría botes de alegría si llegara al gobierno gente que cree que decir «Gora ETA» es un derecho artístico -y lo aplaude encantado- en lugar de gente que piensa todo lo contrario. Los primeros acabarán con la dispersión y terminarán procediendo a mi excarcelación. Los segundos me mantendrán dispersado. Pongo en marcha el cronómetro para ver qué tarda en desperezarse el monstruo. La señal de salida la han dado un par de idiotas. Permanezcan atentos.

Hermann Tertsch coge por la pechera, metafóricamente, claro, a Dani Rovira, ese actor de moda que vale para una película, la gala de los Goya o para hacer publicidad. Está claro que el periodista ‘no lecomienda’ hacerse fan de este artista:

Es el actor de moda, ha presentado la gala anual del cine español, será rico ya por sus ingresos del exitazo de esas películas de chiste como «Ocho apellidos vascos» y su bis «Ocho apellidos catalanes». Y gracias a sus anuncios y galas tras el bombazo de taquilla. Es además ya el gracioso oficial, el simpático jaleado y aplaudido por los medios que establecen el canon cultural y de la corrección política en España. Y, sin embargo, Dani Rovira está inconsolable. Su mensaje en Twitter del martes día 9, después de la lectura de los ecos de la gala del sábado, lo deja claro: «Tras todas las críticas, desprecios, insultos, acusaciones y decepciones, he de decir que no me ha merecido la pena presentar @PremiosGoya». ¿Y por qué está triste el galán gracioso? Nadie puede reprochar a Rovira el tedio de películas que tan poca gente ha visto y verá. Aunque se apañen algunos para falsificar suficientes entradas y granjearse subvenciones, esa corrupción de la que allí nadie habló.

Detalla que:

Tampoco puede culparse a Dani del triste, vulgar y aburrido montaje con recursos e ideas paupérrimos y fiascos técnicos de colegio mayor subsahariano. Y nadie responsabilizará al andaluz de ese «desfile de estrellas» que se antoja un concurso de modistillas. Con artistas, modelos y chicas de compañía con un lenguaje tan ordinario y soez que evoca el lupanar de provincia en otros tiempos. Con algunas que hablan un español que se antoja un recital de onomatopeyas. ¡Dicción, señoritas, dicción! El glamour de los Goya no logra despegarse de la estética de las bodas en motel de carretera de la Yugoslavia titoísta. Y todo va a peor. El Frente Popular asoma en el horizonte cercano y brota ya más fuerte otra vez el pelo de la dehesa. Eso sí, rezumándoles a todos la soberbia por los poros.

Rovira está triste porque le han atacado en las redes sociales. Los más fieros habrán sido como siempre los decepcionados. No quienes no ven desde hace muchos años ese torpe espectáculo. Ni los que se asoman al televisor intermitentemente para confirmar su desprecio por el acto oficial español más hipócrita y vulgar. Se metieron con el pobre Dani quienes se vieron desagradablemente sorprendidos por el hecho de que ya domine el insulto sectario y las actitudes faltonas como los bonzos más viejos y patéticos de este cine español secuestrado por una izquierda agria y zafia. Con los desprecios al ministro y a la derecha y cuatro cretinadas, Rovira demostraba haber asumido el papel de Eva Hache barbuda.

Y sentencia:

No es que la derecha no lo merezca. Precisamente por agasajar a esa izquierda embrutecida y revanchista. En mi libro «Días de ira» dedico capítulos a esa derecha obsequiosa, más eficaz que el feroz sectarismo de la izquierda en convencer a todo el que quiera entrar en el «mundo de la cultura» de que hay que proclamarse de izquierdas y mejor aún militar en ella. Garantiza la mejor promoción por parte de todos y es la única forma de acceder a premios, ante todo a los que otorga el PP. Las críticas a Rovira no eran solidaridad con un ministro de Cultura que volvió a demostrar que el exceso de buenas maneras en el trato con rufianes no es necesariamente una virtud. Y que podía haberle ahorrado a su encantadora mujer aquella afrenta vulgar e interminable. Los ataques por los que llora Rovira son solo reflejo del hartazgo de millones de españoles. Aburridos y asqueados de que siempre insulten los mismos. Que ven al gracioso que les caía bien perfectamente integrado en el encanallado frente de la superioridad moral que ha dinamitado la convivencia en España.

David Gistau le da una somanta de palos dialécticos a Mariano Rajoy a cuenta de la corrupción en su partido y de su galbana para desterrar la misma:

Rajoy desconcertó a su electorado con dos torpezas consecutivas. La primera es una hazaña, porque Rajoy consiguió que Podemos, el de las guillotinas y los bustos depuestos, el que fantasea con degollar Borbones, se levantara para proteger al Rey del PP. A Rajoy lo irritan el protagonismo y las ínfulas presidenciales de Schz que él mismo le concedió al declinar la investidura. Así, y al mismo tiempo que pone en circulación la ocurrencia, contradictoria con un sistema parlamentario, de que cualquier gobierno que él no presida será «antidemocrático», trató de presionar al Rey para hacerlo instrumento de sus intenciones. Esto coincide con un delicioso rumor de Corte según el cual el Rey conspira a favor de Podemos porque la Reina, una podemita tremenda, lo ha hechizado. Como si María Antonieta hubiera frecuentado los clubes jacobinos y llamado a su marido ciudadano Capeto. Avisen ustedes en cuanto noten que el Rey se deja el pelo largo como para atarse una coleta.

A este paso, y con el pretexto de la tranquilidad de los mercados y de la legitimidad democrática que sólo él tiene, Rajoy llegará a pedir al Rey que se busque un elefante blanco. Mientras, su intento de arrastrar a la Corona a su «melé» seguro que ha molestado a esa parte de su electorado, no menor, que además es monárquica y quiere a su Jefe de Estado respetado y al mismo tiempo sujetado por las limitaciones constitucionales. Antes de irse, Rajoy aún tiene tiempo de averiar una de las pocas instituciones españolas que, desde la abdicación, goza de prestigio y conoce su sitio.

Añade que:

La segunda torpeza es autoparódica. Pocas horas después de ponerse dramático, como Escarlata cuando juró no volver a pasar hambre, acerca del se acabó la corrupción, Rajoy permitió que Rita Barberá se acogiera a sagrado en el aforamiento incluso si se disuelven las cámaras. Negada la corrupción estructural, establecida la teoría de los chorizos que se han colado y a los que hay que detectar y castigar, resulta que este segundo supuesto también tiene excepciones. En plena negociación, Rajoy hace que al PP se le pronuncie aún más la identificación con la corrupción impune.

Y se cuestiona:

Ignoro qué detiene a Rajoy ante ciertas personas. Si es una coacción por la información, demoledora para el partido, que éstas pueden divulgar en venganza, o si se trata tan sólo del afecto, de los años vividos juntos. En cualquier caso, Rajoy está demasiado entreverado con todos los personajes turbios que el PP necesita sacarse de encima con una refundación. Ésta habrá de acometerla otra persona. Una que no tema lo que los corruptos puedan contar y que no sienta nada por ellos gracias a una distancia generacional. Que no le haya dicho a ninguno sé fuerte o te quiero, coño. Supongo que la militancia comprende esto, como comprende que el Rey no está para ayudar al PP a operar como Partido Único. Otra cosa es que la docilidad del entorno gregario que Rajoy fue moldeando a su alrededor encuentre coraje para convertirlo en una prioridad de futuro.

En El Mundo, Raúl del Pozo se ceba con la corrupción que abunda en nuestro país, empezando por el juicio del ‘Caso Noos’:

-Señor Matas: ¿recibió una llamada del Rey para favorecer a Iñaki Urdangarin?

-No.

Jaume Matas, ex ministro del Reino de España, presidente de las islas adyacentes, exculpó al Rey Juan Carlos I, al que antes había pringado. A pesar de ese gesto de fidelidad, asistimos al triunfo de la Justicia y también al de la envidia, que según Mendeville es una pasión útil, y tan natural como el hambre y la sed, que se descubre en todos los niños, en los caballos y en los perros. España es una plaza de la concordia mediática, aunque ahora no se guillotine a los miembros de la familia real como entonces, como cuando a María Antonieta se la enterró con la cabeza entre las piernas, después de llamarla Madame Déficit por sus gastos en collares, y de acusarla durante el juicio de haber incitado a su hijo, el Delfín, a cascársela. En estos días infantes y virreyes se sientan en el banquillo algo que no ha ocurrido en ninguna democracia europea, excepto la italiana. Los Pujol están procesados en Madrid, los infantes en Mallorca, mientras hace ejercicios de calentamiento Rita Barberá. Ha contado Matas que era Urdangarin el conseguidor y había que pagarle la mordida. Sentado en el banquillo puede hacer estremecer a su partido, aunque le pierda su ansia de lujo y esplendor. Lo que más encabrona a la multitud es el tren de vida de los Matas. Para algunos el paraíso es el sexo, para otros la salud, el alcohol y hasta una biblioteca. Para esa familia la felicidad eran botellas de Vega Sicilia, pelucos de oro y escobillas de retrete de 370 euros.

Y apunta que:

El epílogo de un reinado y de un sistema nos confirma que los partidos políticos se han financiado ilegalmente y que algunos políticos, conseguidores y tesoreros se han forrado. Pero al final muchos de ellos han acabado comiéndose el marrón. Albert Rivera exigió ayer a Mariano Rajoy un pacto nacional contra la corrupción para evitar que sigan chupando del bote los políticos y los barones. Para Podemos el problema no son los comportamientos individuales, sino las puertas giratorias y la complicidad entre el poder político y el económico. Esa estructura clientelar y corrupta ha terminado con parte de la clase dirigente en el banquillo como en Tangentópolis cuando miles de corruptos van a ser condenados. Aquí, como en Italia, ha triunfado la Justicia y también la envidia, como escribió Leonardo Sciascia cuando dijo que ese es un mal español, y por lo tanto un mal siciliano. Los españoles sienten dos pasiones: el afán de autodestruirse como puede comprobarse estos días y la envidia. Sciascia cita a Gracián que ya en su siglo adelanta que además de la justicia, la pasión de la envidia siempre anda entre nosotros. «Porque se quebrase el otro un brazo y se sacase un ojo, perdía él otro». Los Matas en su palacete construyeron un palacio de la chulería, de la provocación, como han hecho la mayoría de los ladrones del templo. Y al final, los fardones han terminado sentados en la silla donde se jiñó el gitano.

Pedro Cuartago considera que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, está más perdida en el Ayuntamiento que un pulpo en un garaje:

Una de mis películas favoritas es El mago de Oz. Entre sus personajes, hay una bruja buena y otra mala que siembra el terror en el país de los enanos. La foto con sombrero de copa en la que Manuela Carmena sonríe en el Entierro de la Sardina evoca la bruja benefactora que protege a los pequeños.

Dice que:

Pero la Carmena que saca unos Reyes Magos minimalistas a la calle, que patrocina espectáculos como el de los titiriteros o que quiere cambiar los nombres de las calles se asemeja mucho más a la bruja malvada del Oeste que vuela sobre su escoba en el país de Oz. Cuando la veo pedir perdón por sus errores, me parece una persona cabal. Cuando observo sus actos de gobierno, tiendo a pensar que está dominada por el sectarismo.

Y remacha:

¿Abuelita entrañable o genio del mal? Como no creo en las simplificaciones, me da la impresión de que esta mujer está desorientada y sobrepasada por los problemas. Necesita, como Dorothy, unos zapatos mágicos que la orienten en el bosque de la política.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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