Pactos, reuniones, dineros de la Venezuela chavista para implantar aquí, en España, ese modelo dictatorial. Estas son las cuestiones fundamentales que abundan este 7 de abril de 2016 en las tribunas de opinión de la prensa de papel.
A 25 días para que llegue el 2 de mayo de 2016 y, por tanto, la fecha que marque la disolución de las Cortes, esto cada vez se parece más a una partida de Parchís (copyright que tomo prestado de mi amigo riojano Fernando Ábalos) en la que ninguno de los cuatro jugadores quieren mover ficha y ya juegan hasta a bloquearse a sí mismos.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Luis Ventoso que, al margen de pedirle a Pablo Iglesias que deje de tomar por «imbéciles» a los españoles, también pone a Pedro Sánchez de vuelta y media por sus «principios de plastilina».
La chispa de Churchill para las frases redondas ha sido embellecida con apócrifos. Una de sus citas más sonadas jamás salió de su boca, según asume The Churchill Center. Pero es tan certera que se repite constantemente: «Si a los 25 no eres de izquierdas es que no tienes corazón. Y si a los 35 no eres conservador, es que no tienes cabeza».
Esa es la evolución ideológica de mucha gente bienintencionada. De mozos se enamoran de la lírica igualitaria, hasta que en la edad adulta se sinceran consigo mismos, hacen un ejercicio de honestidad intelectual y reconocen que cada vez que se aplica el catecismo marxista la fiesta acaba en pocas lentejas y menos libertades. Un amigo que recorrió la ruta de Marx a Popper me ha evocado cómo era aquel culto setentero: humo de Ducados, pana y patillas, larguísimas muermo-asambleas sobre el sexo de los ángeles, pegatas y pasquines, escritos sacros de Marx, Sartre, Chomsky, Gramsci, Lenin o Frantz Fanon. Algunos se quedaron a vivir en el cuento de la lechera. Otros avanzaron al encuentro con la realidad.
Recalca que:
Una de las características que adornan al auténtico erudito es no abrumar ni humillar con los conocimientos. Iglesias, que a decir de quienes saben sale casi a error por cita, gusta justamente de lo contrario: le pone epatar al adversario, restregarle por la cara una supuesta alta cultura. Camina por el mundo con la cansina y ridícula prepotencia de quien se cree el único tío que ha leído un libro complejo, o ha disfrutado con una película de autor. Ayer en el Congreso, con la pose altiva al uso, le recomendó a Rajoy que «lea al gran Frantz Fanon» y prometió regalarle su libro más célebre, «Los condenados de la tierra».
Como soy mucho más gañán que el profesor Iglesias y un pelín menos izquierdista, andaba yo en la berza respecto a Fanon (lo mío es más conservador: Samuel Johnson, Montaigne o un buen café con la tribuna de Guy Sorman en ABC). Pero mi amiguete, el que se chupó todas las asambleas del correcto dogma, me ha puesto al día. Psiquiatra y filósofo francés procedente de sus colonias caribeñas, Fanon es recordado como una figura controvertida por su justificación de la violencia. Sus detractores más duros sostienen que sus teorías han facilitado argumentos de justificación a grupos terroristas. La obra que el profesor Iglesias quiere regalarle a Mariano -dudo que logre desviarlo del «Marca»- lleva un prólogo del viscoso Sartre, quien presenta abiertamente el libro de Fanon como una apología de la violencia.
Y sentencia:
En esas ciénagas hunde sus raíces nuestro Pablo… y en los siete millones de Chávez que ha destapado este periódico, y en los pagos de Irán, y en unas teorías económicas de quiebra y chufla, y en el flirteo con los herederos de ETA y los separatistas, y en la aversión a unirse a los demócratas para plantar cara al yihadismo. Canta por todos los flancos y solo cabe pedirle una mínima cortesía: no tome a sus compatriotas por imbéciles.
Ante tan turbio socio se humilla genuflexo Sánchez, el de las reuniones secretas con Junqueras (cuyo objetivo declarado es destruir España). Pedro, apolíneo ególatra de principios de plastilina que dirige al PSOE con pulso firme… al hoyo de la irrelevancia.
Gabriel Albiac cuenta por qué en la Complutense la hoy turba podemita llegó a pedir su cabeza hace ya unos cuantos años, justo coincidiendo con el fallido golpe de estado a Hugo Chávez, presidente de Venezuela en 2002, y donde él se posicionó a favor de la caída del ‘Gorila Rojo’:
Me sorprendió la violencia, entonces. No se ajustaba a medida. Era abril de 2002. Y un caudillo acababa de caer en Venezuela. Nada nuevo: la triste historia de América Latina está hecha de espadones que desplazan a espadones. Escribí. Nadie podía esperar que el derrocado me generara ternura; aunque ninguna ternura sintiera por sus contrarios. Hay gente que ama a los dictadores, a algunos dictadores. No es mi caso. Combatí el franquismo desde que yo era un crío: no hay en ello mérito ni demérito; sencillamente, no tuve más opción que estar en guerra contra lo que me hizo la guerra desde la cuna. Así que la caída de Hugo Chávez, caudillo golpista, me regocijó. Más me hubiera regocijado la de Castro.
Detalla que:
La reacción fue inmediata. Y excesiva. Me convertí en un enemigo del pueblo y un genocida. Y todavía al jubilarme, trece años más tarde, fui despedido con un hermosa pintada de «Albiac, desde siempre fascista», cuya foto atesoro como sincero homenaje: que los fascistas pidan tu cabeza por fascista es lo mejor que te puede pasar en esta vida.
Lo peculiar de aquello fue que me vino de donde no esperaba: antiguos alumnos míos, profesores ya. Aprendí, en la práctica, lo que había leído en Steiner: que uno es moralmente responsable, no sólo por lo que «sabe» que escribe y enseña, sino también por las ambigüedades que hacen de lo que escribe y enseña cáncer en sus discípulos. Y entendí que mi tiempo de docencia había terminado -mejor así- en un venerable fracaso.
Pero, a primera vista, aquello no tenía lógica. ¿Por qué un Tirano Banderas de programa y modos mussolinianos, heredero de ese fascismo para Latinoamérica que fue y es el peronismo, movía el entusiasmo de la exquisita vanguardia de la Complutense?
Aclara que:
Lo entiendo ahora. Se llama siete millones de euros, con «el objetivo de desarrollar la conciencia social bolivariana en las instituciones del Estado [español] y sus trabajadores, en una acción catequizadora sostenida hasta lograr una estructura social incluyente, un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, en el cual todos vivan en similares condiciones, bajo el postulado del libertador, «la suprema felicidad social»». Firmado, Hugo Chávez, Caudillo de Venezuela. Factura por los servicios contratados a los bolivarianos españoles. Bueno, si lo que estaba en juego eran siete kilos y la felicidad perpetua, doy todo por bien empleado.
Y remacha:
La vida es verdaderamente perra. Y las retóricas humanitarias acaban siempre por encubrir lo mismo: dinero y poder, dinero que da poder. No había entonces Podemos: primero fue CEPS, su tapadera contable. Nadie ignora que sin dinero abundante no es posible irrumpir en el mercado electoral. Y el dinero no sale gratis. Nunca. Lo cual, el contrato chavista deja claro: chavizar España era el precio. Se llama corrupción. Se llama también delito, puesto que la ley prohíbe la financiación extranjera de un partido: «los partidos no podrán aceptar ninguna forma de financiación por parte de Gobiernos y organismos, entidades o empresas públicas extranjeras o de empresas relacionadas directa o indirectamente con los mismos» (Ley Orgánica 3/2015, art. 7.2). Más aún, si quien paga es la tiranía populista que Human Rights Watch describe. Corrupción y poder se espejean. No hay excepción a eso: la corrupción es la esencia de la vida, reza un aforismo aristotélico. Y hoy, la corrupción es la esencia de la política.
Isabel San Sebastián asegura que con Podemos no se puede ir ni a heredar, en clara referencia al socialista Pedro Sánchez, pero al mismo tiempo deja un recadito a aquellos que alentaron al partido de Pablo Iglesias para que dividiese a la izquierda. Un sagaz, dice con ironía la periodista y escritora.
Pedro Sánchez tiene muy buenas razones para querer blanquear su acuerdo de Gobierno con Iglesias metiendo en él a Rivera en calidad de coartada o elemento legitimador. Podemos no es una fuerza democrática al uso, homologable al PSOE o incluso a Izquierda Unida. No defiende posiciones ideológicas compatibles con el pluralismo. Ni siquiera se molesta en disimular su verdadera naturaleza levantando la voz para condenar la persecución implacable que sufre la oposición en Venezuela o en Cuba. Podemos no cree en la libertad. Tampoco en las reglas del juego vigentes en nuestro Estado de Derecho, si bien ha demostrado auténtica maestría burlándolas a través de la fundación CEPS o las espectacularmente bien retribuidas asesorías de Monedero, fuente de millonarios recursos procedentes del régimen chavista. Podemos es un socio difícilmente presentable en sociedad, por más que sus diputados resulten indispensables para conducir al líder del PSOE hasta la Moncloa. Él lo sabe, lo saben sus «barones», algunos de sus votantes (seguramente una minoría) y lo sabe también Ciudadanos, que por ello niega de plano la posibilidad de compartir cama con el partido de los círculos. Vamos, que rechaza sin ambages prestarse a ese «ménage a trois».
Dice sobre el líder socialista que:
Pedro Sánchez ha demostrado ser astuto. Su opción número uno era desde el principio lograr la investidura con el apoyo de los naranjitos y la abstención de los podemitas, o viceversa, escenario que llegó a vislumbrar hace unos días. En el entorno de Rivera había quien se dejaba seducir por la posibilidad de tocar poder sin más peaje que la aceptación «graciosa» de la venia morada, y entre los de Iglesias algunos nombres destacados abogaban por facilitar la formación de ese Ejecutivo, tan frágil como dependiente de su voluntad. Seguramente el ala dura del partido habría acabado imponiendo el criterio de exigir poltronas a cambio de votos, pero la posibilidad estuvo ahí, al alcance de la mano socialista.
La aparición de los documentos publicados por ABC, que dejan al aire vergüenzas inconfesables referidas a la financiación de Podemos, así como la influencia decisiva de los integrantes más solventes del grupo de Ciudadanos, parecen haber devuelto las aguas a su cauce natural. El cauce trazado en los términos del acuerdo suscrito con el PSOE, cuyo propósito era obligar al PP a sumarse a una gran coalición de fuerzas constitucionalistas y nunca servir de base a un Frente Popular blando como el que persigue Sánchez. Dicho de otro modo; que con Podemos uno no puede ir ni a heredar, ya sea absteniéndose para dejar ser vicepresidente a Iglesias, ya sea aceptando el apoyo expreso o tácito de sus representantes en el Congreso. ¡Ni a heredar!
Y asegura que:
Pedro Sánchez es ambicioso. Bloqueada su vía preferida de acceso al puesto de mando, que ya ha saltado por los aires y esta tarde, probablemente, rubricará su defunción, no es aventurado augurar que recurrirá al plan «b» del frente duro. Esto es, que dirá adiós Ciudadanos y abrazará sin pudor a Iglesias, previo cálculo del tiempo destinado a impedir que la sensatez persistente en el PSOE se encargue de frustrar la estrategia. Tengo para mí que no se reunió en secreto con Junqueras para hablar del cambio climático. Me dicen que el PNV ya tiene comprometido su respaldo al matrimonio, en caso de que se consume. Quien tuvo la «brillante» idea de alimentar a Podemos a costa de ignorar sus desmanes, con tal de dividir a la izquierda, puede estar hoy orgulloso/a de su gran sagacidad política.
En El Mundo, Arcadi Espada critica a los líderes políticos por haber dado carta de naturaleza a Podemos, desde la izquierda, la derecha y el centro:
Casi todo lo que es el partido Podemos debería dar vergüenza a sus dirigentes. Pero, hasta ahora, sólo se sabe que les hayan dado vergüenza positiva sus ideas. Han renunciado a la mayoría de ellas. Sean la renta básica universal, la salida del euro, las nacionalizaciones, la jubilación a los 60 o la prohibición de los toros. Sólo mantienen el referéndum de autodeterminación, pero de buena gana renunciarían a él y lo cambiarían por el poder, si no fuera por las imposiciones hasta ahora terminantes de su fracción catalana. A la vergüenza por sus ideas deberían añadir la de su génesis. Podemos no sólo es la excrecencia del pasado fracasado y atroz del comunismo, sino del presente fracasado y atroz que es el del régimen sadista y el de los clérigos iraníes. De un modo u otro esos dos innobles modelos políticos están en la raíz misma, también financiera, del movimiento.
Añade que:
Dinero sucio, ideas sucias. Y hasta platos sucios, según los exhibía con orgullo en su cocina el líder máximo, en no sé qué televisión. Qué decir, por lo demás, de sus estudios. Hubo uno, politólogo, que empezó un artículo en ‘El País’ y en el primer párrafo ya demostraba que no sabía lo que era un juego de suma cero: y lo más cómico, sin que nadie le hubiera preguntado. Parece que el líder máximo, infatigable devorador de contraportadas, fue premio extraordinario en la facultad de Políticas de la Complutense. Y aún es la hora de que la autoridad competente haya abierto una investigación sobre los criterios de mérito que allí rigen. Pero no hay vergüenza alguna, sólo arrogancia.
Y acaba asegurando que todo se debe a que se les ha permitido ser a los podemitas los niños mimados del sistema mediático:
Una arrogancia que no sólo depende de su naturaleza, de haber sido los niños mimados del sistema mediático o de la superioridad moral común a los miembros de la especie. Su razón última está en la legitimidad que le han otorgado sus adversarios. Por ejemplo Pedro Sánchez, no cuando afrontó cabizbajo las humillaciones de Iglesias, sino cuando planteó con toda seriedad que podía gobernar con él. O Rivera, no cuando chocaba las manos del compadre en los debates, sino cuando aceptó que un acuerdo de gobierno podía pasar por la abstención de los populistas: espero que Rivera no tenga que comprobar cómo, una vez saldado el trámite de la hipotética investidura, PSOE y Podemos se ponen a gobernar mano a mano, acabando con la coartada de Ciudadanos y dejándolos en el exacto lugar irrelevante de sus votos. Hasta Rajoy la ha legitimado: nunca trató a Podemos en razón de los principios, sino del cálculo. Su arrogancia es nuestra vergüenza.
En La Razón, Martín Prieto advierte de que Podemos quieren propiciar un fin de raza:
En nuestra Transición se dio un vacío legal en que partidos y sindicatos carecían de sedes, estructuras reticulares, dinero sobre todo, y también expertos en organización, campañas, técnicas electorales y mercadotecnia. Nadie se alarmó porque los socialismos alemán y francés financiaran al PSOE o que Fraga se sirviera de marcos de los bávaros. Hasta Gadaffi nutrió a Tierno Galván y al breve Partido Socialista andaluz de Rojas Marcos. Se rumoreó (el rumor no es noticia) que Caucescu fue dadivoso con Carrillo aunque le regaló un monstruoso «Buick» blindado que reventó en llamas subiendo el Puerto del Escudo. Más que altruismo fue la necesidad europea de que España no descarrilara y fraguara una democracia homologable.
Constata que:
Aunque al sistema le quieren enterrar por vetusto, nuestra organización política es muy joven y aún se resiente de sus inevitables y extravagantes formas de financiación. El PSOE ha sido el único en ser condenado en sentencia firme por financiación ilegal, y ahora están entre Scilla y Caríbdis, entre la Policía y los Jueces de instrucción, por sumas mareantes, el socialismo andaluz y su sindicato y Convergencia Democrática de Cataluña. El tumor está metastizado. Si algo rescatable creíamos ver en Podemos era un presunto desapego del dinero pero ya son demasiadas las explicaciones exiguas sobre su arcas, desde la tronante «La Tuerca» con señal iraní hasta los documentos de «ABC». Pablo Iglesias no parece politólogo porque recurre a la manida «intencionalidad política» que es argumento más gastado que los cascos del caballo de Atila.
Y subraya que:
Lo más deprimente es que estos salvapatrias se hayan podido convertir en mamporreros de Hugo Chávez y correveidiles de la teocracia iraní.Ya puede Sánchez pedir el aguamanil como Pilatos. Aunque alardean de transparencia económica ni un solo periodista imparcial ha podido acercarse a la inextricable contabilidad de Podemos plagada de manglares. Sus desmentidos son erráticos y diagonales y ni los euros percibidos por Monedero de sus alumnos bolivaristas a quienes alimentaba con mayor represión han tenido claridad. Iglesias es mucho más viejo de lo que aparenta y podría pasar por la momia de Lenin con cirugía plástica. Napoleón Bonaparte secuestró y fusiló al realista duque de Enghien, y Fouché advirtió: «Sire; es peor que un crimen, es un error». Los papeles de Podemos pueden ser peor que un delito: un inevitable fin de raza.