LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Recadito de Sostres y Ventoso a los votantes catalanes: «Alguna responsabilidad tendrán si tienen al golpista Puigdemont y a la antisistema Colau»

"Si en Cataluña gobernó durante ¡23 años! un pícaro que evadía impuestos en Andorra no fue porque lo eligiesen los andaluces"

Recadito de Sostres y Ventoso a los votantes catalanes: "Alguna responsabilidad tendrán si tienen al golpista Puigdemont y a la antisistema Colau"
Ada Colau y Carles Puigdemont. EP

"La culpa de lo que pasa en Cataluña es de una sociedad inmadura que prefiere mensajes cada vez más simples y falsarios"

Los desmanes políticos y callejeros en Cataluña o el derbi madrileño en la Champions son las dos cuestiones esenciales que destacan este 28 de mayo de 2016 en las tribunas de opinión de la prensa de papel. Como podrán comprobar, un ligero descanso antes de iniciar la gran batalla electoral que se desatará en cuestión de días, ya que queda menos de un mes para el 26 de junio de 2016 y de nuevo tener que acudir a las urnas:

Salvador Sortres pone el acento en que los votantes catalanes tienen que empezar a asumir su cuota de responsabilidad respecto de lo que eligen en las urnas: Ada Colau o las CUP:

No ganaron haciendo trampas: ni la CUP, ni Podemos ni Ada Colau. Hace tiempo que España tiene que revisar la máxima de que los votantes nunca se equivocan; y la clase política en general tendría que recuperar su liderazgo y su inspiración para decir la verdad y hacerla inteligible en lugar de este pueril y pernicioso darle la razón a la turba, y apelar a sus bajas pasiones para contentarla.

Añade que:

Ada Colau, el tal Josep Garganté, o el mismo Pablo Iglesias son los menos culpables de esta rueda trágica. La culpa es de una sociedad inmadura que prefiere mensajes cada vez más simples y falsarios, y la culpa es de una clase política tradicional que en lugar de liderar se ha dedicado a reírles las gracias a los vándalos, y hasta a pagárselas, como hizo el exalcalde de Barcelona Xavier Trias con los okupas que hoy tienen en estado de sitio al barrio de Gracia.

El triunfo de esta gente es el gran fracaso de la democracia. De los representantes y de los representados. De la cobardía de estos líderes de Tercera Regional y de la inconsistencia de unos votantes que, de tanto tenerlo todo regalado, ni valoran nada, ni creen en nada ni respetan a nadie. Nuestro paradigma es de una gran mediocridad y la gran crisis no fue económica, sino moral.

Sentencia que:

El populismo no ha hecho más que ocupar el espacio vacío que por holgazanería y vulgaridad ha dejado la Civilización. Sin Xavier Trias no habríamos conocido a Ada Colau. Sin Artur Mas la CUP nunca habría llegado al Parlament, ni mucho menos a cortarle la cabeza a un president. Sin Zapatero, Pablo Iglesias estaría fumando en el bar de la facultad. Y con unos votantes un poco más inteligentes, y un poco menos arrogantes, los del container incendiado no estarían en las instituciones, sino en la fila de los sospechosos habituales.

Luis Ventoso va en la misma línea, que la responsabilidad de que gente como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, estén gobernando la tienen en gran medida los votantes catalanes por elegir lo que han elegido:

El periodista Puigdemont, de 53 años, presidente de Cataluña y máxima autoridad del Estado allí, ofreció ayer uno de esos desayunos que amenizan los grandes hoteles madrileños. Como es habitual en él, fue un discurso abiertamente golpista, pues anunció su intención de violentar la ley y proclamar en un año la república catalana. Aunque la tonada ya es cansina, no pude evitar cierto disgusto al volver a oírla, porque no quiero que rompan mi país y porque me da grima el provincianismo xenófobo y bastante miedo sus consecuencias (cuando empezó lo de Yugoslavia tampoco iba a pasar nada…).

Se plantea no obstante que:

Pero luego me quedé pensando. Si en Cataluña gobierna una coalición separatista, sustentada además por un grupo antisistema que simpatiza con el magma etarra, quien ha decidido eso no ha sido el coreano Ban Ki-moon, ni Merkel, ni los votantes de Chamberí o Lugo…

Si Cataluña sufre la peor calificación de una comunidad española en la historia de Moody’s, por detrás de Nigeria y Bangladesh, pese a ser la región más primada por el Estado español (soy gallego y no recuerdo que hayamos tenido aranceles proteccionistas desde el XIX, ni planta de Seat a dedo, ni Juegos Olímpicos, ni las primeras autopistas, ni AVE, ¡todavía!), pues me imagino que algo tendrá que ver tan pésima nota con cómo han gestionado los gobiernos catalanes, porque comunidades más pobres aprueban, y alguna con nota (el gran Puigdemont ya ha aclarado que «somos poquísimo responsables de eso»).

Detalla que:

Si en Barcelona gobierna una alcaldesa que procede del submundo antisistema y cuya primera decisión ha sido agredir a la industria medular de su maravillosa ciudad, el turismo; si padecen bochornosos altercados okupas, la responsabilidad de haber elegido a Colau no creo que sea de los de Santander.

Si el Barça, al que adoré en mi niñez y que era queridísimo por toda España, se ha convertido en un ariete de rechazo al resto de los españoles, no parece que la culpa sea de Florentino.

Si Cataluña, que era para toda España un ejemplo, lo más próximo al ideal europeo, nuestra meca artística -el lugar palpitante que eligieron para vivir los jóvenes García Márquez y Vargas Llosa-, se ha ido plegando sobre su ombligo y perdiendo tirón empresarial y prestigio cultural, no creo que se deba a una conjura masónica del Ibex, ni que los del cine y la música prefieran hacer sus presentaciones en Madrid por el aire seco de la Meseta.

Y concluye:

Si en Cataluña gobernó durante ¡23 años! un pícaro que evadía impuestos en Andorra y montó una trama con sus hijos para saquear el dinero de los catalanes, no eran los andaluces quienes lo votaban.

Si en Cataluña los ciudadanos sufren desde la Administración una implacable ofensiva de propaganda separatista, sufragada con el dinero que falta en las arcas de la comunidad para, por ejemplo, pagar a las farmacias, no son los madrileños quienes admiten y toleran tan aberrante lavado de cerebro.

Lo que sí creo es que la mayoría de los catalanes no apoyan semejantes disparates. Pero es su responsabilidad decirlo muchísimo más claro. Porque igual resulta que esas cosas que le pasan a Cataluña algo tienen que ver con quienes allí viven.

También hay tribunas que se centran en el partidazo de este 28 de mayo de 2016 en Milán, esa final de la Champions League entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Ignacio Ruiz Quintano habla sobre cómo ve a cada equipo:

El derbi madrileño se ha hecho tan grande como, al decir de Cela, la tortilla de patatas o la palabra gilipollas, que nacieron en Lavapiés y son universales.

Cuando en Madrid se curraba, para lo más que daba un derbi era para unos chinos con Luis Aragonés o para una capea con Juan Gómez. Hoy, en Milán, como ayer en Lisboa, dos capitales españolas al fin y al cabo, se ventila una Copa de Europa, la orejona, esa «milana bonita» que viene a satisfacer el hambre de acción que atormenta nuestras vidas contemplativas. En eso, el parado madrileño no se distingue del filósofo inglés, cuya única felicidad es el fútbol (en Inglaterra, Wittgenstein iba más lejos, y completaba el fútbol con películas del Oeste).

-Una línea hiende a Madrid en dos porciones -decía De la Serna en su loa del paleto-: al Norte de esa línea están los pastores; al Sur, los labriegos.

Vikingos al Norte e indios al Sur, que defienden en Milán su prestigio balonero separados, ya no por la calle de Segovia, sino por el carácter. Capello, un Millán Astray del fútbol, ya ha dicho que el Atlético de Simeone tiene más carácter que el Madrid de Zidane, pero «carácter» viene de «barranco», y los madridistas confían en que Zidane tire de chilaba y haga de Milán un Barranco del Lobo para el cholismo, que ahora es el ismo del populismo Benarroch.

Asegura que:

Veo al Madrid de Zidane con mejor temperamento que carácter, y con mejor carácter que temperamento al Atlético de Simeone.

El carácter siempre ha gozado de mejor prensa que el temperamento. Para Pulitzer, si un redactor no tenía carácter, no tenía nada, igual que piensa Mourinho de los futbolistas. Pero ¿qué es carácter?

-El misionero no siente una satisfacción más profunda por convertir al caníbal que la que siente el caníbal por comerse al misionero -era la forma de Pulitzer de plantear su duda.

Y le lanza un consejo al entrenador del Real Madrid:

Si, viéndose en Milán, Zidane sucumbiera a los cantos de los «hestetas» y adoptara la postura del misionero, sería devorado por el caníbal.

Ignacio Camacho relata que le sorprende, siendo madridista de provincias, que a los atléticos les enerve no ser considerados de igual a igual, que en los merengues no haya un odio exacerbado hacia lo rojiblanco:

Los madridistas «de provincias» tenemos el defecto de no odiar al Atlético. Qué quieren que les diga: no hemos vivido la rivalidad tribal del taller, la oficina o la barra del bar, esa competencia local de demonios familiares que vuelve amenazadores y nublados los lunes después de un derbi perdido. El madridismo periférico es una militancia sufrida y hasta penitencial, cargada del idealismo incondicional de los amores lejanos. La exigente parroquia del Bernabéu, que acude al campo como quien va a la ópera, no sabe lo que significa ir de niño al estadio de tu ciudad con una bufanda blanca, parapetado tras tu padre ante cientos de miradas atravesadas de reproche.

Resalta que:

Los abonados de la Castellana ignoran la sensación de orfandad que se siente en casa del adversario, o la emoción comunitaria que el hincha acostumbrado a ver al equipo con su uniforme de visitante experimenta cuando, al pisar por primera vez el recinto sagrado, puede admirar al fin a sus jugadores vestidos de blanco. Ese sentimiento de pertenencia que cohesiona el exilio moral del madridista andaluz, valenciano o gallego se proyecta también en una inquina común hacia el Barça como antagonista esencial, lo que incluye un remoto trasunto de dos conceptos distintos de lo español enfrentados bajo la simbología del fútbol. Y en esa dialéctica de fondo extradeportivo, qué le vamos a hacer, no figura el Atleti porque falta la animosidad vecinal que encienda la hoguera fratricida y excite el instinto darwinista de la disputa del territorio.

Viviendo en Madrid comprobé sin embargo que esta falta de animadversión, lejos de complacer a los colchoneros, los enerva: les parece una intolerable condescendencia que encona aún más su hostilidad congénita. Creen que se trata de un arrogante ninguneo fruto de una convicción de superioridad, sin comprender que en el fondo obedece a la empatía de un mismo modelo social, de una razonable cohabitación bajo distintos emblemas emocionales. Consideran la ausencia de tirria mutua una despectiva indiferencia, una mortificante falta de respeto propia de una sugestión hegemónica. Pues bien, hoy es el día en que se pueden sentir como les gusta: temidos como rivales, detestados como adversarios. Enemigos no, hasta ahí no llegamos.

Destaca que:

Hoy nos tienen donde querían; frente a frente, con el ceño fruncido, sin transigencia ni beneplácito. Con recelo de su incontestable competitividad, de su ardor vietnamita, de su combativa energía. Ese es el éxito del cholismo. Los rojiblancos se han interpuesto ante el Santo Grial y no admitimos ni una concesión displicente en este desafío épico. Si ganan nos vamos a cabrear, y mucho. Hoy exigimos a los nuestros una entrega terminal, tan fanática como la de ellos. Hoy no invocamos el espíritu de Juanito, sino el de Di Stéfano. Hoy sí somos vikingos. Suene «La cabalgata de las walkirias»: queremos napalm y una batalla sin prisioneros.

En El Mundo, Rafael Moyano lamenta que los políticos españoles hayan caído en la trampa de hacerlo el caldo gordo a Nicolás Maduro y, por extensión, a Podemos a cuenta de hablar y no parar sobre Venezuela:

«España necesita un Maduro, carajo, porque Maduro es muy majo». El lema, con exabrupto incluido para conseguir una fina rima consonante, ya lo tiene. En su boca, con su tono amenazante y agresivo, suena más auténtico. Al presidente venezolano, que no da para más, se lo ponen en bandeja, cuando a él no le hacen falta provocaciones. Este triste remedo de Chávez quiere elevar a los altares a su mentor, pero va a acabar haciéndole santo por otra vía: por la de la comparación con su propia incompetencia. Todo es un chiste, Maduro es un chiste en sí mismo, e incluso llegaría a ser gracioso si no fuera por la ruina a la que está llevando a Venezuela.

Apunta que:

En las delirantes declaraciones que hizo ayer, ya no sorprenden, Maduro lanzó ese mensaje porque cree que sería el candidato con más posibilidades si se presentara a las elecciones en España. Volvió a insultar a Rajoy -«cobarde y ridículo»-, un clásico, y ofreció Caracas para celebrar un debate presidencial. «Nicolás Maduro está loco como una cabra», dijo hace unos días otro loco cuerdo y genial, el ex presidente uruguayo José Mújica, hasta hace poco su amigo. Y, precisamente, las únicas palabras cuerdas de la comparecencia del líder chavista se refirieron también a la sinrazón: «En España se han vuelto locos».

Tantos meses de precampaña electoral, campaña, elecciones, pos elecciones, precampaña y, en 15 días, otra vez campaña, nos están volviendo locos. ¿A qué viene meter a Venezuela en el eje central del debate político español? Con tantos días de bla, bla, bla, ¿se nos han acabado los temas o las ideas? Dicen los politólogos que en la clave de este fenómeno está la vinculación de Podemos con el país Latinoamericano. Que los demás partidos tratan de desgastar al chavismo que, cada vez parece más obvio, tanto tuvo que ver en su nacimiento y proyección.

Trasladar el mensaje de que la Venezuela chavista está en el origen de Podemos y es en lo que se convertirá España si llegan al poder. A partir de ahí, Venezuela no puede pasar a ser de la noche a la mañana un problema para la seguridad nacional. Ese mismo debate sobre si es necesario reforzar la delegación diplomática en el país latinoamericano se podría haber tenido en un ámbito gubernamental menos grave que el Consejo de Seguridad Nacional. Eso es darle alas a Maduro, que con cualquier cosita se viene arriba. Al fin y al cabo, como reconoce la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, los casi 200.000 españoles que allí residen padecen los mismos problemas de desabastecimiento y violencia que los venezolanos. Así como tampoco es necesario que Rivera pida a Podemos que reconozca que Venezuela es un fracaso, o lo que es lo mismo, admitan que ellos lo serán. Ni que Iglesias se defienda dejando caer que Leopoldo López podría ser un terrorista mientras Monedero lo compara con Tejero.

Concluye que:

En el mundo de hoy los humanos se destruyen unos a otros con el objetivo de obtener poder. Lo decía Erasmo de Rotterdam en su Elogio de la locura, y añadía que al mundo de hoy no le vendría nada mal una pequeña esencia de locura. La locura es el elemento esencial que necesitamos para vivir felizmente. Pero sin pasarse.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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