UN VISTAZO RÁPIDO A LA PRENSA

Jaime González a los que desprecian el 12-O: «Son personajes tan pequeños que no le llegan a las barbas a la cabra de la Legión»

El Mundo sigue tan podemizado que ni siquiera le dedica un editorial

La Fiesta Nacional casi no existe en El País. Ni un editorial en el periódico que ha admitido aborrecer la palabra 'patria'

La Fiesta Nacional y sus enemigos traen de cabeza a los columnistas que colonizan la prensa de papel. Entre aburridas tribunas y terceras perpetradas por reputados hispanistas y americanistas, son pocos los que dan en la diana de la izquierda delatando sus complejos.

Uno de ellos vuelve a ser Ignacio Camacho en ABC quien acusa a la izquierda contemporánea de cometer en España el mismo atropello histórico que el franquismo: «intenta rescribir el relato del tiempo vencido con un sesgo sectario para encajarlo a martillazos en el esquema de sus prejuicios».

«Puede convertir una contienda de sucesión dinástica en un conflicto de secesión territorial. En ocasiones, como ocurre a propósito de la guerra civil, trata incluso de manipular el desenlace mediante dudosas medidas retroactivas. No siente interés por la memoria sino como fuente de una torcida legitimidad política».

La Fiesta Nacional casi no existe en El País. Ni un editorial en el periódico que ha admitido aborrecer la palabra patria. Solo José María Lassalle, el liberal simpático, escribe una confusa Tribuna donde dice que «Cervantes veía en América no era otra cosa que volver a tener un futuro; la oportunidad de renovarse y dejar atrás su pasado para apostar por ese deseo de imaginarse un caballero andante dispuesto a deshacer los entuertos de su particular biografía».

Jaime González despacha en ABC a los podemitas con sorna: «No es que sean muy versados, pero no les mueve tanto la ignorancia como el odio a lo que somos: una gran nación con personajes tan pequeños que no le llegan a las barbas a la cabra de la Legión».

A Carlos Herrera le ha encantado la Tercera de ABC que escribe Serafín Fanjul. A mí no tanto aunque este párrafo no está mal:

«La España de hoy, en su inanidad política e institucional, es incapaz de superar los viejos clichés de la retórica a los que se aferra desde el franquismo, y se limita a cambiar la grandilocuencia de «la cruz y la espada» (más temible y nociva que los indigenistas) por la ramplona jerga burocrática de los tecnócratas: encuentro de dos mundos; España, puente entre Europa y América, etc».

Al hispanista Henry Kamen le llama la atención en El Mundo que el Estado español es probablemente único en Europa a la hora de celebrar una fiesta nacional que está estrechamente identificada con su herencia colonial, «en lugar de conmemorar acontecimientos del propio país. Esa es la naturaleza triste de los mitos: nos acoplan a conceptos que tienen escaso significado, y al final se espera que la gente realmente tenga la obligación de vivir e incluso de morir por ellos». Es para hacérselo mirar…

El Mundo sigue tan podemizado que ni siquiera dedica un editorial al 12-O, así que vamos a rescatar el que llevó publicado en 2015 plagado de reflexiones interesantes:

«Un país que está constantemente cuestionando su identidad no parece estar anhelando otra cosa que su ruina. Y en esa actitud suicida parecen estar empeñados quienes han hecho de la defensa de la desmembración territorial de España el elemento central de sus propuestas políticas. Es patológica la obsesión de determinados sectores políticos, culturales y económicos por mantener durante décadas una pulsión autodestructiva cuya única finalidad sería la de dar al traste con la estabilidad del Estado aun a riesgo de perjudicar la prosperidad y el bienestar logrado entre todos con no pocos esfuerzos y sacrificios».

En ese línea va también el editorial de ABC, que se acuerda de la madre de Iglesias, Carmena, Urkullu, Puigdemont y los dirigentes de la extinta IU por no participar en los actos institucionales:

«Cabe más lamentar su obsesión por ser noticia a contracorriente que su ausencia personal. De hecho, absolutamente nadie los echa de menos aunque celebrar la Fiesta Nacional les vaya en el sueldo de servidores públicos y de representantes de todos los ciudadanos, y no solo de quienes les han votado. Transmiten un mensaje muy alejado de la concordia que necesita España y que reafirman su propósito de agrandar las grietas emocionales con que conciben su modo de ejercer la política. Viven de la conflictividad permanente y sistemática, y de una pertinaz voluntad de romper España».

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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