LA TRIBUNA DEL COLUMNISTA

Losantos apalea a Rajoy por coleguear con Iglesias: «Es un percebe fascinado por Koleta Borroka»

Ignacio Camacho: "El de Podemos se puso el listón tan alto a sí mismo que necesitaba acabar con otra mano de cal viva, con un susto de creepy clown"

Mucho Podemos en las columnas y editoriales de la prensa de papel de este 28 de octubre de 2016, víspera de lo que será el 29 de octubre de 2016 la investidura de Rajoy como presidente y, por tanto, que por fin la legislatura eche a andar de una vez por todas. Evidentemente, conocido de antemano el hecho de que el líder del PP no saldría elegido como jefe del Ejecutivo en la primera votación, todo el interés estribaba en saber qué numerito perpetraría la formación de Pablo Iglesias. No defraudó a los fieles.

Comenzamos en El Mundo y lo hacemos con Santiago González que le da una sugerencia al partido de Génova 13, que tenga siempre a mano a un Pablo Iglesias en el hemiciclo:

El PP debería tratar de que Pablo Iglesias tenga un escaño permanente en el Congreso. Al igual que en la anterior investidura, se nota que a don Mariano le pone Pablo, se viene arriba. Iglesias estuvo como suele, impresentable, pero se hace acompañar de Alberto Garzón y así parece un intelectual. Tardà hizo lo que pudo el hombre, aunque carece del gracejo y la oratoria de Rufián. Pero no estuvo mal, porque le ayuda mucho el físico. Si a Tardà, principal ingrediente de la escudella i carn d’olla, le diera por ejercer de payaso siniestro para asustar caperucitas sólo necesitaría un retoque mínimo, se ahorraría una pasta en maquillaje.

Raúl del Pozo destaca el carácter hedonista del secretario general de Podemos y su mala educación en el hemiciclo:

En el gran teatro de San Jerónimo surgieron ayer un protagonista y un antagonista, entre un elenco de actores con frase. Hubo groserías, pantomimas y barullo, y como en Hamlet, Mariano Rajoy, el protagonista, mostró aquella templanza que «hace suave y elegante la expresión» frente a Pablo Iglesias, un antagonista de jirones y guiñapos, que hirió los oídos de los mosqueteros. Pablo más herodista que Herodes, un Robespierre de juguete, recordó que hay más delincuentes potenciales en la Cámara que fuera.

Federico Jiménez Losantos carga en cambio contra Rajoy por no responder adecuadamente a las chanzas y amenazas de Podemos. Asegura que el único que estuvo sobresaliente fue Albert Rivera:

Lo intolerable es que un matón, cuya harka pretende cercar el Congreso, diga que hay más delincuentes en la Cámara que fuera, lo personalice en casos del PP que ni siquiera están juzgados y Faemino y Mariano hagan chistes de Barrio Sésamo con el matón. Alguien le dijo en la pasada y fallida investidura, cuando llamó organización criminal al PP, que coleguear con el matón es graciosísimo, así que ayer ¡hasta se tomó a broma el SMS a Bárcenas! Tal vez Rivera pueda enderezar el rumbo de este calamar con hechuras de percebe, fascinado por Koleta Borroka. Pero si, como ayer, el PSOE se acompleja y el PP se rinde ante Podemos, habrá que ir actualizando el refrán: Por San Juan, las urnas verás.

El editorial de El Mundo destaca que Pablo Iglesias sigue haciendo esfuerzos por llevar la radicalidad hasta extremos insospechados:

Pablo Iglesias se esforzó por erigirse en protagonista tras exhibir su habitual prepotencia y, lo que es peor, su profundo desprecio a la sede de la soberanía nacional. Su partido sigue sin renunciar a comportamientos más propios de realities televisivos o performances callejeras que de las instituciones en las que está presente. El líder de Podemos dejó claro al resto de las formaciones que no van a poder contar para nada con su partido, esgrimiendo el discurso antisistema en el que se ha instalado tras sus adversos resultados electorales. Como politólogo que es, Iglesias debiera saber cuán importantes son las formas en democracia. Y sus insultos extemporáneos -«hay más delincuentes potenciales en el Congreso que fuera»- sólo ponen en evidencia su orfandad argumental y las simplificaciones que tanto le gustan.

Para el ABC, Podemos dio otra muestra más de cainismo durante la sesión de investidura:

Ayer sí quedó despejada otra incógnita sobre el alcance real del cainismo instalado en la izquierda. Pablo Iglesias ofreció efusivas muestras de que pretende adueñarse del liderazgo de la oposición con el argumento de que son los socialistas quienes de facto permiten que el PP gobierne. En el fondo subyace una encarnizada pugna por el control político de la izquierda sociológica española, que Podemos se ha propuesto abanderar con tóxicas dosis de demagogia populista, insultos, desprecio al Parlamento, falseamiento de la historia, manipulación del electorado y, en definitiva, un odio por la democracia exhibido con tics de rancio autoritarismo, incluido el numerito colegial de abandonar el hemiciclo durante cinco minutos. Iglesias no lo tenía muy difícil, y se limitó a hurgar sin piedad en la profunda fractura abierta en el PSOE, al que más allá de reprochar sus contradicciones, se afanó en ridiculizar.

Carlos Herrera reduce a Iglesias a un monologuista del Club de la Comedia, pero además de los malos:

Pero sí de Iglesias, que ayer creyó que iba a consagrarse como líder de la oposición y salió poco menos que como líder de la ridiculez. Ante las payasadas de jalogüin del pretendido jefe de la política moderna, Rajoy exhibió su crueldad más extrema: Iglesias no pasó de ser un monologuista de televisión en busca de la frase tuitera que le brindara un titular, cosa que consiguió llamando delincuentes a buena parte de la Cámara, mientras era desdibujado de forma condescendiente por el candidato a presidente. Todo el aparataje charlatán que escenificó el asombroso hombre menguante fue desmontado por Rajoy con una sola frase que deberían tener en cuenta los que argumenten que el futuro está en esa juventud a la espera de votar la alternativa de Podemos: de una elección a otra, de diciembre a junio, parece que un millón cien mil personas se hicieron adultos de sopetón. Es decir, a medida que se les conoce, la gente huye.

Ignacio Camacho refleja que Rajoy se lo pasó a lo grande dando lecciones de primero de democracia al líder de Podemos:

Se puso el listón tan alto a sí mismo que necesitaba acabar con otra mano de cal viva, con un susto de creepy clown, y al calificar a los diputados de «delincuentes potenciales» incurrió en hipérbole de demagogia gamberra. Rajoy se siente a gusto, quizá demasiado para lo que le conviene, frente al líder de Podemos, que le saca lo mejor de su zumbona dialéctica. Se dio un festín impartiéndole lecciones de primero de democracia con humillante pedagogía de Petete; lento, displicente y burlón, abusivo de pura condescendencia.

La Razón incide en la postura intransigente de unos podemitas que pretenden arrogarse el papel de líderes de la oposición cuando las urnas les han dejado en tercer lugar:

Que en el Congreso se haya tildado de «golpe democrático» o «coacción del Ibex» el acuerdo de investidura alcanzado, retrata a quienes, derrotados en las urnas, no admiten más verdad que la suya. También, por supuesto, desenmascara el tacticismo político del líder de Podemos, Pablo Iglesias, que, con plena conciencia de lo que hace, trata de arrogarse el papel de jefe de la oposición que no le han concedido las urnas.

Alfonso Ussía hace un retrato de Iglesias y de los populistas que es para trocharse de la risa:

Este mindundi, señorito conquistador, que no les llega a los tiranos soviéticos a las uñas de los dedos meñiques de los pies, cree que la grosería institucional es un triunfo del proletariado. El gran Gromyko, el señor «Niet», que fue más años ministro de Exteriores de la URSS que Andreotti ministro de cualquier cosa en Italia, de vuelta de un viaje a La Habana, deploró el aspecto de los golfos de la llamada Revolución. «Les he dicho que ya están en el poder y que se cambien de uniforme». Y el mismo Nicolás Maduro, cuando visita al Papa se pone su corbata, y cuando en Venezuela se mueve por los salones del Palacio de Miraflores con su horrible chándal, lo hace con un chándal limpio y bien planchado, que para eso es el tirano de Venezuela. La cutrería mugrienta de nuestros populistas es fea, necia y grosera. Ellas, por el contrario, son muy monas y femeninas, aunque se den excepciones.

El País pasa de editorializar sobre la investidura y de los pocos que opinan es Fernando Vallespín que se centra en ver qué se puede hacer con el PSOE:

Han hecho un pan como unas tortas, que dice el vulgo. Lo que aconseja el sentido común ante este destrozo es algo próximo a una refundación del partido. Si cualquiera de las facciones en liza acaba por imponerse y liquida a la derrotada, el PSOE seguirá vagando por la irrelevancia. Hace falta savia nueva, ideas novedosas, imaginación, ilusión. Justo aquello que no poseen los actuales contendientes. Porque, no nos equivoquemos, en el fondo todo es un juego de poder y la gente ya está harta. En particular en la izquierda.

TIENDAS

TODO DE TU TIENDA FAVORITA

Encuentra las mejores ofertas de tu tienda online favorita

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

Lo más leído