COLUMNA EN 'EL PAÍS SEMANAL' CONTRA LA ACTITUD DE LA ALCALDESA CON LAS FUERZAS ARMADAS

Javier Marías destapa a Ada Colau: «Ha tratado a los cuerpos de seguridad como los más rancios señoritos trataban antaño al servicio y a los criados»

"No sé si hay algo más despreciativo, más clasista y más ruin"

Es un comportamiento teñido de señoritismo, vicio que al parecer se contagia en seguida a cuantos acceden a algún poder

A Javier Marías no le ha temblado la pluma para catalogar de «despreciativa, clasista y ruin» la actitud de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado– Ada Colau y los uniformes–.

El filósofo y escritor, en su columna semanal de El País, se ha referido al veto de Colau y el Parlament catalán a los ‘stands’ de militares y guardias civiles en un acto infantil en un texto titulado ‘El servicio y la señorita‘.

Con ello, Marías compara el desprecio que la clasista Colau hace a los cuerpos armados con el que en épocas pretéritas realizaban los «más rancios señoritos» a su propio servicio–¿Qué se puede esperar de una alcaldesa como Ada Colau que llamó «criminales» a los banqueros e «indecentes» a los policías?–:

La señora Colau quiere una ciudad «desmilitarizada», no quiere ver en las ocasiones festivas y pedagógicas un solo uniforme (¿tampoco los de los bomberos, que también son de gran utilidad?).

Es un comportamiento teñido de señoritismo, vicio que al parecer se contagia en seguida a cuantos acceden a algún poder.

La alcaldesa y la Generalitat han tratado a los cuerpos de seguridad como los más rancios señoritos trataban antaño al servicio, es decir, a los criados, a las tatas, más antiguamente a los siervos.

«Ustedes están a nuestro servicio. Sí, son los que hacen que la casa funcione y esté limpia y en orden, los que lavan la ropa y cocinan, quienes cuidan de nuestros niños cuando estamos ocupados. Pero en las celebraciones y en las fiestas ustedes deben desaparecer. Las posibilitan con su trabajo, pero no les toca disfrutar de ellas. Es más, su presencia las afearía y desluciría. Que asistieran nos produciría vergüenza, estaría mal visto por nuestros invitados. Ustedes las preparan pero no pueden participar. Han de hacerse invisibles, inexistentes. Precisamos sus tareas, pero nos abochornan».

El columnista del suplemento dominical de El País se pregunta como reaccionará la susodicha y sus acólitos en caso de emergencia, por ejemplo, un ataque terrorista, y tengan que recurrir al buen hacer de los policías y militares–El sonrojante mercadillo navideño de Ada Colau al estilo nazi donde ondean las esteladas –:

No sé si hay algo más despreciativo, más clasista y más ruin. La alcaldesa y los miembros del Parlament se benefician personalmente, además, de la protección que por sus cargos les brindan policías, mossos y guardias urbanos.

Recurren a ellos cada vez que hay un problema, una amenaza, un tumulto. Recurrirían al Ejército si se produjeran un ataque o una invasión, pongamos por caso, del Daesh, que no iba a diferenciar entre Colau y su antecesor Xavier Trias, ni entre el bronco concejal Garganté, de la CUP, y Artur Mas.

A todos los decapitarían por igual. Sin embargo, el servicio no es digno de confraternizar en público con nuestros hijos, a los que por lo demás cuidan y protegen con especial celo, o rescatan cuando se han perdido. El mensaje es el del señorito: «Hagan su trabajo en la sombra. Y ni se les ocurra asomar».

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Autor

Roberto Marbán Bermejo

Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursa el grado de Ciencias Políticas por la UNED, fichó en 2010 por Periodista Digital.

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