El atentado de Londres aparece con más fuerza este 24 de marzo de 2017 en las tribunas de opinión de la prensa de papel. Muchas columnas en las que recomiendan a los lectores no dejarse llevar por el pánico y también alguna en la que se le zumba, con razón, a los medios que han querido ponerse de perfil a la hora de ponerle nacionalidad al terrorista.
Federico Jiménez Losantos critica en El Mundo el sumo cuidado de los medios de comunicación en no criminalizar a los musulmanes y decantarse por otras fórmulas para describir al terrorista de Londres:
Son incontables los medios que durante más de un día, cuando ya se contaban muertos y heridos, repetían lo del presunto terrorista con rasgos asiáticos.
Ignacio Camacho, en ABC, reclama que no cambiemos nuestras costumbres y principios ante la amenaza yihadista:
Acostumbrarse al sufrimiento sin someterse a él, sin abdicar de los principios ni aceptar que haya razones para merecerlo.
José María Carrascal apunta un dato histórico en relación con el atentado en la city londinense:
La democracia hay que defenderla con cuanto tenemos, si no queremos acabar como los romanos del Bajo Imperio. ¿O ya lo somos?
Alfonso Ussía, en La Razón, destaca que no se puede estar subyugándose a los asesinos:
Europa no puede seguir entregándose a los islamistas que se aprovechan de su ingenuidad. Hoy Londres, mañana…
Santiago González, en El Mundo, le lanza una pregunta a la Justicia con relación a la inhabilitación de Artur Mas y Francesc Homs:
Aclárenme si el delito de desobediencia se rige por tarifa plana. Si con la pena de inhabilitación que les han impuesto, Mas y Homs pueden seguir en lo que estaban gratis.
Raúl del Pozo escribe sobre el acto de encumbramiento de Susana Díaz el 26 de marzo de 2017 que tendrá lugar en Madrid como candidata ya de manera oficial a las primarias del PSOE:
Los de Susana no quieren la izquierda de los escraches, sino la que escribe en el BOE, la izquierda que gane y gobierne.
El editorial de El País ataca a Podemos por arrimarse a los violentos de Alsasua y no a los guardias civiles que recibieron la brutal paliza:
Afirmar que «son tan víctimas» como los guardias civiles agredidos es una comparación indigna.
ABC destaca que cuando a Pablo Iglesias le fulminan sus argumentos, sólo le queda expresarse como lo haría un sujeto en la barra de un bar cutre y turbio:
Se despacha con unas formas montaraces adobadas de un lenguaje, maleducado, afrentoso, faltón e impropio del lugar donde reside la soberanía de los españoles.