Una jornada más, la de este 15 de septiembre de 2017, toca hablar de Cataluña y del nuevo o nuevos pasos dados por los separatistas. Ahora es Oriol Junqueras el que se pone chulo y se niega a remitir las cuentas semanales al Ministerio de Hacienda. Este es el tema principal que podrán leer en las tribunas de opinión de la prensa de papel.
Federico Jiménez Losantos, con cierta sorna, se despacha en las páginas de El Mundo contra el temor de Pablo Iglesias a que el Gobierno de España decrete el estado de excepción para aplacar lo que está sucediendo en Cataluña:
Tranquilo. Yo padecí los del tardofranquismo y no había policías disparando a los jóvenes en las aceras, como en su Venezuela.
El editorial de El Mundo es claro a la hora de decirle al Gobierno que se deje de templar gaitas y actúe como Dios manda contra quienes anuncian ya sin disimulo alguno que quieren romper con España. Sin ir más lejos la permisividad para que Puigdemont y su tropa lucieran independentismo por doquier en el Tarraco Arena:
Quizá la prudencia pueda explicar que no se interviniese en un recinto donde participaron alrededor de 8.000 personas, pero tras la firme respuesta dada por el Estado hasta ahora, no se entiende que se permitiese a los que quieren destruir el Estado seguir desafiando a las instituciones y a todos los españoles. El Gobierno y la Fiscalía no pueden permitir que esta burla vuelva a repetirse.
Santiago González se parte de la risa con la idea de Puigdemont de hacer una velada romántica si el Estado decidiera cortar el suministro eléctrico para que en Cataluña no se recontasen los votos del 1-0:
Mírese a un espejo y mire a sus socios principales: Oriol Junqueras y Anna Gabriel. Créame buen hombre: no sé si romántica, pero con esas compañías y para hacer esas cochinadas, mucho mejor a oscuras.
Raúl del Pozo se envuelve en la bandera española para hacer defensa de nuestra patria:
Los ciudadanos están hartos de que se trate a los españoles como si fueran una minoría. Es el momento de defender una Constitución que ampara la unidad y la igualdad, como ha proclamado el Rey.
El editorial de ABC se muestra contundente y le dice al Gobierno de España que actúe sin miramientos contra la última acción del separatismo catalán, la de no informar semanalmente a Hacienda de a lo que ha dedicado el dinero de todos los españoles:
La desfachatez de Junqueras, otrora presentado como el interlocutor ‘moderado’ con el nacionalismo, no puede quedar impune. Las consecuencias deben ser contundentes y explícitas. Lo que está en juego no es la autoridad de Montoro, ni la del Gobierno de Rajoy, sino la del Estado en un momento crítico para la unidad constitucional de España.
Ignacio Camacho le dice a los catalanes de bien que no están obligados a obedecer a quienes, directamente, incumplen las leyes. Asegura que el comunicado conjunto de las cuatros asociaciones judiciales les ampara:
Para todos los que se sientan intimidados, compelidos, amenazados. Ya no tienen coartada: la única ley que los protege y los obliga es la del marco estatutario y constitucional y, por lo tanto, desobedecer a los desobedientes constituye un deber cabal, justo y necesario.
Carlos Herrera cree que el Gobierno ha hecho bien no metiéndose a impedir el acto de inicio de campaña del referéndum ilegal en Cataluña:
El Gobierno no creo que deba meterse en el jardín de intentar entorpecer un mitin, de la misma manera que no intentó alterar la Diada, pero vaya usted a saber; al parecer han advertido al propietario de la plaza de toros que va a albergar propaganda de un acto ilegal.
Hermann Tertsch coge por la pechera a un Estado que sigue sin actuar ante los sediciosos:
Si no se sofoca el golpe de Estado se reafirma en su pretensión y vocación de triunfo. Las advertencias del gobierno a políticos, funcionarios y particulares de que incurren en delito carecen de credibilidad si los cabecillas del golpe de Estado actúan libremente y comparecen ante las cámaras y en mítines como gobernantes legítimos. Cuando son ya delincuentes en rebelión.
David Gistau considera que los catalanes no independentistas hacen bien en no ponerse al nivel de la tropa de los Puigdemont y compañía:
A la otra mitad no se le puede pedir que compita en fanatismo con personas como Puigdemont, embriagadas de posteridad. Tampoco se le puede pedir que, en jornadas como la de la Diada, forme una masa de choque para disputar el territorio a las columnas, de corte peronista pero con globitos, del independentismo. Eso sería tanto como admitir el fracaso del Estado y comunicar a esa otra mitad que se las tiene que apañar sola porque sólo conservará los derechos que defienda ella misma en la calle.
Luis Ventoso entiende que a los delincuentes comunes se les está abriendo una perspectiva esplendorosa viendo la pasividad con quienes se ciscan en la ley en Cataluña:
Evasores fiscales, trapicheros, bárbaros que conducen beodos a 190, concejales prevaricadores, cobardes que machacan la honra ajena en las redes sociales y quinquis que guindan pisos. Todos deben estar batiendo palmas ante las singulares innovaciones que llegan de Cataluña. Puedes delinquir a manos llenas, con el agravante de hacerlo desde un cargo público y para destruir el Estado, con la tranquilidad de que a título personal no recibirás castigo inmediato. Eso, y no otra cosa, es lo que perciben el común de los españoles.
Manuel Marín le recuerda a Iglesias lo que es y lo que no es un estado de excepción:
No, no estamos en un estado de excepción, por más que Pablo Iglesias se empeñe en repetirlo. La réplica de nuestra democracia el 23-F sí impidió un estado de excepción real. La madurez de nuestra democracia y su capacidad de lucha sí impidieron que ETA, con 800 muertes a sus espaldas, decretara su propio estado de excepción. Y Podemos, como la CUP, deberían recordarlo antes de fotografiarse sonriendo con Arnaldo Otegui.
Javier Ayuso, en El País, se hace una pregunta ya repetida, pero no por ello deja de ser pertinente:
¿Para cuándo la foto de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera poniendo pie en pared contra el proceso y haciendo una propuesta de futuro? Queda poco tiempo.
El editorial de La Razón le exige al Gobierno de Rajoy que asuma el control de las cuentas de la Generalitat de Cataluña:
Es evidente que ante la situación de abierta rebeldía en la que se encuentra la Generalitat, acogida a una legalidad espuria, no queda otra alternativa que retomar el control directo de las cuentas públicas catalanas por parte del Ministerio de Hacienda y mientras persista la insumisión a las leyes de los representantes políticos catalanes.