Ser equidistante en estos tiempos no solo constituye una irresponsabilidad, sino una cobardía
Jordi Évole no es separatista, pero lo disimula bien. Cada vez que tiene que opinar sobre el referéndum ilegal en lugar de echar paladas de estiércol a quienes se pasan la Constitución y la ley por el forro, culpa a Rajoy con la cantinela de que «fabrica independentista». La maldita equidistancia a la que nos tienen acostumbrados los Évole, Sardá, Colau y compañía.
Sigue el esperpento.
«Por 25 pesetas cada una, díganme maneras de impedir un referéndum»
Mi artículo: «Degenerando»https://t.co/orhm6cYZWo pic.twitter.com/YSPXLYznUY— Jordi Évole (@jordievole) September 17, 2017
Y lo ha vuelto a hacer en una columna en El Periódico de Cataluña para consumo interno, en el que critica que se envie a la Guardia Civil a las imprentas:
Mariano: Enviando a la Guardia Civil a una imprenta. Soraya: Enviando a la Guardia Civil a un semanario. M: Enviando a la Guardia Civil a un diario digital. S: Requisando carteles. M: Prohibiendo un acto en un local municipal de Madrid. S: Investigando a más de 700 alcaldes. M: Identificando a periodistas. S: Prohibiendo anuncios. M: Requisando carteles…
Y en ese momento aparecerían unas divertidas Tacañonas interpretadas por Puigdemont, Junqueras y Forcadell, que celebrarían la repetición con una de sus simpáticas rimas: «Mariano, a riesgo que me empapele, ha repetido usted carteles».
Al director de ‘Salvados’ se le estruja el corazón por todos esos catalanes que quieren votar y no pueden:
Hay que ser muy corto de miras para querer impedir el referéndum de esta manera. Y ojo, que igual lo logran momentáneamente. Pero lo que no lograrán es acabar con las ganas de votar de muchos catalanes
¿En qué quedamos, Jordi? ¿Respetamos la ley o hacemos los que nos dé la gana? ¿No habías dicho en otra columna tuya que no ibas a ir a votar?
En las últimas semanas he recibido algunas invitaciones del mundo independentista para que me posicione públicamente a favor de ir a votar el 1 de octubre, aunque mi voto sea ‘no’.
Lo que sí parece es que a Évole le han metido el miedo en el cuerpo los mismos imbéciles que le acosaron por equidistante el 5 de septiembre de 2017.
«Colaborador equidistante de El Periódico. Se le vio hace tiempo en Twitter», así rezaba la imagen publicada en Twitter por ‘Súmate’, una plataforma a favor del Sí en el referéndum del 1 de octubre que forma parte de una brutal campaña de acoso de los separatas contra el periodista Jordi Évole.
Intolerable esta caza de brujas. Toda la solidaridad con @jordievole. pic.twitter.com/BOMG2Q2GLS
— Óscar Guardingo (@oguardingo) September 4, 2017
Una campaña intolerable en la que –faltaría más– siempre estaremos del lado de Évole. La pregunta es de que Jordi Évole hablamos, porque según el día, es capaz de decir que no va a ir a votar y al siguiente molestarse porque otros catalanes no van a poder hacerlo.
A ver cuándo será el día que Évole entienda que ésto no va de democracia, que los separatistas aplastan a quienes no piensan como ellos y te ponen en la diana a la primera que dices ‘Yo, no’ como en el nazismo.
Solo hay que mirar los carteles de acoso a los alcaldes leales a la ley, confeccionados y distribuidos por los radicales de Arran -la organización juvenil de la CUP-, que evocan los métodos siniestros de los años de plomo en Euskadi, cuando el señalamiento de los delatores era el relámpago que precedía a la detonación de los pistoleros.
Ser equidistante no solo constituye una irresponsabilidad, sino una cobardía.