Sí, ya sé que vamos a aburrirles con Cataluña, pero es que cada día los separatistas se afanan en estar en el candelero con diversas burradas que deben ser contadas y denunciadas en los medios de comunicación. Este 11 de enero de 2018, en la prensa de papel, son muchas las tribunas y editoriales que se echan las manos a la cabeza ante el enésimo despropósito de los rupturistas.
Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en El País, plantea una situación hipotética ahora que tanto se habla de las formas en que el prófugo Puigdemont o el encarcelado Junqueras podría gobernar en Cataluña:
Nadie entendería que el tesorero del PP, Luis Bárcenas, hubiera seguido de senador cuando fue investigado y encarcelado provisionalmente por los delitos que le imputa la Justicia. No sé las razones por las que sí se entiende que Puigdemont o Junqueras no solo lleguen a ser diputados autonómicos, sino que, además, se especule sobre la posibilidad de que lleguen a ocupar la presidencia de la Generalidad de Cataluña, fugado uno y encarcelado otro.
La Razón se lleva las manos a la cabeza ante el nuevo desvarío del separatismo:
Cataluña se dispone a vivir uno de los momentos más grotescos de su histórica política reciente, y eso que el proceso independentista nos ha dado momentos que creíamos inalcanzables. Pues no. El nacionalismo catalán, en este estadio actual dispuesto a culminar la destrucción de las instituciones de autogobierno y situarse en la marginalidad de las minorías europeas supremacistas, prepara algo inédito en una democracia avanzada como la española. Se trata de investir a su próximo candidato telemáticamente, sin estar presente, con la pretensión de que gobierne desde Bruselas.
Cristina López Schlichting considera que a ciertos catalanes no les importa la ruina de su comunidad. Total, ellos ya tienen ganado el sustento:
Intentar que Puigdemont sea presidente telemático es una tontería, pero hay quien ya no hace cuentas con la realidad. ¿Qué realidad? Que Cataluña ha caído muchos enteros en el atractivo turístico e inversor; que la idea de un pueblo enfrentado se disemina cada vez más; que la convivencia es un dolor; que trabajar allí resulta cada vez más difícil. ¿Pero qué le importa eso al que esquía en Gstaad y se baña en las Caimán?
El editorial de ABC define con meridiana claridad la táctica que pretende emplear el separatismo en Cataluña:
Otra vez el separatismo antepone su tacticismo inmoral y su instinto de supervivencia a la estabilidad de los catalanes. Sencillamente, Puigdemont no puede ser proclamado presidente de la Generalitat en ausencia. Retorcer el reglamento del Parlament para permitirlo quedaría inmediatamente suspendido por el TC por ser un fraude, y Puigdemont solo tendría la opción de regresar para ser detenido.
Isabel San Sebastián se hace una pregunta vital y necesaria ahora que se ha descubierto que tres millones de euros del Fondo de Liquidez Autonómica fueron a parar al proceso separatista:
Lo corrompida que está y cuán necesario resulta limpiar a fondo esa organización antes de devolvérsela, o no, a unos gestores que no han vacilado en emplear todos los instrumentos que pone en sus manos el Estado para tratar de hacerlo saltar en pedazos. ¿Tan suicida es la España actual, tan estúpida o tan ingenua como para entregar a su verdugo la soga con la que ahorcarla?
El editorial de El Mundo recuerda que, pese a la aplicación del 155 y del control estricto del Ministerio de Hacienda, la administración catalana derivó dinero del FLA al proceso separatista:
Que los hechos investigados se produjeron antes de la aplicación del 155 no puede servir de subterfugio. Primero, porque Hacienda comprometió un control estricto del destino final de estas partidas. Y, segundo, porque el 155 no parece haber frenado la propaganda del procés, tal como muestra el reciente documental sobre el 1-O emitido por TV3. Una producción sesgada, al más puro estilo del NO-DO, que perpetúa el manipulador relato con el que el independentismo disfraza de democracia lo que fue en realidad un intento de liquidar la soberanía nacional. El colmo es haberlo hecho con fondos públicos gestionados por el Gobierno central.
Raúl del Pozo no tiene dudas de que Puigdemont y sus acólitos tratarán de hacer la investidura por Skype:
Podemos asistir a un disparate, un insulto al sentido común. Aunque hay que reconocer que aquel mediocre político que se escapó para no ser detenido se ha transformado en un personaje en Flandes. Como Merlín, no tenía tela y se hizo el traje con varios jirones de ropa vieja; quedó ridículo, pero vestido. Encanta a algunos de sus seguidores e intentará, si los letrados no lo impiden, que la mesa búlgara-independentista convierta el Parlament en un cine de sesión continua. Como el reglamento de la cámara es anterior a la Red no impide la presencia telemática.