Miscelánea este 8 de febrero de 2018 en las tribunas de opinión de la prensa de papel. Desde los desencuentros entre el PP y Ciudadanos, a las ocurrencias feministas de Pedro Sánchez con tal de torpedear la candidatura de Luis de Guindos a la vicepresidencia del Banco Central Europeo o el último ‘invento’ del separatismo catalán para convertir a Puigdemont en presidente de Cataluña, aunque sea de forma simbólica.
Jaime González, en ABC, entiende que Rivera es el sucesor claro de Rajoy en el centro-derecha español, pero asegura a la vez que el de Pontevedra aún tiene batalla que ofrecer:
Rajoy es un junco, uno de esos púgiles que no te tumban de un golpe, pero que practican como nadie la estrategia del desgaste. Y Rivera no es un aprendiz, sino un serio candidato al que solo le recomendaría que no planteara la batalla en términos de pasado-futuro. Sería un error de principiante.
Mayte Alcaraz le da para el pelo a Sánchez porque parece olvidar que en la etapa de Zapatero España tuvo a tres socialistas varones en altos cargos internacionales:
Al líder socialista, al que faltan algunas lecturas y la experiencia de ganar algo, aunque sea la presidencia de su comunidad de vecinos -feliz hallazgo que Joaquín Leguina le dedicaba a Alberto Ruiz-Gallardón- tampoco le vendría mal repasar la historia de su partido, que durante 22 años se confunde con la de España. En 2005, el presidente Zapatero (y con él, España), contaba con tres embajadores de alto nivel: Joaquín Almunia, comisario europeo de Asuntos Económicos; Javier Solana, alto representante para la Política Exterior y Seguridad Común (y ex secretario general de la OTAN), y José Borrell, presidente del Parlamento Europeo. ¿Qué hubiera dicho Zapatero si el líder de la oposición, Mariano Rajoy, hubiera ido de «guay» menospreciando a los tres exministros para reivindicar españolas en tan altos puestos?
Luis Ventoso le recuerda a Sánchez que sus más directos fieles no son, precisamente, un ejemplo de feminismo:
Resulta ridículo que Sánchez lo haya rechazado como candidato porque tocaba una mujer. Una exigencia singular viniendo de quien tiene como su segundo de facto a Ábalos y como portavoz de su ejecutiva a Puente. Sus sendas barbas siembran leves dudas sobre su feminidad. Exigir que la candidata a un cargo europeo sea mujer supone primar el sexo sobre la capacidad. En realidad es hacerlas de menos. Supone también discriminar a los hombres, a los que Sánchez inhabilita por razón de sexo
Isabel San Sebastián diagnostica un ataque de celos (y de miedo) en el PP ante el ascenso imparable de Ciudadanos:
Al PP le enervan las críticas de Ciudadanos y más aún le crispa su ascenso imparable en las encuestas. Desde su punto de vista, los «naranjitos» son usurpadores del espacio de centro liberal que por derecho corresponde a las siglas de la gaviota. Okupas políticos. Ladrones de votos considerados propiedad del partido, no del elector soberano para hacer con su papeleta lo que le plazca. ¿Cómo se permiten los recién llegados discutir su primogenitura?
Ignacio Camacho se muestra crítico con la idea del PSOE de Sánchez de resucitar el guerracivilismo:
Esto es lo que el sedicente progresismo ofrece ante el futuro y sus retos. Un salto atrás de ochenta años y una especie de Plan E funerario que en vez de construir rotondas genere jornales trasladando muertos. Una reconstrucción sesgada de la Historia que trata de levantar una falsa legitimidad moral a base de identificar a la derecha moderna -como hace el separatismo catalán- con el franquismo y sus herederos. Lo que queda de la izquierda que transformó España con un pujante y renovador proyecto no es más que una simbólica excavación retrospectiva en las tapias de los cementerios. Para venir de gente joven no podía tratarse de un modelo más añejo.
El País critica la elección de De Guindos como candidato español a la vicepresidencia del Banco Central Europeo. Soraya, pon orden o van a seguir zurrándole la badana a tu Gobierno desde la calle Miguel Yuste:
Las sombras de una candidatura que pese a todos esos déficits apoyamos, por sentido de responsabilidad español y europeo, se multiplican por la penosa gestación de la misma. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, fracasó en dotarla de solidez antes de empezar; fue incapaz de preverla; de prepararla; siquiera de anunciarla personalmente, ni de suscitar el tradicional consenso con los principales partidos, sobre todo con los que más le flanquean en grandes decisiones de la gobernabilidad.
Sabino Méndez, en La Razón, se parte la caja con la última ocurrencia, nivel esquizofrenia aguada, de los independentistas para lograr que Puigdemont sea presidente catalán:
Puigdemont quiere ahora que le conviertan en presidente subregional de pegolete. Vamos a dejar de lado el hecho de que la figura de un presidente Tancredo es otro invento inédito sin ningún significado jurídico. Pero es que, además, cabría preguntarse qué hubiera dicho la consorte rumana de Puchinelli si, después de embarazarse de la primera de sus hijas, éste le hubiera propuesto ser solo «padre simbólico» de sus vástagos. Creo que no se lo hubiera tomado muy bien.
Arcadi Espada, en El Mundo, denuncia como el Gobierno español se ha dejado comer la tostada con el asunto de la TV3:
La oposición no solo debe denunciar la realidad agobiante y ruinosa de Cataluña sino la realidad falsa y sectaria que construye su radiotelevisión pública. Y es probable que para hacer eso haya de dotarse de una televisión propia. La que el burriciego Estado español se negó a construir, permanente fiado de lo que el remoto José María Calviño, director de TVE con el primer socialismo, había dicho: «TV3 será una televisión antropológica». Ni aquel Calviño ni el Estado pudieron imaginar nunca hasta qué punto antropoide.
Raúl Del Pozo advierte de que no se puede ni se debe pactar con quienes han tratado de reventar en pedazos la nación española:
Qué pacto puede hacerse con unos trastornados que consideran que la Democracia española es como un conjunto de colonos blancos que practican el apartheid. El referéndum pactado que planean en forma de ultimátum -mientras preparan el clandestino- no es posible en la UE. Como les dijo ayer Soraya Sáenz de Santamaría a los separatistas en la sesión de control, proponen soluciones absurdas, imposibles y ridículas. A pesar de ello, en los últimos días se observa un tierno ablandamiento de algunos medios y políticos, sugiriendo alguna suerte de pacto. Están a punto de exigir que el Gobierno practique el vis a vis institucional con los que van a ser juzgados e inhabilitados por intentar asolar la Constitución. Pretenden hacer el quiebro a los jueces y tratar como héroes a los atracadores del Estado democrático.