Cada 23 de abril, las calles de Barcelona se llenan de libros y rosas. El día de Sant Jordi, los catalanes conmemoran a su patrón entre librerías y floristerías, una fecha en la que las parejas aprovechan para tirar de romanticismo. Y entre ellas estaba la pareja más buscada del momento, la que conforman los tortolitos Alfred y Amaia.
Alfred, natural de Barcelona, ha compartido un vídeo en su perfil de Instagram en el que aparece la navarra sosteniendo un libro y una rosa. Hasta ahí, todo normal. La polémica ha surgido al descubrir cuál es el libro que el cantante ha elegido para sorprender a su novia. El título elegido por el catalán ha sido España de mierda, una obra de Albert Pla.
Hermann Tertsch dedica su columna en ABC titulada ‘Ofendo luego existo’ a zarandear al niñato, «que se llama Alfred, para regalarle a ella, que se llama Amaia, su pareja en Eurovisión en representación de España, se titula «España de mierda»».
Esto viene a ser como una intervención de Cristóbal Montoro en heroica defensa del golpista Carles Puigdemont. La primera reacción es preguntar: «Alfredito (o Cristobalito), ¿A qué viene eso?». Pues viene a que regalar ese libro le hace sentirse mejor. Como Cristóbal, que se siente mejor después de dejar claro que él no descontrola. Montoro por su reputación hace cualquier cosa. Lo estamos viendo. El Gobierno ha tratado el golpe de Estado antes y después del 155 como un irritante malentendido. Los golpistas molestan porque pueden fastidiar el presupuesto a Rajoy. Una lata. Lo demás ya se verá cómo se apaña. Patada para adelante y que arree quien venga después. Eso sí, lo más tarde posible.
La clave está para Tertsch en que es un guiño a los suyos, a los independentistas:
Para Alfredito de Operación Triunfo, que ya se pavoneó como separatista, sabe que insultar a España le genera simpatías entre los suyos y ningún inconveniente con los demás. Gana siempre. Por eso coge el libro del tonto agonizante eterno que es Albert Pla y se gasta la gamberrada. Ofender como única forma de saber que existe. Le pasa al propio Pla, cuyo cerebro encoge desde hace siete lustros, y le pasa al niñato de Eurovisión, que viene jibarizado sin gasto. Le pasa al rebaño de mequetrefes que solo fue a Madrid a la final a pitar al himno e insultar al resto de los españoles. Que no eran todos los culés. Pero bastantes de los culés. Para distraerse de la terrible sospecha de que todos morirán como compatriotas de Felipe VI e Iniesta. Ofender como único recurso, como única forma de existir.
Ya en su perfil de Instagram dejó en evidencia su pasado separatista. En septiembre de 2014, el concursante de OT no tuvo reparos en publicar una fotografía de una manifestación repleta de esteladas en Cataluña. Lo hizo bajo el lema: Feliz día de la Diada. En OT ya se cubrió de gloria cantando ‘Els Segadors’.