La defenestración de Mariano Rajoy y la entrada de Pedro Sánchez en La Moncloa (salvo un giro inesperado de los acontecimientos y que al aún presidente del Gobierno le dé por dimitir de aquí a las dos de la tarde de este 1 de junio de 2018) es la cuestión que inunda editoriales y tribunas de la prensa de papel
Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, le vaticina un futuro judicial negro a Mariano Rajoy y una España en manos de los rupturistas:
Por supuesto, un Gobierno que suma 84 escaños no aprobará nada que no quieran sus infinitos socios, de los comunistas de la tribu tinaja a las cien hordas separatistas: bildutarras, nazitorras y euskonazis, todos con su estatuto racista a cuestas para liquidar la soberanía del pueblo español y blindar regímenes de apartheid entre los ciudadanos de la raza superior y súbditos maketos o charnegos, españolejos nacidos para pagar… y callar. Para convertir el diálogo en demolición del régimen constitucional, Sánchez deberá indultar a los golpistas catalanes, para que en la próxima republicanada no falte banquillo, y despoblará el banquillo del Supremo con un fiscal que sentará en él a Rajoy. Por no saber dimitir.
El editorial de El Mundo reclama la dimisión de Rajoy antes de proceder a la votación de la moción de censura donde previsiblemente va a quedar humillado:
No cabe sino apelar al sentido de Estado del líder del Partido Popular, quien, siquiera como último servicio a la nación y por patriotismo -un valor tan en desuso como digno de los mejores servidores públicos-, debiera haber asumido que este tiempo político ha concluido y haber presentado la renuncia a su cargo. Se hubiera desactivado así la votación con la que este mediodía concluye la moción de censura, en la que Podemos y las formaciones soberanistas ya han anunciado que respaldarán a Sánchez. Y estaríamos en un escenario que nos conduciría antes que después a unas elecciones, hoy más necesarias que nunca.
Santiago González entiende que la Constitución española, con esta moción de censura, acaba de saltar por los aires:
La Constitución cumple 40 años y ha llegado al final de su vida útil; el pacto democrático en que se basó ha saltado por los aires. El resultado práctico habría sido el mismo si la moción hubiera sido rechazada. El PSOE avaló la descabellada propuesta de Sánchez aupado por los populistas de Podemos, los dos herederos de Batasuna y golpistas catalanes. Para sumar los votos del PNV ha virado 180º y ha defendido los mismos Presupuestos que su grupo enmendó a la totalidad y rechazó la semana pasada.
Emilia Landaluce señala en su tribuna que el Gobierno de Sánchez va a trincar algo más de 245.000 euros, cifra que se le atribuye al PP que obtuvo de la Gürtel a título lucrativo:
Sánchez evidenció que está dispuesto a cualquier cosa para llegar a ser presidente. Ayer ya ofrecía diálogo a Cataluña. Y ya sabemos que eso pasa por vender a los españoles a los que por cierto, ya ha expropiado de las lógicas elecciones. [Creo que fue] A Bustos le montaron el pollo por decir que prefería un Gobierno corrupto que uno con Podemos y los nacionalistas. A esos estrechos, habría que recordarles que el Gobierno de Sánchez les va a robar bastante mas que 245.000 euros.
ABC le zurra al PP por no haber sabido regenerarse a tiempo y por el empecinamiento de no haber dimitido Mariano Rajoy:
También es una nueva etapa para el PP, cuyo paso a la oposición no debe traducirse en un enroque numantino ni en una tabla rasa de sus errores pasados. Por el contrario, este cambio le obliga a hacer en la oposición y en menos de un año, la renovación que pudo haber hecho con tranquilidad y desde el poder, y que no hizo por un exceso de arrogancia en la valoración de sus propias fortalezas y de las debilidades ajenas. La desafección por la iniciativa política y la confrontación ideológica también ha mermado la envergadura del Gobierno del PP.
Rajoy ha optado por no dimitir porque su dimisión no garantizaba una nueva investidura de otro candidato del PP. Es cierto, pero tampoco el PSOE tendría garantizada la investidura de su candidato en un escenario político que sería distinto y en el que la ausencia de una mayoría suficiente para la investidura de cualquier candidato acabaría forzando unas nuevas elecciones.
Hughes le recuerda al PP que ellos mismos han fomentado durante la última legislatura que los medios de comunicación se convirtieran en altavoces contra la gestión del Gobierno:
Y algo sorprendente: cae su gobierno por el escándalo social de la Gürtel y esto parece cogerle por sorpresa. ¿Dónde ha estado todo este tiempo? ¿No sabe de qué han estado hablando las televisiones los últimos años? Las últimas elecciones dejaron latente una aritmética zapateril. La suma de izquierdas y nacionalistas daba lo necesario. Gobernó el PP, convirtió la política en acopio e hibernación, llenó los medios y el partido de seres afirmativos y se desarrolló una propaganda en favor del derecho a decidir, muy insistente con su corrupción, pero no con la de los demás. El germen televisivo había sido de Zapatero y ahora contemplamos el encuentro entre aquella larvada realidad mediática y la nueva realidad política. ¿Por qué contribuyó el PP a los minaretes que llamarían a su destrucción? Todas las hipótesis hieden.
Carlos Herrera señala que a Rajoy le han estrangulado a base de bien y a Rivera le han hecho el timo de la estampita:
No pocas voces han inquirido a Rajoy para que dimita, pero éste ha asegurado que no ha hecho nada para tener que tomar esa decisión. De hacerlo, suspendería la moción, pero nada garantizaría que otra opción no fuera posible en la ronda de consultas y la posterior votación. Y abarataría el precio del acceso de Sánchez a la Presidencia. El único que ha dimitido es Zidane. Lo que queda más o menos claro es que a Rajoy le han hecho la Doble Nelson y a Rivera la 13-14. Y todo con la firma de aquellos a los que les acababan de dar lo indecible. Es lo que tienen los laboratorios de monstruitos.
Ignacio Camacho escribe que a Sánchez no le importa formar parte de un absurdo con tal de entrar como presidente al Palacio de La Moncloa:
Lleva dos años aguardando el momento, en el que nunca dejó de pensar incluso cuando lo defenestraron sus propios compañeros. La de ayer era la sesión que se le quedó pendiente en aquel golpe palaciego, el final de un camino firmemente trazado en su fuero interno, la culminación de un objetivo personal que estaba decidido a alcanzar a cualquier precio. La consumación de su revancha sobre los que le dieron por muerto. «¿Percibe usted el aroma del absurdo?», le preguntó Rajoy en un estudiado y solemne golpe de efecto. Pero Sánchez no percibía más que el perfume de un poder que estaba tocando con los dedos. El absurdo le olía a éxito. A su ansiado rango de presidente del Gobierno.
Hermann Tertsch apalea al presidente del Gobierno por pensar en sí mismo y no en los españoles ante una situación tan delicada:
Un presidente autosatisfecho en la moribundia, desplegó su inútil superioridad retórica parlamentaria, juegos florales del agonizante, para humillar a Sánchez. Este no sufre cuando huele poder como nunca pensó volver a hacerlo. El candidato y presidente in pectore, Pedro Sánchez, expuso abiertamente su detestable bajeza personal, por supuesto su habitual inconsistencia, su primitiva capacidad expositiva y una obsesión malsana y violenta contra el tercero en discordia, Albert Rivera. El líder de Ciudadanos intentó conseguir de Rajoy esa dimisión que pudiera evitar la pesadilla. Pero Rajoy tiene una agenda estrictamente personal. Demostró que adolece de todas las fallas de carácter que le han impedido ser un líder real. Ni gallardía, ni generosidad, ni lucidez ni sentido de la realidad, ni humildad ni un mínimo de lealtad a los españoles. Así los ha traído hasta estos momentos tenebrosos de la historia de España.
Luis Ventoso cree que a Sánchez le quedará poco tiempo para poder disfrutar del Palacio de La Moncloa:
Sánchez lo ha conseguido (en parte porque Rajoy pensaba que hacer política era llevar los libros de cuentas rodeado de correctos funcionarios como él; y desdeñó las ideas, descuidó la comunicación y tampoco tuvo la generosidad de dar el relevo cuando iba tocando). Pero en cuanto puedan hablar las urnas, me temo que Begoña saldrá de La Moncloa antes de poder completar el cambio de decoración. ‘Roma no paga a traidores’, reza la cita clásica. Y España no pagará a felones que se coaligan con sus más sañudos enemigos.
Manuel Marín recuerda que Sánchez cambia de colores y de ideas según la ocasión:
Sánchez será presidente con los votos de un partido a cuyo líder llamó racista hace solo unas horas, y ahora le tiende la mano. Sánchez avaló ayer el 155 para compartir hoy con el separatismo propuestas de «diálogo» que no detalló. Sánchez abominó de unos presupuestos generales que ahora hace suyos con tal de gobernar. Su virtud, convertir la palabra dada en papel mojado.
El editorial de El País, una vez defenestrado Rajoy, llama imprudente a Pedro Sánchez por empecinarse en gobernar con 84 diputados:
Desalojar a Rajoy, insistimos, es un imperativo. Intentar gobernar sin apoyos o, peor, con unos apoyos contraproducentes, una imprudencia. Tal y como hemos sostenido, en aras de evitar la inestabilidad y la deslegitimación del sistema democrático, apelamos a una pronta convocatoria a las urnas en fecha pactada por todos los grupos parlamentarios que quieran garantizar la estabilidad y la gobernabilidad y que piensen que la solución más eficaz y más democrática es dar la voz a los ciudadanos.
La Razón considera que quien ayer debería de haber dimitido era Pedro Sánchez y lo argumenta de esta manera:
Rajoy podía haber dimitido y bloquear así la moción, como se rumoreó a lo largo de toda la sesión, pero no era esa la cuestión. No era más que un intento de los socios de Sánchez de disimular su enorme responsabilidad de convertir en presidente a alguien que no ha ganado ninguna elección y que ha llevado al PSOE a su nivel más bajo. Quien sí está a tiempo de dimitir para no llevar a España al desgobierno es el propio candidato socialista. Sintomático que el candidato socialista no replicase algunas intervenciones indignas de sus socios, lo que muchos votantes socialistas no entenderán. España entra en un experimento cuyos resultados desconocemos. La ambición sin límite de Sánchez ha colmado sus objetivos: llegar a La Moncloa sin ganar unas elecciones que hubiese perdido. Él y sus socios son un verdadero riesgo para la estabilidad.