Sede de El País. Edificio de Miguel Yuste. Pasan de las 9:30 de la noche y el consejero delegado de PRISA, Manuel Mirat, y la nueva directora del diario, Soledad Gallego-Díaz, se reúnen con los afectados por la ‘poda ideológica’ que están llevando a cabo para notificarles su despido–La historia del editorialista de El País que pagó muy caro sus descaradas campañas a favor del PSOE–.
Adiós frío y sin anestesia. Mandan los nuevos tiempos. El socialismo ha regresado a La Moncloa y desde el grupo entienden que hay que hacer retornar la nave al puerto del centro-izquierda, aprovechando los nuevos vientos que soplan en política desde que la moción de censura mandase a la oposición al Partido Popular y a Mariano Rajoy al retiro–Soledad Gallego-Díaz, la elegida por PRISA para recuperar a los lectores de izquierdas perdidos por El País–.
Se les explica que su despido es consecuencia de la llegada de un nuevo equipo y ambos se escudan en un cambio en la línea editorial de El País para justificarlo. Evidentemente, ellos no tienen sitio en el nuevo organigrama.
Se trata de algunos de los responsables más importantes que han dirigido el periódico durante la etapa de Antonio Caño.–El País nombra a Joaquín Estefanía adjunto a la dirección y limpia su staff de críticos con Pedro Sánchez—
Y Gallego-Díaz, que cuenta además con el aval de haber sido votada en masa por su redacción para desempeñar el cargo, no ha tenido piedad.
David Alandete, que ejercía como director adjunto, José Ignacio Torreblanca, jefe de opinión, Rafa de Miguel, José Miguel Calvo, Álvaro Nieto…todos ellos formaban parte del núcleo de confianza del anterior director en un periodo en el que El País se caracterizó por sus críticas furibundas contra el entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Quién ha visto al diario y quién le ve ahora–El descarnado lamento de un purgado de El País por motivos ideológicos: «Soy víctima de acontecimientos de los que soy ajeno»–.
Nieto posteriormente escribiría un correo a sus ya ex compañeros para despedirse y compartir su estupor por la manera de cómo han actuado Mirat, Ceberio y Gallego-Díaz con ellos: «Soy víctima de unos acontecimientos de los que soy ajeno«, acertó a decir, según ha podido saber este medio.
LA REDACCIÓN NO ESTÁ DE ACUERDO CON ESTE PROCEDER AUNQUE LOS PURGADOS NO GOZABAN DE MUCHAS SIMPATÍAS
En la redacción hay estupor, cuando no enfado. Muchos de los afines a Caño y ahora purgados no contaban con la simpatía de muchos profesionales, que por otra parte no tienen reparos en censurar el modus operandi de los nuevos responsables. Definen estos despidos ideológicos como ‘tiros en la nuca’. Así de evidente–Gallego-Díaz y Ceberio retiraron una encuesta de Metroscopia favorable a Ciudadanos de la edición dominical de El País–.
Porque muchos aún tienen presente la pesadilla del ERE del año 2012, cuando tuvieron que ver hacer las maletas a muchos buenos profesionales que fueron despedidos por razones económicas y como pago de la borrachera financiera del entonces presidente Juan Luis Cebrián y sus secuaces.
GALLEGO-DÍAZ ESCRIBIÓ UN EDITORIAL PRO-SANCHISTA SALTÁNDOSE A SU JEFE DE OPINIÓN, TORREBLANCA
El cambio en la línea del rotativo es tan evidente que el domingo 10 de junio salió publicado un editorial muy ‘sanchista’. Lo escribió la propia directora, Soledad Gallego-Díaz, sin contar con el aún director de opinión, José Ignacio Torreblanca.
Algo muy grave, porque el politólogo aún seguía ostendando el cargo. Éste se quejó de que se hiciera sin contar con su visto bueno. Incluso la directora se negó a pasárselo. Previamente ya había decidido eliminar una encuesta de Metroscopia que mantenía a Ciudadanos como primera fuerza política en intención de voto de las páginas del periódico. Torreblanca también ha sido purgado.