Salvo excepciones muy contadas, nadie este 8 de noviembre de 2018 celebra la decisión de Pedro Sánchez de regular por decreto que los clientes dejen de pagar a los bancos un impuesto hipotecario. Las declaraciones del presidente del Gobierno son duramente replicadas por las tribunas y editoriales de la prensa de papel.
El editorial de ABC carga contra Sánchez e Iglesias por competir abiertamente a ver quién saca más rédito electoral haciendo demagogia con las hipotecas:
Sánchez e Iglesias parecen competir en un concurso de cínica meritocracia y ventajismo político, sin plantearse, por ejemplo, algo mucho mejor: la desaparición de ese impuesto -como propuso ayer el PP- y la supresión de otros tributos anacrónicos e injustos, como los de sucesiones y patrimonio, que especialmente las autonomías del PSOE cultivan contra sus propios ciudadanos. Ni siquiera el buenismo fingido, como soporte del oportunismo político y la mentira económica, puede proteger a Sánchez de sus medias verdades.
Luis Ventoso se ceba con Pedro Sánchez por hacer de demagogo supremo con la cuestión hipotecaria:
Sánchez, demagogo mayor del Reino, ve entonces su momentazo: rueda de prensa en La Moncloa con anuncio de un decretazo inmediato para que se fastidien los diabólicos bancos. ¡Ole! Sánchez explica que lo hace para «defender la seguridad jurídica» y que respeta la independencia del poder judicial. Lo cual equivale a llamarnos imbéciles, pues nada daña más la seguridad jurídica que un presidente del Gobierno poniendo a parir al máximo tribunal del país y contradiciéndolo vía decreto exprés. Además, los bancos nos repercutirán la medida ya.
Ignacio Camacho, en ABC, no tiene todas consigo respecto a Sánchez, que cada vez que sale a dar una rueda de prensa para ponerse la medalla por algún asunto, léase el tema de la exhumación de Franco, la acaba pringando:
A Sánchez se le ha aparecido el genio de la lámpara sin tener que frotarla. La sentencia le ha concedido tres deseos. 1. No tocar el déficit, que hubiese aumentado en medio punto de haber tenido el Estado que devolver (a través de las haciendas autonómicas) el dinero en litigio. 2. Le devuelve la iniciativa política a través de un asunto hipersensible que es, desde el comienzo de la crisis, la gasolina del populismo. Ayer se le pasó de golpe su alergia comunicativa e improvisó una rueda de prensa para explotar la oportunidad, sin conocer siquiera la letra del pronunciamiento judicial. Y 3. Le permite aparecer como el salvador de los hipotecados, el que va a obligar por decreto a los bancos a pagar un impuesto que creó su propio partido en los años 90. Veremos si sabe y si puede; no sería el primer proyecto que se le enreda.
María Jesús Pérez denuncia como un asunto tan escabroso como el pago de ese impuesto hipotecario acaba siendo la ocasión de oro para que Sánchez y su socio se lancen a la carrera del populismo:
Este Gobierno es único sacando partido hasta de las situaciones más escabrosas y circenses. Porque eso es precisamente lo que parece que se ha montado en este país por toda la polémica generada entorno al dichoso impuesto de Actos Jurídicos Documentados (AJD). Un auténtico circo, en el que políticos, magistrados, banqueros y consumidores -contribuyentes con voto, no lo olviden, eso sí, como espectadores expectantes- han participado, quien más quien menos, en el (y del) espectáculo. Empezando por el propio Pedro Sánchez, dispuesto a hacer populismo barato en cuanto puede. Populismo de pichiglás. Con el BOE por montera. Frente al populismo de calle de su socio de Gobierno, Pablo Iglesias, que, en este asunto, quiere más. Por pedir…
El editorial de El Mundo critica el espectáculo ofrecido por el Tribunal Supremo con las hipotecas, pero le sacude una tunda aun mayor a los políticos:
Si el deplorable espectáculo ofrecido por el Supremo en la crisis hipotecaria ha retratado la grave irresponsabilidad de los magistrados, la reacción sobreactuada de nuestros dirigentes retrata la demagogia que practica gran parte de la clase política. Desde las llamadas a rodear el Supremo del populismo profesional de Podemos hasta el nuevo decretazo anunciado por Pedro Sánchez para legislar en caliente una norma que obligue a pagar a los bancos, nuestros representantes han corrido a colocarse a la cabecera de una metafórica manifestación, bien conscientes del potente combustible electoral que constituye la indignación ciudadana en uno de los países de Europa donde más hipotecas se firman. Pero los ciudadanos no quieren sobreactuación sino eficiencia, y prefieren una reforma profunda e integral antes que un parche apresurado y electoralista cuyos efectos sobre el bolsillo de los futuros clientes bien pueden resultar contraproducentes.
Carlos Segovia no tiene nada claro que el decreto presidencial para que los bancos no repercutan más ese impuesto hipotecario sobre los clientes vaya a tener una larga vida:
Con tal de adelantarse a la competencia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dio el golpe de efecto de anunciar ayer el resultado del Consejo de Ministros de hoy consistente en endosar a la banca por decreto ley el impuesto de las hipotecas. Es la fórmula legal ideal cuando un Gobierno quiere asumir total protagonismo, pero en este caso conlleva un alto riesgo de inconstitucionalidad. Hay peligro de que un recurso posterior en la liquidación del impuesto termine anulando en el futuro y con efecto retroactivo lo anunciado por Sánchez. Por si ha habido poca inseguridad jurídica estos días con el espectáculo del Tribunal Supremo, el Gobierno corre el riesgo de abrir otra.
El País aplaude con las orejas la decisión de Pedro Sánchez asegurando que vía decretazo acabará con ese impuesto hipotecario y además aduce que lo dota de plena seguridad jurídica:
La rápida reacción del Gobierno aprobando un decreto ley inmediato por el cual los ciudadanos no tendrán que pagar «nunca más» el impuesto de las hipotecas es acertada y soluciona en buena parte la inseguridad jurídica que habían provocado sentencias contradictorias del Tribunal Supremo. Pero lo que no logrará es frenar el despropósito que se ha infligido el alto tribunal no solo (o no principalmente) por el cambio de criterio jurídico (de pagar los clientes a pagar los bancos y nuevamente a pagar los clientes), sino por el tortuoso procedimiento para hacerlo exhibido por su Sala de lo Contencioso-administrativo y, en particular por su presidente, Luis Díez Picazo.
La Razón considera que Sánchez se ha tirado en plancha al estilo populista para intentar resolver una cuestión, la del impuesto hipotecario, que no tiene fácil solución:
La actuación de Pedro Sánchez no va a traer las bondades que pregona, puesto que, y no sabemos si es un rasgo de ingenuidad o de cinismo, las entidades de crédito tratarán de aminorar en lo que puedan, y pueden mucho, las pérdidas en su cuenta de resultados. Tampoco restituye el supuesto daño causado a los clientes hipotecarios, ya que no se impone la norma con retroactividad, y, finalmente, abona las denuncias sobre la creciente inseguridad jurídica que provocan los actos de la Administración.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72