Pedro Sánchez sigue de viaje por Cuba y mientras se dedica al blanqueamiento, no precisamente dental, del dictador Díaz-Canel, en España se ve con preocupación lo que puede suceder con Gibraltar. Y es que, tal y como cuentan este 24 de noviembre de 2018 las tribunas y editoriales de la prensa de papel, al Ejecutivo del ‘aviador’ de La Moncloa le han colado un gol por toda la escuadra.
El editorial de ABC le recuerda al presidente del Gobierno que menos paseos por La Habana y más ponerse las pilas con el asunto de Gibraltar:
Es difícil, sin embargo, que España sea tenida en cuenta si en esta crisis diplomática la interlocución en Bruselas corresponde al secretario de Estado para la UE. Cuba no es el sitio donde tenían que estar el presidente del Gobierno y el ministro de Asuntos Exteriores. Mientras ambos pasean por La Habana, la UE se encamina al desenlace de su mayor crisis interna desde la constitución de la Ceca y de Euratom, con un revés en ciernes a la posición española frente a Gibraltar. En estos casos la iniciativa política no puede limitarse a meras declaraciones, por firmes que resulten, sino que exigen de Pedro Sánchez una gira urgente por las capitales europeas para recordar claramente que, sin España, no hay Brexit.
Luis Ventoso le sacude una buena tunda a Pedro Sánchez por haber dejado descuidado el tema de Gibraltar hasta última hora:
Como esos alumnos poco aplicados que lo dejan todo para el día del examen, Sánchez se ha encontrado ahora con que puede hacer el ridículo diplomático en Gibraltar y arruinar para siempre cualquier futura reclamación española. Las elecciones pueden llegar pronto, porque este Gobierno zombi no da más de sí. El líder del PSOE sabe que no puede concurrir a ellas con su imagen actual, la de un presidente que lisonjea a los separatistas a cambio de seguir en el poder. Sánchez necesita imbuirse de una cierta aureola de españolismo, por eso al final, a ultimísima hora, se ha decidido a dar la batalla por Gibraltar. Bienvenido al patriotismo. Aunque sea tarde y mal (de entrada, ayer no debería estar paseándose por La Habana, sino trabajando en la fría Bruselas por España).
En El País, Teodoro León Gross sale a atacar a la derecha por el asunto del Peñón:
España no puede vetar el Brexit, aunque sí la declaración política. Pero esto ya tiene mal arreglo. Salvo salida de Sánchez por la puerta grande, inusual en los usos diplomáticos, reaparecerá la retórica patriotera en la derecha -Casado ya ha dicho, en clave de honra sin barcos, que «el PP no va a tolerar una humillación internacional para España»– y los golpes de pecho acusando al presidente de ser el nuevo Conde don Julián que ha vendido España.
La Razón no se traga el anzuelo del acuerdo de última hora sobre Gibraltar:
A última hora, deprisa y corriendo, el Gobierno negociaba en Bruselas una salida digerible al ridículo con Gibraltar en la negociación del Brexit. Meses de reuniones no fueron suficientes para que Pedro Sánchez tuviera atado el futuro del Peñón en la nueva Europa. Con un pie en la capital comunitaria y otro en La Habana, Bruselas y Londres ofrecieron por la mañana sendas declaraciones paralelas que pretendían satisfacer las exigencias de España, ofrecer todas las garantías sobre la situación del Peñón tras la salida de Reino Unido de la UE y evitar el bochorno de que la cumbre de mañana para ratificar el acuerdo del Brexit se celebre sin nuestro país o bien se suspenda. Ambos documentos deben acompañar al tratado de retirada y al acuerdo político sobre la futura relación entre las partes, pero el Gobierno los rechazó y hay que reconocer su firmeza de última hora. Fuera del compromiso oficial, como pegotes aderezados con buenas palabras y mejores intenciones comunitarias y británicas, no parecen el asidero jurídico ideal en el que confiar ante futuras disputas. El Gobierno no perdió la ocasión de culpar al PP por no haber sido lo «suficientemente ambicioso» -de aquellos polvos…-, pero no cuela. Sólo a Sánchez le robaron la merienda y el arreglo ya sabe a anomalía.
Cristina López Schlichting tilda a Sánchez de mentiroso y de estar en el lugar equivocado:
¿De verdad nuestros asuntos económicos en Cuba eran prioritarios? ¿Se puede saber que hacía ayer en La Habana el presidente cuando el Brexit nos puede costar el futuro de Gibraltar? ¿Qué hace contestando por twitter? ¿Y por qué miente y finge que tenemos derecho de veto cuando la precariedad de la situación es vertiginosa? Es desesperante. No quiero pensar que las bochornosas alabanzas de Sánchez al «impulso reformista» de Díaz Canel -un títere de Raúl Castro- y el paseo de su mujer por la escalerilla del avión, toda vestida de rojo comunista, nos vayan a costar un disgusto territorial en una frontera que es nido de narcotraficantes y paraíso fiscal. Nadie del Consejo de Estado recibió en La Habana a nuestro líder. La noticia de su llegada fue la quinta en los medios cubanos. La oposición echa los dientes porque se la ha ninguneado. ¿De veras merecía la pena desguarnecer Bruselas por esto justo en esta semana crucial?
El Mundo le zurra a Sánchez por su viajecito a Cuba para blanquear el castrismo:
Pedro Sánchez ha protagonizado un insensato volantazo con un viaje que, tal como se ha desarrollado, supone un indefendible espaldarazo a la dictadura castrista. Para pasmo de españoles y cubanos, Sánchez ha acabado volando a La Habana con su mujer y han protagonizado una agenda de actos casi idéntica a la de un viaje de Estado, cena oficial de matrimonios incluida a mayor gloria del dictador cubano o paseos por La Habana vieja, como si la situación política fuera de normalidad. El resultado final ha sido una triste visita que el régimen cubano aprovechará para su campaña de blanqueamiento internacional, con el presidente del Gobierno español sirviéndole de coartada por su obsesión con crearse en tiempo récord una imagen de dirigente global.
Juan Velarde es redactor de Periodista Digital @juanvelarde72