La bronca de los medios digitales y los 'listos' de las emisoras de radio

La Cadena SER la emprende a palos contra Paolo Vasile por llevarse a Manu Carreño a Telecinco

No se habla de otra cosa desde que Cañete decidió meterse en un charco del que le está costando mucho salir

Los 'sesudos' analistas han encontrado al fin sobre quién descargar sus iras

Han pasado ya varios días, pero este lunes se sigue hablando, y mucho, del cara a cara televisivo entre Miguel Arias Cañete y Elena Valenciano.

Los analistas políticos coinciden en que Cañete metió la pata y coinciden también en culpar a su asesor mientras la mayoría atinan a señalar con el dedo acusador a Luis Arriola, el gurú de cabecera de Mariano Rajoy.

Para Federico Quevedo en El Confidencial:

«todo iba bien para el PP en esta campaña electoral hasta el pasado jueves. Rajoy había acertado dejando para el último momento la elección del cabeza de lista de su partido a las elecciones europeas, y también con la designación para ese puesto de Miguel Arias Cañete. ¿Qué pasó con Miguel Arias Cañete? Es evidente que alguien le aconsejó mal. Muy mal. Rematadamente mal. Y ese alguien debería (desde hace ya tiempo) haber sido despedido del PP, Cañete, y el PP, tienen el enemigo dentro de casa, y ya va siendo hora de que se den cuenta».

Desde La Gaceta, Eurico Campano señala:

«en España, desde su aparición en 1993, los debates nunca han sido tales. Tan sólo se han parecido al modelo americano al que pretendían imitar en farfolla y parafernalia, que eso sí nos gusta mucho a los españoles Que Cañete es un buen conocedor de la asignatura europea nadie lo duda. Que el jueves no tuvo su mejor noche es evidente. Un candidato sudoroso, balbuceante, lector y a ratos prepotente -sabedor de su superioridad intelectual- se estrelló frente a una falsa naturalidad».

Antón Losada tira de ironía en Eldiario.es para arremeter contra Cañete:

«Si soy yo mismo, me quemo», ha desvelado Miguel Arias Cañete al tiempo que daba una nueva dimensión al concepto «machismo» Para ser machista antes bastaba con ser imbécil. Ahora hay que ser intelectualmente superior y tener al menos un asesor avisándote que conviene no parecer demasiado listo cuando debates con una mujer, porque eso sí que es machismo No se exhibe la superioridad intelectual sobre las mujeres, se les compran unos zapatos bonitos o un bolso elegante; ese es el verdadero feminismo».

Federico Jiménez Losantos tiene claro en Libertad Digital quién es el culpable del fiasco del debate:

«El jueves, en TVE, cadena pública en quiebra cuyo director parece un sobrino de Mario Conde en los 90 y cuya plantilla supera en número -no en resultados económicos, artísticos o de otro tipo- a las cuatro grandes cadenas privadas juntas, el eurocandidato del partido en el Poder, Miguel Arias Cañete, perdió, según opinión general, incluida la del propio Arias, el amañado debate frente a la candidata del PSOE, Elena Valenciano, a quien denominar mediocre sería hacerle demasiado favor.

En dos semanas de carrera electoral, Cañete le sacó cuatro puntos a su rival. En una hora de debate, siguiendo la táctica clásica del gurú del PP Pedro Arriola, Cañete se pegó una bofetada que él mismo convirtió en trompazo al día siguiente.

Con Arriola, está prohibido el riesgo, la improvisación, la individualidad, la sinceridad, la naturalidad, el compromiso, la brillantez, el rigor intelectual. Y no es cosa de Cañete.

Lo hemos visto en los debates de Aznar, Rajoy, Pizarro, Mayor Oreja y otras víctimas del hombre que mejor sabe explotar los complejos de la derecha. Porque Arriola no es sólo un mercachifle que provoca vergüenza ajena cuando explica su táctica electoral: es el maletín de los complejos de Maricomplejines».

Nada que ver con lo que opinan Manuel Molares Do Val en Periodista Digital que hasta parte una lanza a favor del debate de Cañete:

«Si usted vio el debate del jueves entre Elena Valenciano y Miguel Arias Cañete observó que mientras el exministro de Agricultura hablaba la candidata socialista rezongaba, gruñía y reiteraba exclamaciones sin parar hasta crear un desagradable ruido de fondo que desconcentró a su contendiente, obligándole a soltar torpemente lo que traía escrito.

Cañete no interrumpía a Valenciano, que es lo que suele hacerse entre hombres cuando debaten, sino que la dejaba hablar caballerosamente.

Si ese debate hubiera sido entre hombres el exminisro habría gritado:

«Cállese. No me interrumpa con sus constantes cacofonías por lo bajo», igual que harían los mujeres entre ellas. La socialista, obedeciendo a sus asesores, usaba sus «armas de mujer»: refunfuñar sin parar y hacer exclamaciones de fondo, raca raca, pero en un tono medido para molestar sin interrumpir…».

En una línea similar se manifiesta Vicente Torres, que tampoco vio mejor a Valenciano:

«O sea, Elena. O sea, nada. Según voy leyendo, Miguel Arias Cañete y sus asesores pensaron que su antagonista le iba a plantear el debate en los términos que le convenían y llevó muchas notas sobre el particular. No era difícil, no obstante, predecir que Elena Valenciano y su equipo le tenían preparada una emboscada, en la que cayó, con el fin de vincularlo al machismo. Realmente, las únicas posibilidades de ella eran esas y parece mentira que en el PP no se previera eso».

José Apezarena no tiene tan clara ni una cosa ni la otra en El Confidencial Digital y se hace eco de lo que piensa la gente que antes trabajaba con Cañete en el Ministerio de Agricultura:

«Culpan a Arriola del desaguisado. Y a Arias Cañete a continuación, por someterse a sus consignas de estratega de despacho. Piensa que el ex ministro de Agricultura debió ser más él mismo. Aunque ahora tampoco lo tienen tan seguro, a la vista de lo ocurrido a la mañana siguiente. Porque, si las cosas no salieron bien por la noche, peor se pusieron aún el viernes, con su comentario acerca de la superioridad intelectual sobre las mujeres. Y aquí ya no tenía responsabilidad Arriola.

En ese entorno próximo consideran que el machismo se ha convertido en un indeseado invitado y protagonista de la campaña.

Que los socialistas estaban contra las cuerdas y ahora tienen oxígeno. Pero también piensan que el impacto real de este suceso sobre la intención de voto no será muy significativo. Lo cual no quita para que se sientan decepcionados. Y hasta tristes».

A todo esto, Rajoy y Arriola ya están a otra cosa, según Jesús Cacho en VozPópuli:

«Se acabó la miseria. Apenas unas horas antes del debate televisado que el jueves enfrentó a Arias Cañete con Elena Valenciano, el titular de Hacienda anunciaba en Málaga un recorte de los tramos del IRPF -de los siete actuales a cinco como máximo- a partir del 1 de enero de 2015.

El anuncio no significa en sí mismo ninguna bajada de impuestos (que dependerá del tramo en el que cada contribuyente quede incluido y de lo que tribute cada uno de ellos), pero Montoro se apresuró a vender la buena nueva «para todas las rentas», adelantando, además, un caída del tipo nominal del Impuesto sobre Sociedades, actualmente en el 30%.

Se ha instalado una auténtica ´burbuja del optimismo´: se acabó el ajuste, queda inaugurada la fiesta nacional».

Pero aparte del debate, la campaña electoral sigue y se acerca la cita con las urnas del 25-M al tiempo que proliferan las encuestas en intención de voto, con todas las nuevas fuerzas que este año concurren a las elecciones.

Desde Libertad Digital, José García Domínguez no entiende la nueva moda de criticar el bipartidismo:

«La última moda en materia de milagrosos ungüentos amarillos consiste en el repudio feroz del bipartidismo.

Por lo visto, si ocupasen el Gobierno veintisiete partiditos en lugar de los dos mayoritarios que se turnan en La Moncloa todos seríamos felices y comeríamos perdices. Eso sí, a nadie se le ocurra pedir una mínima coherencia lógica a nuestros diletantes regeneradores.

Y es que, si tan funesto resulta ser el bipartidismo, ¿a qué viene la rendida admiración por el diseño institucional de los Estados Unidos o el de Alemania, países ambos bipartidistas hasta el tuétano? Bipartidista, y muchísimo más que España, es también el Reino Unido. Y Francia. Y Noruega. Y Suecia. Y Austria. Y Canadá. Y…

De hecho, bipartidista es todo el mundo más o menos civilizado, salvo Italia e Israel. ¿Y acaso luce mucho menos corrupta la política italiana por la evidencia contrastada de que el sistema electoral haga ingobernable al país desde hace medio siglo?».

A todo esto, las nuevas fuerzas tampoco está limpias de polvo y paja. Según publica Ana I. Martín este lunes en El Semanal Digital, UPyD también tiene «trampa»:

«En esta campaña UPyD quiere pescar en los caladeros de populares y socialistas para conseguir ese segundo escaño que se ha marcado como reto.

De ahí que la formación que lidera Rosa Díez haya convertido el bipartidismo en el coco de estas elecciones. La ecuación es simple: cuanto mejor les vaya al PP y al PSOE peor les irá a formaciones como UPyD e IU en las urnas del 25 de mayo.

La realidad de UPyD supera a la ficción de Rosa Díez, quien vivió pegada a las faldas del bipartidismo tres décadas. No en vano, los números dos y tres de la candidatura de UPyD a estas europeas proceden de las filas del PP y el PSOE, y no precisamente eran afiliados de base».

En el segmento mediático, El Confidencial Digital se hace eco del último desencuentro entre grupos:

«La cúpula de la Cadena SER estalla contra Paolo Vasile por dejarle sin Manu Carreño.

Carrusel Deportivo está siendo presentado por un sustituto porque Mediaset ejecuta una claúsula que le da prioridad sobre el presentador.

Paolo Vasile ha dejado a la radio del Grupo Prisa sin Manu Carreño para los partidos de fútbol más importantes de año: el final de la liga y el Mundial».

 

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