A Paz Padilla se le acumulan los problemas. A la imputación de su novio Antonio Juan Vidal Agarrado en el caso de los cursos de formación, la presentadora de ‘Sálvame’ tiene que tolerar pintadas en el barrio madrileño de Fuencarral de mal gusto que rezan: ‘Pas (sic) Padilla es el demonio’.
Los vecinos del barrio de Las Tablas (Madrid) están cansados de ver cómo las pintadas se reproducen en la rotonda de la carretera de Fuencarral en dirección a Alcobendas desde hace dos años pese a que funcionarios del ayuntamiento se ocupan de repintar el guardarrraíl de cemento en el que infatigle grafitero deja sus admoniciones.
El lugar en el que se sitúan las pintadas no es casual: en esa carretera transitan todos los días los trabajadores de Telecinco (donde se graba ‘Sálvame’) y de ‘La Fábrica de la Tele’, la productora del programa. Productoras como ‘Mandarina’ y ‘Globomedia’ también tienen sus instalaciones en los alrededores de Las Tablas.
Como cada verano, Paz Padilla se queda de nuevo sin vacaciones porque es la encargada de sustituir a Jorge Javier todas las tardes al frente de ‘Sálvame’. Este año, ese es el menor de sus problemas.
Paz Padilla no es una persona que a priori tenga enemigos. La audiencia la apoya y es una de esas personas más queridas por los trabajadores y tertulianos de ‘Sálvame’.
No es una Terelu Campos, Mila Ximénez o un Kiko Hernández, que desatan amores y odios entre la audiencia. Padilla ha sabido ganarse el cariño de la audiencia desde que asumió el reto de suplir las ausencias de Jorge Javier Vázquez desde 2009.
¿Quién puede odiar tanto a la presentadora de ‘Sálvame’ para dejarlo patente por escrito? ¿Quién es el osado que se juega la vida en una peligrosa rotonda una y otra vez para compararla con el demonio? Y, sobre todo, ¿cómo se puede ser tan analfabeto de escribir el nombre de Paz Padilla con ‘S’?