Se reía en el palco del Vicente Calderón la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en la noche de 22 de mayo de 2016 cuando Jordi Alba anotaba el gol para el Barça que decantaba la final de la Copa del Rey —«Prohibir la estelada produjo erisipela en Puigdemont y en la muy absurda Ada Colau»–.
Trataba de mantener la podemita Colau la compostura, como representante de un cargo público, pero las risotadas con Josep María Bartomeu y Carles Puigdemont cuando el lateral izquierdo culé anotaba el gol terminaron por delatarla. Lo que nadie se explica es cómo para la alcaldesa de Barcelona, que ha demostrado ser tan fervientemente antimonárquica, se alegraba por la consecución del título de Copa de Su Majetad El Rey de España.
Así lo analizaba el periodista Víctor Arribas en la tertulia ‘Más Claro Agua’ de 13TV en el mediodía de 23 de mayo de 2016:
La imagen que me provocó más ternura fue la de Ada Colau disfrutando de una manera desorbitada el título de la Copa del Rey, una dirigente política que ha demostrado ser antimonárquica de una manera destacada y que ha retirado todos los símbolos monárquicos. Eso es genial.
En los primeros meses de legislatura de Ada Colau en Barcelona se produjeron con rapidez algunos pasajes que demostraron con vehemencia el sarpullido que la monarquía española le causa a la alcaldesa podemita.
En apenas unos días ordenó quitar de la sala de plenos del Ayuntamiento el busto de Juan Carlos I —A Ada Colau le causa sarpullido la figura del Rey de España–, y algún tiempo después ordenó quitar el nombre del monarca emérito a una plaza —Colau no se quedó ‘a busto’ y ahora borra el nombre de Juan Carlos I a una plaza–. Además, su número dos, Gerardo Pisarello, saltó a la fama por una polémica en el balcón del Ayuntamiento, esforzándose por quitar una bandera de España —«¿Se acuerdan del número 2 de Colau arrancando la bandera de España del Ayuntamiento de Barcelona?»–.