¡Lo que nos faltaba para el euro! Alberto Garzón se ha autoproclamado embajador de Lavapiés, el barrio madrileño que desde la noche del 15 de marzo de 2018 vive una revuelta ante la muerte de un mantero senegalés, y se ha permitido el lujo de darle una lección de convivencia al director de La Razón, Francisco Marhuenda. Eso sí, con el depurado estilo y cuidada dicción del comunista, es decir, llamando al periodista «protofascista».
Lo que le molestó especialmente al político podemita y adicto a los bodorrios por todo lo alto es que Marhuenda dijera sobre los inmigrantes lo que es de cajón, que tienen que ajustarse a las normas de convivencia de España y, por supuesto, tener regularizada su situación, que lo que no podía ser es el desbarajuste de que la gente ande sin papeles y malviviendo.
Garzón, al que le gusta repartir carnets de democracia, dijo sin despeinarse:
Estas son personas que se buscan la vida como pueden, viven en una pobreza descomunal y cuando ocurren cosas que pueden ser azarosas, e insisto en que no se sabe bien cuál es la causa de este hecho tan desgraciado, hay un estallido. Ahora lo que toca es mantener la calma, investigar lo que ha pasado y crear políticas que eviten [racismo] en sectores de nuestra sociedad, y aquí yo no comparto el discurso protofascista de Francisco Marhuenda, porque son ciudadanos y no tienen por qué ser españoles.
Marhuenda, que no saltó y escuchó con mucha atención la intervención de Garzón, le contestó con mucha elegancia y despreció el insulto vertido por el ‘tonto útil’ del pacto de los botellines:
Yo tenía en más alta estima a Alberto Garzón, pero para decir una cosa tan simple como ‘hala, ya está, protofascista’… es como si yo te dijo comunista y estalinista y tú dirías, ¡hombre, Paco! Si queremos hacer un debate de brocha gorda y llamarme protofascista, a mí no me ofendes, no me lo tomo en serio. Pero si queremos hacer un debate en serio sobre la inmigración, yo te invito a que lo hagamos, pero no descalificando de esa forma, que tú eres un tío inteligente y con altura, no llamar a la gente protofascista. Pero si te quedas satisfecho, perfecto, yo no me voy a enfadar contigo.