Ya lo dice el refrán, que de bien nacidos es ser agradecidos o, remontándonos a la época de los filósofos de la Antigüedad, como Aristóteles, hay una frase que viene al pelo: Amicus Plato sed magis amica veritas. En román paladino, que Aristóteles le dijo a Platón ser su amigo, pero que aún era más amigo de la verdad.
Sin embargo, el exministro de Cultura, el ‘mínimo’ Màxim Huerta, ni tiene a bien lo de ser agradecido, ni tampoco parece que tenga amor por la verdad de las cosas. A él le gusta (sin segundas intenciones) que le pinten la vida de color de rosa, que todo sea guay y que todos opinen lo que él.
Para Huerta, una crítica es ya un ataque de la jauría y, desde luego, en estos días que han pasado desde su dimisión, el 13 de junio de 2018, al periodista no sólo no se le ha rebajado el empute nivel bicho del pantano, sino que se la ha acrecentado y la última ‘víctima’ es la presentadora de Telecinco y tantos años jefa suya, Ana Rosa Quintana.
Ahora resulta que el exministro de Cultura, según informan fuentes allegadas a él a ‘La Otra Crónica‘ (El Mundo) este 16 de junio de 2018, el periodista está que trina con Ana Rosa Quintana porque no entiende que esta haya aplaudido su salida del ministerio de Cultura.
Y lo peor es que el argumento que esgrime para mostrar su proverbial enfado con la periodista y presentadora de Mediaset es que a esta le concedió su primera entrevista ya como ministro. No sólo el planteamiento de Màxim es erróneo, sino que además demuestra un infantilismo preocupante.
A Huerta le habrían dolido especialmente estas frases de Ana Rosa Quintana:
Creo que está bien que haya dimitido. No podía hacer otra cosa. Tenía que dimitir. Conozco a Max desde hace muchos años. Aquí ha estado 11 años y es verdad que, desde que se marchó para escribir, no hemos mantenido mucho contacto. ¿Que tenía que dimitir? Sí. ¿Que no me gusta la intervención de Màxim ayer? También.