Los principales dirigentes políticos catalanes, de cualquier signo político, se muestran sorprendidos ante el espionaje generalizado en su comunidad autónoma. Sin embargo, algo se debían de sospechar. Según ha podido saber Periodista Digital, en círculos periodísticos se hablaba desde hace mucho tiempo que políticos de distintos partidos eran espiados por encargo de formaciones rivales y también de altos cargos de los propios partidos de los espiados. Lo que nadie podía imaginar, eso sí, es que se tratara de una trama organizada de las dimensiones que ahora están saliendo a la luz y que existía una empresa, Método-3, «que actuaba como una auténtica policía paralela».
Se daba por hecho que se trataban de episodios puntuales y objetivos muy concretos. También se habla de que el espionaje podría haber incluido a periodistas y empresarios.
Según han explicado otras fuentes, estas del ámbito político, en el interior de los partidos se vive un auténtico estado de pánico. Todos los políticos de cierto nivel tienen miedo a haber sido objeto de espionaje y que los informes referidos a ellos puedan terminar viendo la luz. A modo de broma, con un toque de amargura, se dice «que en Cataluña ya no eres nadie si no te han espiado». Y no sólo hay temor a que lleguen al conocimiento del público los trapos sucios o asuntos privados, legales o no, que les gustaría mantener en la más estricta intimidad.
Hay auténtico pavor a que el asunto se convierta en una auténtico tsunami que se lleve consigo a toda una generación de políticos catalanes. Dos formaciones concretas, Convergència (Unió no estaría implicada) y PSC, tienen motivos para sentir una mayor preocupación que el resto. Las diferentes fuente consultadas por Periodista Digital ponen a altos cargos de ambas formaciones en el centro del escándalo político.
Desde fuentes políticas apuntan como una de las figuras claves en la trama, sobre todo en el espionaje a miembros del PP, al ex secretario de organización del PSC, José Zaragoza. Le describen como «una especie de Rasputín, un hombre maquiavélico» y dicen de él que era el que realmente mandaba en su partido. Como ya se ha informado en algún medio digital, Felip Puig (CiU) ordenó como consejero de Interior la compra de un sistema generalizado, similar al polémico SITEL, que permite espiar a cualquier persona a distancia usando como micrófono su teléfono móvil incluso cuando lo tiene apagado.
Las fuentes de Periodista Digital han dicho que Puig tomó esta decisión cuando supo que él mismo había sido espiado por orden de su compañero de partido y actual consejero de Justicia, Germà Gordó. El sistema podría haber sido utilizado de forma generalizada para escuchar tanto a miembros de su partido como de otros. Algunos directivos del Barcelona estarían también implicados, tanto como espiados como demandantes del servicio de espionaje. De forma gráfica, una de las fuentes ha dicho: «Esto era como la Stasi, todos espiaban a todos».
El siguiente paso en la trama de espionaje fue pasar de los servicios para partidos políticos al chantaje puro y duro. Cuando la empresa dejó de existir en 2011 por otro escándalo de espionaje, quedaron en manos de sus directivos unos 500 dossiers con información confidencial de los que quisieron sacar provecho económico. Así, los utilizaron como herramienta para chantajear a aquellos a los que habían espiado.
Desde el Gobierno catalán exigen ahora que los Mossos d’Esquadra participen en la investigación de la trama de espionaje. El motivo, nos indican las fuentes, podría ser doble. Por una parte, la participación de la policía autonómica permitiría a Convergència conocer en todo momento el estado de la investigación, o incluso influir sobre la misma. Por otra, esta reclamación forma parte de la construcción de lo que han denominado «un nuevo mantra nacionalista» que consistía en pasar del «España nos roba» a «España nos espía». Ante el riesgo de que el escándalo pueda hundir electoralmente al Convergencia, estarían tratando de extender la idea de que todo consiste en una estrategia del CNI destinada a intoxicar y «frenar el proceso nacionalista».
Una de las fuentes nos explica que en la extensión de esta idea tienen que jugar un papel fundamental medios como Ara, Punt-Aviu o los digitales catalanes, todos ellos receptores de generosas subvenciones de la Generalitat. La maquinaria mediática, tal como refleja el periodista Javier Montilla este 20 de enero de 2013 en su ‘Revista de la prensa subvencionada’ —El CNI y las cloacas del Estado quieren destruir a Cataluña— ya se ha puesto en marcha.
Según los datos que manejan las fuentes, la intención de voto está cayendo en picado para CiU y el PSC y, en menor medida, el PPC. Los grandes beneficiados en términos electorales de este y otros escándalos serían ERC y la ultraizquierda de CUP en el ámbito nacionalista y Ciudadanos en el no nacionalista.
Una fuente periodística catalana ha dicho a Periodista Digital que, más allá de los datos concretos del espionaje: «lo más importante es que se ha abierto el melón dentro de Cataluña. Antes, quien hablaba de la corrupción era tachado de ‘cavernario’, pero ahora son medios como La Vanguardia o El Periódico los que están informando y preguntándose que había detrás de todo este asunto». Añade: «el silencio se rompió cuando no quedó más remedio que imputar en un caso de corrupción a Oriol Pujol». Apunta a dos motivos para este cambio en los dos grandes diarios de Barcelona. Uno de ellas sería la reducción de las subvenciones por la crisis económica. El otro es que la idea de que «el oasis catalán era una charca putrefacta de corrupción» ya había calado tanto entre la sociedad que no se podía tapar ya.