"El objetivo no es suspender, es una herramienta temporal para poder elaborar un nuevo plan de forma participativa"
Ada Colau ha entrado en el ayuntamiento de Barcelona como un elefante en una cacharrería. La activista, metida ahora a política, ejecuta su amenaza apostando por el turismo cutre, de mochila, alpargatas y borrachera.
Una de las primeras disposiciones de la alcaldesa ha sido paralizar y suspender todas las licencias de alojamientos turísticos en la ciudad condal, como paso previo a la creación de un Plan Especial de Regulación del sector —Ada Colau suspende en Barcelona todas las licencias de alojamientos turísticos–.
Será recurrente a partir de ahora ver a turistas borrachos bajando y subiendo por Las Ramblas. Los cartones de vino y las ‘yonki-latas’ de cerveza aumentarán exponencialmente en el turisteo por la ciudad, acompañando a los mochileros del ‘low cost’ que sustituirán al turismo de calidad, con la proliferación de esa clase de alojamientos que hacen la vida imposible a los vecinos.
Esto se traduce en 360 millones de euros en inversión hotelera paralizados, con hasta 30 casos en los que ya se habían iniciado los trámites para el arranque.
De manera especial destacan tres grandes hoteles de cadenas internacionales que no podrán por el momento abrir sus puertas: uno de Hyatt situado en la Torre Agbar (inversión previa de 150 millones); otro de la casa Four Seasons (150 millones de inversión) y uno último que transformaría una antigua fábrica química en un hotel de lujo para marcas como Hilton o Marriott (proyecto de 60 millones de euros).
Un total de casi 200 millones de euros invertidos en la adquisición de los inmuebles, más la previsión de los promotores de llegar hasta la cifra de otros 160 en total en la puesta a punto de estas hospederías de lujo —La ‘cacicada turística’ de Ada Colau desata el pánico en el sector y alimenta la especulación–.
Ada Colau no ha ofrecido ideas ni puntos que formarán parte de su gran regulación del sector, tan solo que se pretende tener listo para los primeros meses de 2016 y la razón por la que se ha metido en este jardín, como apuntó en rueda de prensa:
«El objetivo no es suspender, es una herramienta temporal para poder elaborar un nuevo plan de forma participativa: decidir colectivamente dónde se puede crecer, dónde no; dónde hay que decrecer o redistribuir. […] Se trata de que no haya guetos y de que ciertas zonas no se conviertan en un parque temático que perjudica a los vecinos y disgusta a los propios turistas».
La oposición en el municipio y la Generalitat han cargado contra la medida adoptada por el partido en el gobierno Barcelona en Comú, dado que el turismo representa nada menos que el 14% del PIB de Barcelona y emplea a 120.000 personas al año. Así, el consejero de Empresa y Empleo de la Generalitat, Felipe Puig, cree que la decisión de Colau es un error llevado a cabo con algunos «tics autoritarios»: «Es precipitada, puede dar un mensaje internacional de desconcierto y de cambio de orientación», explicó.