Ciudadanos, con 37 escaños, es la fuerza más votada de las elecciones, pero sin capacidad real para formar un gobierno.

La perspectiva de un gobierno independentistas reactiva la fuga de empresas en Cataluña

La perspectiva de un gobierno independentistas reactiva la fuga de empresas en Cataluña
Fraude fiscal, lavado de dinero, inversion, Ibex 35, ahorro, hipoteca. PD

El último que apague la luz. La incertidumbre vuelve a sembrar el panorama económico en Cataluña. Las empresas miran muy de cerca el resultado de las elecciones catalanas y los posibles pactos tras la victoria del bloque independentista.

A pesar de ganar las elecciones de este 21 de diciembre de 2017 en Cataluña, Ciudadanos se queda con sabor agridulce. El partido liderado por Inés Arrimadas logra 37 escaños, convirtiéndose en la fuerza más votada de las elecciones, pero sin capacidad real para formar un gobierno porque con el apoyo logrado con el resto de fuerzas no independentistas no llega a los 68 escaños que se necesita para contar con mayoría absoluta.

Las fuerzas constitucionalistas logran la mayoría en votos. Concretamente, C’s, PSC, PP y Catalunya En Comú recibieron 2,2 millones de votos, un 50,7% del voto total, frente a los 2 millones de votos que recibieron JxCat, ERC y la CUP.

A pesar de esta derrota, la ley electoral sí otorga al soberanismo la mayoría de escaños. En total, Junts per Catalunya, ERC y la CUP han obtenido 70 escaños; dos menos que en las anteriores elecciones. De los tres, los más castigados han sido los cupaires, que podrían haberse visto perjudicados por la campaña de «restitución» en el poder que ha impulsado Carles Puigdemont desde Bruselas.

La CUP, en las elecciones del 27 de septiembre de 2015, logró 10 escaños, pero con los 193.000 votos del 21D, que le otorgan cuatro escaños, ni siquiera podrá formar grupo. Lo paradójico es que los cupaires tendrán que compartir grupo mixto con el PP, que apenas ha obtenido tres escaños en estas elecciones. Los 183.500 votos logrados el 21D es el peor resultado de la historia del partido que lidera Xavier García Albiol.

Estos resultados dejan a Cataluña en una situación de alta incertidumbre. Teniendo en cuenta que Carles Puigdemont, candidato a la presidencia de la Generalitat por JxCAT, se encuentra fugado en Bruselas, su investidura se plantea complicada, ya que, previsiblemente, sería detenido cuando pisara territorio español.

Puigdemont evitó adelantar su próximo movimiento, solamente señaló que «la república catalana ha ganado a la monarquía del 155» e instó al Gobierno de Mariano Rajoy a negociar.

Exactamente el mismo guante lanzó Marta Rovira, que esgrimió que los catalanes «han votado mayoritariamente a favor de la república y han votado libertad» contra la prisión y el exilio. Rovira destacó aumento de votos para los soberanistas, y aseveró: «Esta noche la república ha ganado al 155». Ante los resultados de las elecciones, exigió al presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy: «Retire el 155, libere a los presos políticos y siéntese en una mesa a negociar, como siempre le hemos pedido».

Por sí misma, Junts per Catalunya no puede formar un gobierno. Depende tanto de ERC como de la CUP, que sigue siendo clave para la gobernabilidad. Su requisito para apoyar un Ejecutivo es que tome medidas hacia la república. De hecho, los cupaires han insistido durante la campaña electoral en que no acudirían el Parlamento si se mantiene el repliegue independentista.

Esta «unilateralidad», a la que tampoco se refirieron ni Puigdemont ni Rovira ayer, es la que temen los empresarios y los inversores. Algunas empresas, como Freixenet, ya han advertido que dejarán Cataluña si se reaviva la DUI. Las inversiones, asimismo, se han visto muy dañadas por la declaración unilateral de independencia.

Riesgo económico

De hecho, la caída de la inversión extranjera -de un 75% durante el tercer trimestre- se ha sumado a la fortísima fuga de empresas que sufre Cataluña para alertar sobre la compleja situación económica a la que se enfrenta Cataluña.

Hasta el 20 de diciembre, de acuerdo con datos de los Registradores, habían trasladado su sede social fuera de Cataluña un total de 3.120 empresas. Los dos días previos a las elecciones las fugas volvieron a superar la cifra de las veinte diarias, ante las dudas sobre los resultados y la posibilidad de que el nuevo gobierno retome la vía unilateral o el resultado sea tan complicado que provoque unas nuevas elecciones.

El independentismo, además, continúa manteniendo una actitud muy beligerante contra los efectos de la aplicación del artículo 155. La parte más visible de esta desconfianza fueron los más de 20.000 apoderados rupturistas que participaron en la votación, con el objetivo de evitar manipulaciones, tras poner en marcha una campaña señalando que los resultados, por el 155, se podrían alterar.

Este objetivo provocó que en algunos colegios, en ciertos momentos del día, se pudiera observar más representantes de partidos independentistas que votantes, anticipando, además, que el recuento podía ser tenso en el caso de que existieran votos que generaran dudas.

Cualquier papeleta marcada o que incluyera dibujos o proclamas se considera nulo, por lo que a través de las redes, la entidad soberanista Òmnium Cultural desmentía que hubiera pedido a los votantes independentistas que, en la papeleta, rechazaran la aplicación del artículo 155 o solicitaran la liberación de los presos políticos.

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