"¡Viva el Rey!"

Álvaro de Marichalar solito revienta la fiesta ‘indepe’ por la Diada en Ginebra

Fue invitado a abandonar el lugar entre gritos y empujones mientras alzaba su copa para brindar "¡por el Conde de Barcelona!"

A Álvaro de Marichalar le dijeron de todo menos guapo, aunque el auditorio tampoco estaba para echarle piropos (Carta abierta a Manuel Manonelles, ‘delegado’ del gobierno regional catalán en Ginebra).

Descendiente de, entre otros, Jaime I El Conquistador y miembro de la institución nobiliaria más antigua de España, el hermano de Jaime de Marichalar, exmarido de la Infanta Elena, defendió al rey, a la monarquía y a España donde menos lo esperaban.

Fue en Ginebra, en plena fiesta ‘indepe’ con motivo de la Diada y, claro, acabó siendo invitado a abandonar el lugar entre empujones e insultos.

Dos días después del Día de Cataluña, la delegación de la Generalitat en Suiza organizó una celebración en la Société de Lecture de Ginebra. Allí estaban presentes el delegado del Govern en Suiza, Manuel Manonelles, y el secretario del Consejo Interuniversitario de Catalunya, LLuís Baulenas.

También estaba presente Marta Rovira, ex secretaria general de ERC, hoy por hoy huida de la justicia española y entre los acusados por un delito de rebelión por su participación en el llamado «comité estratégico» independentista para el 1-O. Catalanes constitucionalistas había pocos, si es que había.

Ni corto ni perezoso, Álvaro de Marichalar, que ya ha protagonizado otros actos públicos en defensa de la Corona y de España, allí que se fue. Obviamente no tardaron en reconocerle y ahí comenzó el esperpento.

«Fuera. No eres bienvenido», le gritaron entre otras lindezas no reproducibles y, poco a poco, lograron sacarle de la sala, aunque quien fuera piloto del Ejército del Aire no se fue sin rechistar.

Con la copa en alto, seguramente de cava, gritó «Por el Conde de Barcelona, que es Su Majestad el Rey. ¡Viva el Rey!».

Visiblemente sonriente, Marichalar se dejó acompañar hasta la salida, trayecto que aprovechó para intentar repartir unos papeles mientras grita:

«esta es la democracia» y «ayyyyy, los demócratas, ay qué odio tenéis».

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