El Ejecutivo tomó la temperatura a Batasuna, a través de miembros de segunda fila del PSE, y espera una tregua permanente verificable mientras que el entramado etarra apuesta por un proceso democrático
Aumentan los síntomas que apuntan a una segunda negociación política entre ETA y el Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero.
Las piezas están sobre el tablero. Los dos polos negociadores necesitan entenderse y urden, con precaución y sin desmayo, sus estrategias. El inicio de la partida es sólo cuestión de tiempo. Conocido el precedente del proceso de paz, el Ejecutivo socialista parece inclinarse a firmar tablas antes de buscar el jaque mate.
El Gobierno y la banda terrorista nunca se levantaron realmente de la mesa tras el desastre del anterior encuentro. Pararon el cronómetro y se dieron un tiempo para reflexionar sobre sus jugadas. Y ahora, una vez interiorizados los errores del pasado, quieren reactivar el reloj para volver a jugar. Ambos lo necesitan por su mera búsqueda de poder político: Zapatero para concurrir a las elecciones generales de 2012 con una baza que le haga vencer y ETA para volver a las urnas en los comicios municipales y forales de 2011.
PSE, LOS PEONES
El Gobierno juega con blancas e hizo el primer movimiento, a través de miembros del Partido Socialista de Euskadi (PSE) de segunda fila. Estos peones se reunieron con sus contrincantes de la izquierda abertzale para tomarles el pulso y les exigieron gestos públicos, como la apuesta por la política y el desmarque de la banda asesina. Ahí se inscribe la frase lapidaria del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba: «O bombas o votos».
En Batasuna, donde nunca han negado el malestar y la decepción por el final del anterior intento, se han puesto manos a la obra para convencer a sus jefes militares de que la única salida es la negociación. Y, para ello, cuentan con el apoyo de los presos etarras más veteranos, hartos de la cárcel y que sólo ven esperanza merced a otra negociación que, esta vez sí, fructifique.
En ese marco, la izquierda abertzale, dirigida por los posibilistas Arnaldo Otegi y Rafa Díez Usabiaga, ha hecho varios movimientos en clave interna. En primer lugar, se ha acercado a Eusko Alkartasuna (EA) con la camelancia de que renunciarán a la violencia si es necesario.Además, ha escenificado su presunta apuesta por las «vías políticas y democráticas» al presentar el documento Euskal Herria en pie.
También ha conseguido que ETA, en su último comunicado, fechado el 31 de diciembre y publicado el 17 de enero, afirmase «hacer suyos» los planteamientos de los batasunos y defendiese la «lucha política» (un ardid perfecto para frenar la disidencia de los críticos). Toda esta estrategia de Batasuna tiene un leitmotiv publicitado hasta la saciedad por diferentes portavoces: Batasuna no es ETA (ojo, los tribunales dicen lo contrario), ha tomado su decisión «de forma unilateral» y espera que los terroristas les apoyen.
ETA JUEGA CON NEGRAS
El entramado etarra juega con negras. Y le corresponde hacer el segundo movimiento: el anuncio de una «tregua permanente verificable». Si mueve ficha en esa dirección, habrá otra negociación, más tarde o más temprano. La fecha elegida como tope, según las fuentes consultadas, es el mes de mayo. Así, Zapatero, acorralado por la crisis, recibiría un soplo de aire fresco justo antes de acabar su Presidencia de la Unión Europea.
Como en un duelo de ajedrez televisado, el contexto internacional es clave para que se inicie la partida y, por ello, es significativo que «mediadores» como Brian Currin o Gerry Adams apoyen las tesis de Batasuna sobre un «proceso democrático».
Este diario está dando información puntual sobre esta segunda fase del proceso de paz. También otros agentes sociales creen en esta hoja de ruta. Destacados colectivos de víctimas del terrorismo manifiestan que en efecto ya hay diálogo entre ETA y el Ejecutivo y es posible que pronto se vuelva a la senda de la negociación pública. En la política, el más directo ha sido el ex ministro del Interior y ahora eurodiputado del PP, Jaime Mayor Oreja, para quien la negociación está en marcha.
OTROS INDICIOS
Adoban la tesis de una segunda negociación diversos indicios. Esta misma semana se conoció una noticia que ha pasado inadvertida en general, pero que es, según los expertos, más que significativa. Se trata del nombramiento del socialista Javier Solana como presidente honorario del centro Henry Dunant para el Diálogo Humanitario (DH).
Este centro, una suerte de ONG con sede en Suiza, fue clave en las negociaciones entre el Gobierno y ETA durante el fallido proceso de paz. Robustece la importancia de este nombramiento el hecho, publicado por varios medios en el pasado, de que Solana ayudó y asesoró al presidente del Gobierno en la búsqueda de mediadores internacionales para la anterior negociación.
El líder del PSE Jesús Eguiguren y el etarra José Antonio Urrutikoetxea, Josu Ternera, se vieron en instalaciones del centro Henry Dunant antes de que la banda asesina declarase el «alto el fuego permanente» en marzo de 2006. En varios encuentros, ellos dos diseñaron el proceso de paz. Con el nombramiento citado, Zapatero dispone de un alfil de confianza en la institución que propició las reuniones entre los terroristas y el Ejecutivo.
Otro dato sintomático es que el Ministerio del Interior está recortando escoltas en el País Vasco. Un total de 60 ex altos cargos y ex concejales se verán afectados por la medida.
De momento, los dos negociadores esconden sus movimientos. Tal vez pronto se descubran sus jugadas.
LOS DUROS, EL PRINCIPAL ESCOLLO
El atentado que buscan los terroristas dinamitaría el diálogo. Todas las fuentes consultadas coinciden en un aserto que además parece obvio: un atentado de grandes dimensiones, justo lo que buscan los más duros de ETA, dinamitaría esta posibilidad de una nueva negociación entre el Gobierno y la banda.
Es decir, aunque suene paradójico, el principal escollo para que ETA consiga una negociación es la propia ETA. Los expertos señalan que la forma de percibir el terrorismo en la sociedad española no es la misma que la de los años ochenta y noventa, cuando ETA apostaba por cometer atentados brutales para forzar al Ejecutivo a negociar.
Si la banda asesina lograse una matanza de grandes dimensiones, como la que intentó cometer el pasado verano al volar la casa cuartel de la Guardia Civil en Burgos, no quedarían opciones de negociación. En la ‘izquierda abertzale’, brazo político de la banda, conocen ese sentir. Además, las bases están «más desmoralizadas que nunca», según fuentes policiales, ante los datos: más de treinta miembros de ETA han caído en lo que va de año y sus ‘números uno’ son detenidos con asiduidad, los terroristas carecen de siglas políticas legales, la organización juvenil (Segi) ha sido desmantelada, etcétera…
La tabla de salvación es el diálogo político. En ello trabajan. El propio Otegi lo afirmó hace un año: «O negocian, o negocian».
COMUNICADO PARA FRENAR A LOS CRÍTICOS
El último comunicado de ETA, hecho público el 17 de enero, fue interpretado de mil formas distintas por los medios. Para unos, un comunicado de gran importancia. Para los principales partidos políticos vascos, un mensaje de consumo interno.
Y para los expertos en la lucha antiterrorista, un cierre de filas que la dirección envió a sus bases para constatar que la disidencia es creciente y cada vez son más en ese mundo los que apuestan por el fin de, en su argot, la lucha armada.
El comunicado remitido al diario Gara por ETA suponía en realidad una nueva oferta de los terroristas al Gobierno para continuar la negociación rota tras el fracaso del mal llamado proceso de paz. En realidad, ya desde semanas antes se estaban produciendo movimientos, aún imperceptibles, llevados a cabo por algunos dirigentes del PSE, aunque de segunda fila. Pese a que el Gobierno, en palabras de un experto antiETA, ató de pies y manos a Jesús Eguiguren, otros dirigentes del PSE, comenzaron a tomar la temperatura de una izquierda radical en retirada.
Estos acercamientos balbuceantes se produjeron después del comunicado de la llamada izquierda abertzale en la que ésta apostaba por las «vías democráticas». Otros analistas consultados también señalaron que el comunicado era un guiño a la negociación política. El tiempo lo dirá.
MEDIADORES INTERNACIONALES
Ya en el anterior proceso de paz, el papel de los autodenominados “mediadores internacionales” fue básico. El propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se refirió en varias ocasiones a ellos.
Varios personajes internacionales suscribirán un manifiesto en el que instarán a la banda terrorista a abandonar las armas. Algunos de sus impulsores son viejos conocidos de la política vasca por su afinidad a los postulados de Batasuna. Éste sería el paso previo a un nuevo comunicado de la banda. Uno de los que reclamarán a ETA el fin de la violencia será el ex presidente italiano, Francesco Cossiga.
El veterano político democristiano, conocido por sus manifestaciones de apoyo a la banda y al independentismo, llegó a la política vasca de la mano del ex presidente del PNV, Xabier Arzallus. Galardonado con uno de los premios que concede anualmente la Fundación Sabino Arana, Cossiga no ha ocultado nunca sus simpatías con el mundo abertzale. Otros dos sujetos involucrados en la operación son el líder del Sinn Fein, Gerry Adams, imitado en varias ocasiones por el ex portavoz de Batasuna, Arnaldo Otegi, y el surafricano Brian Currin.
LOS ACUERDOS DEL PROCESO DE PAZ, VIGENTES
El Partido Socialista de Euskadi (PSE) ha dejado claro, en numerosas ocasiones, que para hablar otra vez con ETA y su entramado la clave es que primero abandonen las armas.
El muñidor del anterior proceso fue el líder del PSE en Guipúzcoa, Jesús Eguiguren, quien se reunió asiduamente con Arnaldo Otegi. En varias entrevistas recientes, Eguiguren ha repetido la misma cantinela: los socialistas antes pensaban que era necesaria una negociación para forzar el abandono de la violencia y ahora creen que primero se deben dejar las armas para después hablar de política.
Esta argumentación no choca con la hoja de ruta que describen las fuentes consultadas. Dichas fuentes aseguran, además, que los acuerdos alcanzados en la “mesa política” que se formó en el santuario de Loyola (Azpeitia, Guipúzcoa) durante el anterior diálogo siguen sobre la mesa.
En aquellas conversaciones, el mencionado Eguiguren llegó a hablar de que, una vez finalizada la negociación, sería posible un Gobierno vasco sustentado por los votos del PSE y de Batasuna. Entre otras cosas, socialistas, batasunos y el PNV habrían acordado articular jurídicamente el reconocimiento de Euskal Herria como nación, incluso con la posibilidad de un referéndum.
RETIRADA DE 60 ESCOLTAS EN EL PAÍS VASCO
Otra prueba fehaciente de que algo está pasando en relación a un probable proceso de paz: el Ministerio del Interior está recortando escoltas en el País Vasco. Un total de 60 ex altos cargos y ex concejales se verán afectados por la medida que, según fuentes del sector, se lleva a cabo por motivos presupuestarios el 10 de marzo.
Esta decisión se produce en un contexto de posible negociación con la banda terrorista sólo un día antes. La iniciativa, explicaron fuentes del sector en el País Vasco, surgió en la última reunión que mantuvieron el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y el consejero de Interior del Gobierno vasco, Rodolfo Ares. El Ejecutivo vasco empezó el recorte, que después está continuando Interior.
Esta sospechosa medida se suma a otras informaciones publicadas por este diario, como las relaciones del caso Egunkaria con un probable diálogo con la banda. Según fuentes de la lucha antiterrorista, jurídicas y de asociaciones de víctimas, existen datos que apuntan a que ETA, en su delirio habitual, pretende utilizar la indemnización que reciban los acusados en el caso para financiar la paz, término acuñado durante el anterior proceso.
Si los cinco miembros del periódico Egunkaria, acusados de pertenecer a ETA, son declarados inocentes por la Audiencia Nacional, podrán solicitar una indemnización y obtener hasta 60 millones de euros. Y ETA quiere usarlos.
Artículo publicado originalmente en La Gaceta