Alfredo Pérez Rubalcaba permanece desde este domingo ingresado en un hospital madrileño, donde le ha sido diagnosticado una infección urinaria y le están practicando diversas pruebas para determinar el tratamiento más eficaz para combatirla.
Este domingo, el número dos del Gobierno se desplazó al hospital porque tenía fiebre muy alta, que en un principio pensó que podría atribuirse a un catarro. No obstante, los médicos le diagnosticaron una infección de orina que, según fuentes del Gobierno, pudo ser consecuencia de una prueba que le fue practicada el pasado jueves: una biopsia de la próstata, que descartó finalmente un posible proceso cancerígeno.
Rubalcaba tenía previsto participar este domingo en un acto del PSOE en Elche, pero no pudo asistir precisamente por estar indispuesto.
La infección urinaria le impedirá al vicepresidente mantener la agenda que tenía prevista para esta semana, como una comparecencia el martes en el Congreso para exponer el balance de criminalidad en 2010.
Tampoco podrá asistir a la sesión de control del Gobierno en el Congreso, con lo que no podrá contestar a las preguntas que tenía previstas, una circunstancia de la que, según las mismas fuentes, han sido informadas la portavoz popular en el Congreso de los Diputados, Soraya Sáenz de Santamaría, y la diputada y portavoz de Unión Progreso y Democracia (UPyD), Rosa Díez.
Esos son los dos actos inmediatos que tiene previsto en su agenda Pérez Rubalcaba, que conforme evolucione en estos días se irá incorporando a la vida política.
Según El Confidencial, además de su reciente infección, y de la detección de los citados marcadores tumorales, el vicepresidente padece una arritmia cardiaca, problemas estomacales y anisakiasis, la enfermedad causada por un parásito del pescado, y que se ha hecho conocida por la creciente popularidad del sushi.
Este cuadro clínico hizo que Rubalcaba aumentara la frecuencia de sus revisiones médicas hasta convertirlas en trimestrales. Dada la expectación mediática que generan todas sus actividades, el vicepresidente también cambió las instalaciones del madrileño Hospital Clínico San Carlos por otro centro sanitario en busca de una mayor discreción.