Suele decirse habitualmente que al enemigo, ni agua o que cuando este se está equivocando mejor no distraerle.
Esa es la consigna que en puridad le ha transmitido el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, a sus ministros para que se abstengan de opinar sobre lo que sucede en el PSOE.
La primera en aplicar esta norma ha sido la propia vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, que a preguntas de los compañeros de la prensa tras la reunión del Consejo de Ministros del 30 de septiembre de 2016 evitaba pronunciarse sobre el particular asegurando que eso era una cuestión que sólo le competía al propio PSOE.
Rajoy, de manera literal, y según palabras recogidas por Okdiario, ha transmitido a sus ‘notables’ que se abstengan de opinar o valorar la crisis del PSOE. El mensaje ha sido tan contundente como éste:
No nos metamos en jardín de casa ajena, la del PSOE no es nuestra guerra.
Y añadía que:
No demos lugar a interpretaciones. Que el PSOE resuelva sus problemas.
La postura de Rajoy es contemplar desde la barrera cómo se desarrollan los acontecimientos en el PSOE. Posicionarse por una facción u otra a través de declaraciones públicas puede tener un coste político en plena cuenta atrás para unos nuevos comicios.
Con el PSOE en plena crisis de liderazgo y Podemos con muchos frentes abiertos, el PP es sin lugar a dudas la formación que llegaría mejor pertrechada a una nueva cita con las urnas de celebrarse terceras elecciones de no cerrarse una investidura a 31 de octubre de 2016 y queda menos de un mes.