La periodista de La Razón presenta 'Profesión: luchar contra ETA'

Lilián Aguirre: «En los años de plomo de ETA leías llos periódicos y parecía que las víctimas se lo habían buscado»

"Sigo viendo a los políticos como a unos cínicos y sigo pensando que han utilizado cuando han querido a las víctimas"

Lilián Aguirre, jefa de sección de Televisión y Comunicación del diario La Razón, es autora de ‘Profesión: luchar contra ETA’ (Espasa, 2012), donde denuncia la falta de apoyo y comprensión que reciben los guardias civiles, policías y militares que persiguen el terrorismo tanto de los políticos como de la propia sociedad.

Tras publicar en 2008 ‘Heridas en la sombra’, donde noveló sus sus vivencias como testigo cercano de la lucha contra ETA, en su condición de esposa de un guardia civil, elige en esta ocasión el género de la no ficción para dar cuenta de aquellos años de plomo y el trato «miserable» que brindó gran parte de la sociedad española a las víctimas y miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

«No he tenido dudas [en publicarlo] porque ya mi primer libro fue una novela, pero era mi historia novelada y siempre dije, siempre hice público, que era mi propia historia. Entonces fue en aquel donde verdaderamente me destapé, me descubrí, lo hice sin ningún miedo y ahora esta vez tampoco, ya me da lo mismo. No me preocupan demasiadas cosas, todo lo contrario»

«LA SOCIEDAD NO ESTABA CON NOSOTROS. NO ESTABA CON LAS VÍCTIMAS»

«Ocultaba dos cosas, y el silencio venía determinado por dos cosas fundamentales: un silencio era debido al miedo, evidentemente. Las posibles víctimas, la gente que estaba en la diana tenía miedo, sabía que le podía suceder en cualquier momento eso te hacía vivir en silencio para que cuanto menos pública fuera tu situación. Es decir, en mi caso cuanto menos público fuera que mi marido era guardia civil, que era antiterrorista, etcétera, menos gente lo sabría, por lo tanto menos papeletas tendríamos. Eso por un lado. Pero lo más duro, lo peor, fue el silencio que había que guardar de cara al resto de la sociedad, a los «buenos». (…) La sociedad no estaba con nosotros. No estaba con las víctima».

«No tiene explicación. (…) La gente que asesina son los malos, y los asesinados, las víctimas o los que están amenazados son los buenos, eso en cualquier película. (…)

«Yo lo explicaría diciendo que quizá en nuestra democracia fue un paso muy rápido (…) se intentó hacer sin traumas, entonces para no tener traumas visibles, había cosas que no se decían. Es decir, un guardia civil moría y su cadáver no se hacía público; su velatorio se hacía escondido, en silencio; su propio féretro salía hacia el cementerio -como yo digo- por la puerta de atrás. (…)

«Esto sucedía porque los gobiernos de entonces (…) querían sobretodo mantener la calma. Para mantener la calma había que mantener sobretodo la calma del Ejército. (…) Y para mantener la calma del Ejército había que reducir los ecos de las muertes que estaba causando ETA. Entonces al reducir los ecos, eso tenía inmediatamente una reacción en la sociedad. Lo veían menos».

«Los seres humanos somos muy cínicos (…) lo digo por los políticos y por el reflejo que tuvo en la sociedad».

«YO SOÑABA EN MUCHAS OCASIONES CON UN ENTIERRO, ERA EVIDENTEMENTE EL DE MI MARIDO. Y YO SIEMPRE SOÑABA QUE VENÍA UN POLÍTICO Y YO LO ECHABA DE ALLÍ»

«Yo sigo viendo a los políticos como a unos cínicos y sigo pensando que han utilizado cuando han querido a las víctimas. (…) La sociedad española se comportó muy muy mal [con las víctimas]».

Las víctimas no se vieron nunca -durante muchos años- acompañadas por nadie. Ni por autoridades ni por la sociedad.

«Y los miembros -de alguna manera- de ese grupo de posibles víctimas: los guardias civiles, los policías, militares, etc; (…) cuando alguien moría teníamos que escuchar cosas como: «Bueno, le va en el sueldo. Y además, ¡Vaya con la pensión que le queda a la viuda!». Esas cosas eran muy dolorosas en aquellos momentos en los que la muerte era lo que predominaba. Eso es incomprensible porque es no valorar una vida».

«Ahora vemos nuestro paso a la democracia como un triunfo, como que no se llevó por delante a nada ni a nadie. No, la democracia española llegó también gracias a una serie de cosas, a una serie de fallos, entre ellos este. Un montón de gente, de víctimas, que aún a día de hoy están pidiendo que esta sociedad les reconozca algo».

«LA SOCIEDAD LOS TRATABA COMO APESTADOS»

«Ellos tenían que vivir una vida un poco escondidos puesto que se tenían que infiltrar en ambientes en los que había mucho etarra, mucho abertzale, entonces tenían que vivir un poco también escondidos o con una especie de segunda vida. (…) Yo muchísimas veces no sabía donde estaba. (…) Los mandos, y sobretodo los políticos, nunca les ofrecieron tampoco un mínimo reconocimiento».

Yo lo resumo de la siguiente manera: (…) es la policía peor pagada del Estado español.

«La policía vasca, o la policía catalana ganan muchísimo más. Y la policía de ciudades como Madrid, los policías municipales. (…) Yo narro ahí como la Guardia Civil llevaba vehículos con dos o tres partes blindadas, las otras no».

«No podemos compararlo con la lucha antiterrorista actual, porque hablamos de un momento en el que no existe Internet, por ejemplo. Pero no se puso toda la carne en el asador. Se encuentra España con una situación muy nueva, el terrorismo es una guerra, es un enemigo muy difícil, por su sorpresa… y sobretodo porque hace lo que se llama «guerra de guerrillas», algo para lo que nadie estaba preparado en aquel momento».

«CON LAS ‘COLETILLAS’ EN LA PRENSA LO QUE DABAN A ENTENDER ES: ‘SE LO HA BUSCADO'»

«Esas ‘coletillas’ no aportan nada y sobretodo pueden dar una idea completamente equivocada. Entonces, en periodismo no deberíamos consentir esas coletillas o esos añadidos. Si un ciudadano muere, nos importa bien poco si sus ideas eran de derechas o de izquierdas, si era blanco o negro, si era hombre o mujer. Es un ciudadano y es una vida. No debemos añadir nada más. Porque con eso lo que daban a entender es: ‘Se lo ha buscado’.»

«En muchos de los casos, el periodista contaba como fuentes con los medios abertzales. (…) Los periodistas hemos caído (…) quizá en exceso. Lo que se echa de menos es que se añadan esas coletillas, esas puntualizaciones, y sin embargo no haya un punto y seguido y la opinión de un familiar, o el estado de ánimo de un familiar o de un amigo o compañero».

«NO HABÍA ESPACIO PARA TANTO MUERTO»

«Si había habido seis vidas que se habían perdido en un atentado, ese atentado era el que ocupaba las primeras páginas (…) Y si había un pobre hombre en una localidad por ahí pequeñita, que le habían dado un tiro en la nuca, que no era un político… pues no había espacio. Hay que reconocer que no había espacio para tanto muerto».

«NUNCA HE LLEGADO A ENTENDER CÓMO SE PUEDE ESTAR TAN ENTERO ANTE DETERMINADAS COSAS»

«Yo nunca he llegado a entender cómo se puede estar tan entero ante determinadas cosas y en determinados momentos, ni he llegado a entender cómo no le ha salido e ser síndrome del norte -que yo creo que todo el mundo tiene-. El ‘síndrome del norte’ es una dolencia o una serie de síntomas con los que regresaban del norte a otros puntos de España desde el País Vasco muchos policías, guardias civiles y militares y que venían determinados por el estrés y el miedo que allí habían pasado. Son una serie de síntomas psicológicos fundamentalmente: sueños terribles, ansiedad, imposibilidad de concentración… ese tipo de cosas que ha llevado a la jubilación por enfermedad a gente muy joven».

«Yo no entiendo como mi marido y otros muchos compañeros no han presentado a día de hoy ningún síntoma parecido pero yo creo que la mayoría son personas a la que se ha elegido muy bien por su manera de ser, su carácter, su disciplina… y que creo que, la verdad, han sido bien preparados. (…) Tienen que estar hechos de una pasta especial porque es demasiado lo que aguantan».

De vez en cuando hay que recordar, volver atrás. (…) No nos olvidemos de las víctimas porque no se lo merecen.

Con la colaboración de Ana Albarrán.

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