El calvario de una madre ante la supina estupidez de la fiscalía

Año y medio imputada por impedir que su hijo de 11 años se marchase de casa

Los hechos se remontan a la Nochebuena de 2015

Año y medio imputada por impedir que su hijo de 11 años se marchase de casa
Poder judicial en España ET

La historia la cuenta este 19 de julio de 2017 el diario El País y deja bien a las claras que en la Justicia de este país llamado España te puede encontrar de todo, como en la famosa caja de bombones de Forrest Gump.

En esta caso se trata del calvario de una madre de La Coruña a la que se le ocurrió, fíjense ustedes, ponerle las peras al cuarto a su mocoso hijo de 11 años que no sólo se negaba a colaborar en las tareas domésticas más básicas, sino que encima trató de marcharse de casa.

La fiscalía pedía para ella una pena de 35 días en beneficio de la comunidad, un año y seis meses de privación del derecho a la tenencia y porte de armas, y la prohibición de comunicarse con su hijo y de aproximarse a él menos de 50 metros durante medio año.

Pero el titular del juzgado de lo Penal número 2 de A Coruña, José Antonio Vázquez Taín, la ha absuelto después de pasar año y medio investigada por intentar corregir la actitud violenta de su pequeño, que vino al mundo en 2004, y sujetarlo para impedir que marchase de casa cuando amenazó con hacerlo.

Todo empezó el día de Nochebuena de 2015, mientras esta coruñesa nacida en el 72, sin antecedentes penales, le pedía a su hijo que colaborase en poner la mesa para el desayuno. El niño, que entonces tenía 11 años, en lugar de obedecer permanecía escuchando música y al rato acababa lanzando el teléfono móvil «nuevo» y «de alta gama»; no se ha aclarado si para golpear con el aparato de 800 euros a su madre o por un simple gesto de su rabieta. La mujer, «a fin de que depusiese su actitud rebelde y violenta, le dio un bofetón muy fuerte a la altura del pómulo izquierdo», relata la sentencia absolutoria que ha hecho pública hoy el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.

Pasadas las ocho de la tarde del día 11 de noviembre de 2016, es decir, casi un año después del primer choque entre hijo y madre, «con posterioridad a una nueva discusión, cuando su niño se pretendía ir de casa», la mujer «intentó evitar que el pequeño saliese, para lo cual le agarró por la parte posterior del cuello, causándole un arañazo».

Previa asistencia médica, al menor se le curó el golpe de la bofetada en un día, y el arañazo, según también recoge el fallo judicial, en tres. El niño sentó a su madre en el banquillo y el fiscal se sumó acusándola de «dos delitos de lesiones leves en el ámbito del hogar».

«Los hechos han sido puntuales y con provocación por parte del menor», recuerda el magistrado antes de sumergirse en la legislación y la jurisprudencia, desgranando una serie de sentencias anteriores de tribunales de España. El Código Civil, antes de la modificación introducida en 2007 a consecuencia de la ley sobre adopción internacional, decía lo siguiente:

«Los hijos no emancipados están bajo la potestad del padre y de la madre. La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y comprende los siguientes deberes y facultades. Primero, velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una formación integral. Segundo, representarlos y administrar sus bienes. Si los hijos tuvieren suficiente juicio deberán ser oídos siempre antes de adoptar decisiones que les afecten. Los padres podrán en el ejercicio de su potestad recabar el auxilio de la autoridad. Podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos».

A partir de esa fecha, con la modificación legal, se suprimió la mención a esa posibilidad de los padres de «corregir razonable y moderadamente a los hijos». «Tenemos, pues, que el legislador ha regulado únicamente las obligaciones de los padres y ha eludido de forma intencionada pronunciarse sobre sus facultades, pues incidir en aspectos represivos puede restar votos», dice el juez Taín.

«La referencia genérica al ‘auxilio de las autoridades’ está claro que se refiere a situaciones crónicas y graves y no a los incidentes puntuales, pues no es posible en lógica entender que lo que pretende el Código es que ante cualquier discusión con los hijos se acuda a los servicios sociales, o a los agentes de la autoridad si el menor entra en histeria o violencia».

«Ante la ausencia de regulación respecto de cómo debe ejercerse el deber de represión en incidentes puntuales, habrá que acudir a las circunstancias concretas del caso», continúa argumentando el magistrado. En su declaración en sede judicial, a Taín le «sorprende la calculada frialdad del menor»:

«Trata de dirigir la declaración y controlar todo el testimonio. No existe la más mínima naturalidad en sus declaraciones. Da pena comprobar su total falta de empatía».

No obstante, su testimonio se confirma no solo con los partes médicos, sino con el reconocimiento de la propia acusada.

«Por suerte, su familia es acomodada y puede permitirse el tirar el dinero de un teléfono de alta gama, cuyo precio es igual a los ingresos mensuales con los que se ven obligados a vivir más del 50% de los españoles, en ocasiones familias enteras».

«El comportamiento del menor no solo muestra desprecio hacia la autoridad materna, sino también hacia el esfuerzo y trabajo que supone ganar un salario con el que adquirir bienes».

«Estamos ante una clara exhibición de una actitud de síndrome del emperador, y el crío únicamente busca humillar y despreciar a su madre».

«De no mediar una inmediata corrección», advierte el mismo magistrado que instruyó casos tan sonados como el de Asunta o el del Códice:

«el menor trasladará dicho comportamiento a terceros y comenzará a comportarse igual con compañeros o vecinos».

«Acudir a una corrección física moderada está justificado».

«Y así se hizo: la acusada no abofeteó a su hijo para causarle una lesión», solo «trataba de poner fin a la actitud violenta del menor, que fue el primero que acudió a un acto físico de fuerza y a un comportamiento totalmente despectivo hacia ella, negándose a algo tan lógico como poner el desayuno».

Respecto al incidente que tuvo lugar un año después, según el juez los arañazos fueron «fortuitos». La madre «no trata de agredir» a su hijo, sino «simplemente de sujetarlo físicamente dado que con 11 años ha decidido que abandona la casa».

«El comportamiento del menor es aberrante… ¿si la clase no le gusta también se levantará y aprovechando que el profesor no puede hacer nada saldrá a tomar algo? Pues la autoridad de un profesor no puede en modo alguno ser superior a la de una madre».

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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