Ante la perspectiva de entrar en prisión, donde seguirán durmiendo por el momento Oriol Junqueras y sus compinches, Carme Forcadell se ha ‘cagado’.
La presidenta del Parlament ha acatado expresamente ante el juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena el artículo 155 de la Constitución, que interviene la autonomía de Cataluña tras la declaración unilateral de independencia que hicieron Puigdemont, ella, los de la CUP y el resto el pasado 27 de octubre, tenía sólo un carácter simbólico.
Cambiando de táctica con respecto a Junqueras y los otros, este jueves 9 de noviembre de 2017, Forcadell ha contestado a las preguntas de la Fiscalía y su defensa.
Ha argumentado, visiblemente acongojada, que siempre ha permitido el debate sin perjudicar el resultado ni controlar su contenido, para preservar el derecho a la actividad parlamentaria y al debate libre.
La presidenta del Parlament también ha afirmado ante el juez que evitar el debate parlamentario habría sido un incumplimiento de la legalidad aplicable a la Mesa del Parlament y de los principios del Estado democrático.
Forcadell ha dicho que el Constitucional no puede actuar de forma previa como un filtro de censura, sino que en todo caso debería hacerlo a posteriori.
Poniéndose la venda antes de la herida y tratando de evitar a toda costa que los jueces la manden a prisión en lugar de limitarse a imponerle una fianza y medidas cautelares, ha explicado a los magistrados que como presidenta no puede hacer un control «de fondo» de las iniciativas parlamentarias y que no puede impedir votaciones.
«He defendido el pacifismo en todas las movilizaciones y proyectos políticos, porque esta vía «es la única posible para hacer realidad los proyectos políticos».