Mundo insólito

La juez pitonisa de Lugo: de stripper en Canarias a presidir juicios con su gato

Castigada por irse al gimnasio demorando la puesta en libertad en un detenido

La juez pitonisa de Lugo: de stripper en Canarias a presidir juicios con su gato
María Jesús García Pérez, juez en Lugo. EP

La sala en la que imparte justicia la magistrada María Jesús García Pérez, titular del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Lugo, no es otra que su propio despacho. Entre papeles, bolígrafos, carpetas y el ordenador, hay una pequeña octavilla.

Un trozo blanco, níveo, con un breve texto y una imagen de una fémina vestida a la moda victoriana, asoma, juguetón.

“Tarotista y vidente”, reza.

La providencia con las cartas del tarot no es la única excentricidad de la magistrada.

También fue investigada por trabajar como stripper –aunque finalmente no fue sancionada por ello– y castigada por irse al gimnasio demorando la puesta en libertad en un detenido, por criticar la ley de violencia de género y faltar al respeto a mujeres denunciantes y por fumar durante los juicios.

En uno de sus destinos incluso llegó a presidir vistas con su gato en la sala, según recoge M. Espartero en El Español.

La primera singularidad, de todas las que estarían por venir, más allá de una dejación de funciones, tuviera lugar en su siguiente destino: Las Palmas de Gran Canaria.

En la capital canaria trabajó como jueza de primera instancia. Pero su actividad fuera de los horarios laborales fue lo que llamó la atención del Consejo General del Poder Judicial. Porque en Las Palmas bailaba como stripper.

No eran actuaciones continuadas, sino que lo hacía de vez en cuando, porque el dueño del local era un amigo. Pero, la cuestión era más difícil de lo que puede parecer a priori. ¿Cómo juzgar si esta actividad vulneraba las incompatibilidades de la Ley Orgánica del Poder Judicial?

María Jesús García hizo gala de su astucia, tal y como ha intentado hacerlo en su último embrollo, el tarot en Lugo. En su momento, la jueza argumentó que el striptease era su hobby, su pasatiempo.

Que lo hacía en su tiempo libre. Y que, desde luego, no cobraba por ello. Al final, consiguió eludir la sanción. Archivaron el caso. Borrón y (otra) cuenta nueva.

Se volvió a mudar en 2006 al Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Santander. La volvieron a sancionar. Se dedicó a criticar la existencia de este tipo de juzgados. En concreto, puso el foco en la Ley de Violencia de Género, que a su parecer «no vale para nada».

Afirmó que tenía que atender una «cantidad de ridiculeces innombrables».

Añadió, en referencia a las «culturas machistas», que «los rumanos, si no pegan a la mujer, parece que les falta algo» y que «hay muchas mujeres, sobre todo sudamericanas, que irían en este grupo de las que vienen aquí con una sonrisa en la boca, de oreja a oreja, tomándonos el pelo a todo el mundo, diciendo ‘ahora quiero retirar la denuncia, ahora quiero arreglarme, reconozco que soy yo la que le pegué'».

VÍDEO DESTACADO: La impresentable reprimenda de esta jueza a una discapacitada que murió 3 días después indigna a EE.UU.

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