Crónica parlamentaria / El Afilador en el Congreso

¿Llega la ‘traición de Duran i Lleida’? Sus conversaciones con Soraya y Montoro desatan los rumores

Rajoy vuelve a huir de los periodistas y Moragas choca con un periodista durante la 'espantá' presidencial

¿Llega la 'traición de Duran i Lleida'? Sus conversaciones con Soraya y Montoro desatan los rumores
Rajoy, huyendo de los periodistas.

En varios institutos o colegios de educación secundaria han debido de decidir imponer un castigo colectivo a sus alumnos. A lo largo de la mañana del 22 de octubre de 2014 ha sido varios los grupos de jóvenes que, acompañados de un adulto, han tenido que aguantar el soporífero trámite de la segunda jornada del debate sobre los Presupuestos General del Estado de 2015. Han sido varias horas tediosas, en las que se ha vivido un aburrimiento superior al que puede producir en un español medio ver una película iraní con pretensiones intelectuales doblada al alemán. Después, eso sí, la cosa se ha animado.
 
Lo más jugoso de la mañana ocurría poco antes de la votación de los Presupuestos. Según se acercaba el momento, el hemiciclo se iba llenando, pasando de apenas un tercio de los escaños ocupados a media mañana casi un lleno total cuando se acercaba el mediodía. Sin embargo, lo interesante iba a ocurrir en el patio que separa los dos edificios del Congreso. A la espera de la llegada de Mariano Rajoy para la votación, numerosos periodistas y algunos diputados se congregaban es ese espacio. Ahí, a la vista de todos, pero apartados de los corrillos, dos personajes claves de la política española conversaban de forma falsamente discreta.
 
Uno de ellos era Soraya Sáenz de Santamaría, esperando la llegada del jefe. El otro era Josep Antoni Duran i Lleida. Todo el mundo estaba pendiente de ellos, tratando de adivinar sobre qué conversaban. Había quien, maliciosamente, comentaba: «Es la traición de Duran, está demostrando que ya ha llegado la hora de traicionar a Mas». Cuando se abrieron las grandes puertas metálicas para dejar paso al coche de Rajoy, Duran se marchó y la vicepresidenta se quedó esperando al jefe del Ejecutivo.

Una vez cumplido el trámite de la votación, en el pasillo se acumulaban los periodistas a la espera de arrancar una declaración a Rajoy. Misión imposible, el presidente y su equipo se marcharon raudos. Era tal la premura que su jefe de Gabinete, un Jorge Moragas al que su característica cabellera se le está poniendo muy canosa, estuvo a punto de llevarse por delante sin querer a un periodista con el que chocó.
 
Nuevo intento de canutazo, ahora con una Soraya que avanzaba con paso firme pero sin las prisas y la cara de agobio que se le ponía a Rajoy. De nuevo, vano intento. Lo único que se le logró arrancar fue un tranquilo «no es nada relevante» cuando se le preguntó por su conversación con Duran i Lleida.
 
Pero la actividad seguía en el hemiciclo, donde se debatía el envío de tropas a Irak. El primero en intervenir fue Morenés, que explicaba los motivos del envío de unidades militares españoles para ayudar a la lucha contra los terroristas de Estado Islámico y se explayaba a la hora de detallar las tareas que iban a realizar los efectivos militares y en qué lugares. Mientras hablaba Morenés, Margallo parecía aburrirse con su compañero de Gobierno. Primero conversó con Carlos Floriano, que cual niño travieso en el colegio se cambió de asiento y se sentó en el escaño de Sáenz de Santamaría. Luego, conversó por teléfono y más tarde se puso de cháchara, con risas incluidas, con el ministro José Manuel Soria.
 
Montoro no hacía mucho más caso y, dando la espalda a la tribuna de los oradores, charlaba con varios diputados populares sentados detrás de él. Aunque lo llamativo ocurría más tarde, y podría ser la segunda parte de lo ocurrido en el patio un rato antes. En un momento dado, Duran i Lleida dejó su escaño y se acercó a hablar con el ministro de Hacienda, que se levantó para conversar de pie. Fue una conversación breve, poco más de un minuto, pero significativa, a la vista de todos los presentes.
 
Y tercer y último acto de la posible ‘traición de Duran’, que podría llegar a ser una operación a varias bandas. Cuando el líder de Unió volvió a su escaño recibió la visita de una diputada de uno de los partidos más hostiles al nacionalismo. Irene Lozano, de UPyD, dejaba su asiento para acercarse al catalán y habló con él de forma distendida durante varios minutos.
 
Mientras tanto, los diferentes grupos parlamentarios explicaban lo que iban a votar y por qué. Mucha referencia al ‘trío de las Azores’, apoyo a los kurdos por parte de los diferentes grupos nacionalistas, algún que otro ‘no a la guerra’, pero arrasó el apoyo al envío de tropas. Tan sólo 11 votaron en contra y Amaiur dejó la sala para no tener que votar. Lógico, si se tiene en cuenta que dijo apoyar que se actúe contra el Estado Islámico y reclamó un mayor compromiso de España en ese combate pero se opuso, aunque poco, a que fueran nuestros militares. Tanto si hubieran votado a favor como si lo hubieran hecho en contra si lo hubieran hecho en contra habrían ido en contra de su discurso. Aplicaron el ‘una retirada a tiempo es una victoria’.

 

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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