La diplomacia ha jugado una mala pasada a Felipe VI, para más inri el día de su 47 cumpleaños, el primero como Rey. Para celebrarlo, encerrona a la africana.
El monarca se desplazó este viernes a Etiopía par participar en la Cumbre de la Unión Africana, dados los crecientes intereses económicos españoles en el continente vecino del sur. Lo que no sabía era quién acabaría siendo el protagonista.
En su agenda figuraban varios encuentros bilaterales, entre ellos con el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon; con el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma; con el de Egipto, Abdelfattah Elsisi; y con el de Túnez, Béji Caïd Essebsi.
Irremediablemente Don Felipe se vio envuelto en la polémica por la elección del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe -de 91 años-, como presidente de turno de la Unión Africana. Su nombre figuraba en las quinielas junto a otros, pero desde el Primer Mundo se había presionado a los mandatarios africanos para que no se decantaran por él. En balde.
En sus 35 años de mandato, Mugabe ha sido acusado de violación de los derechos humanos y de amaño de elecciones. ONG y grupos civiles le señalan como responsable del genocidio, a mediados de los ochenta, de unos 20.000 matabele (tribu del sur de Zimbabue), en las conocidas como «matanzas de Gukurahundi».
En su país no hay libertad de expresión, especialmente si le atañe a él. Aunque en 2013 se declaró inconstitucional la ley que castigaba a quienes profieran insultos contra Mugabe, esta acción sigue acarreando multas o incluso penas de cárcel. Mugabe es también conocido por sus arrebatos homófobos: ha llegado a declarar que los homosexuales son «peores que los cerdos y los perros».
Y encima España es el único país europeo que había mandado a la inauguración de la Cumbre una representación al más alto nivel con el jefe del Estado.