En la Universidad Complutense, ya dirigida por Carlos Berzosa, unos vándalos boicotearon a Josep Piqué y a Rosa Díez
Les preguntas por la Transición y creen que estás hablando del paso de la televisión analógica a la digital.
Les suena algo ese tal Suárez y no olvidan los nombres de Fraga y Carrillo, que periódicamente aparecen en la tele. A estos antagonistas, por cierto, les asocian valores absolutos (bueno o malo, ángel o demonio, demócrata o fascista) que no resisten el mínimo análisis de cualquier historiador serio.
Pero eso les han contado, y para qué indagar más con algún libro de Historia entre las manos. Maniqueísmo destilado, pura doxa.
El mito de la caverna de Platón convertido en la realidad de los universitarios de la Sociedad de la Información. Sí que les suena a los estudiantes eso de que las facultades albergaron rebeliones contra el poder establecido en el tardofranquismo.
Protestas legítimas de jóvenes que querían decidir su futuro democráticamente y que no lo hiciera por ellos un dictador octogenario.
Cuatro décadas después, y en una sociedad que vive en libertad, la bandera a la que debe agarrarse la clase estudiantil para reivindicar su papel de acicate en nuestro país no pasa ya por los gritos, los abucheos, los insultos y los escupitajos.
Lo del rector Berzosa no tiene justificación. El acoso a dirigentes que no piensan lo mismo que ellos se han multiplicado desde 2003. Desde Irak.
El sentimiento humano de que debemos evitar las guerras, unido a la falacia de que la paz es el valor absoluto y a la gran campaña anti-Aznar encendieron la mecha, con la aquiescencia de una parte de la sociedad ideologizada o anestesiada por algunos medios de comunicación.
La jubilación de Aznar no fue suficiente para apaciguar los ánimos, como vimos en su conferencia en Oviedo. En la Universidad Complutense, ya dirigida por Carlos Berzosa, unos vándalos boicotearon a Josep Piqué y a Rosa Díez.
El rector se negó entonces a abrir investigaciones sobre los hechos. Esta vez le ha tocado a él.
