Tras una mañana con prácticamente ‘overbooking’ en la carpa donde se desarrollan las conferencias del Campus FAES 2012, la tarde del 4 de julio mostraba un aspecto más desangelado. Queda claro que ni el diputado José María Beneyto tiene el tirón de García-Margallo ni un secretario de Estado alemán concita tanto interés en las filas ‘populares’ como la presidenta de la Comunidad de Madrid.
De los rostros más conocidos quedan pocos. Sí sigue Ignacio Astarloa, que recomienda conversar con el profesor John Elliot. Resulta digno de elogio esté interés por una figura de altura intelectual, cuando muchos de los asistentes (sobre todo los más jóvenes) se muestran ansiosos por poder saludar a un ministro u otro alto cargo sin molestarse en hablar con figuras de relevancia académica de primer orden. También se ha quedado el director de Casa América, Tomás Poveda.
La tarde ha sido intensa, con dos conferencias en vez de una sola como había sido en las jornadas previas. Arranca con una mesa alemana muy germana, presentada por el director de la Fundación Konrad Adenauer para España y Portugal, Thomas Stehilng, y con la participación del secretario de Estado de Finanzas de Alemania, Steffen Kampeter, y el portavoz de Asuntos Exteriores del Grupo Parlamentario Popular, José María Beneyto. Este último muestra un europeísmo absoluto. Si a Margallo en ningún momento parecía importarle la opinión de los ciudadanos sobre la pérdida soberanía, Beneyto cree saber cuál es:
«Los españoles están dispuestos a ceder parte de su soberanía por el proyecto europeo, los alemanes están dispuestos a ceder más parte de su soberanía por el proyecto europeo».
¿De dónde procede este conocimiento de la opinión de los ciudadanos? No puede ser de un referéndum que no ha sido convocado en ningún momento. De todos modos, está decido que así piensan los españoles y alemanes, así que tampoco se propone consultarles. De esa supuesta disposición de germanos e hispanos se desprende para Beneyto que «la alianza entre los españoles y los alemanes parece casi natural en el proyecto europeo».
Beneyto ve en la actual crisis una oportunidad:
«Estamos en una oportunidad absolutamente excepcional para conseguir cosas que en una situación menos complicada hubieran sido mucho más difíciles».
A pesar de que en el último Consejo, Rajoy defendió posturas contrarias a las de Merkel, para el diputado español hay que trabajar con Alemania, puesto que «es el compromiso con la austeridad, con el ahorro, con las reformas estructurales». Kampeter, que se ha mostrado partidario de esa alianza germánico-española en el seno de la UE, sin embargo ha criticado con dureza el que se ha convertido en uno de los últimos caballos de batalla de La Moncloa, los ‘eurobonos’. Ha dicho que quienes lo exigen quieren desviar la atención para que se haga lo que no se debe hacer. Ha lanzado una advertencia: «Hay que tener cuidado en no caer en las manos de falsos amigos».
La segunda mesa redonda, moderada por Ana Palacio, corre a cargo del director del Centro Jean Monnet de Estudios Europeos Internacionales, Joseph Weiler, y el sociólogo Víctor Pérez Díaz. Weiler denuncia que en la UE siempre se hace lo que deciden los gobiernos alemán y francés: «Lo ocurrido la semana pasada en el Consejo fue una excepción, de repente Monti y Rajoy se levantaron y dijeron ‘se acabó’. Pero es la excepción».
Considera que hay «un fracaso espiritual de Europa» que se refleja en la oposición de los ciudadanos de unos países al rescate de otros. Él lo atribuye al «fracaso del proyecto de ciudadanía europea». Y, al mismo tiempo, vincula esto con la ausencia de un «impuestos europeos», que impiden que haya «un dinero europeo».
Frente a esta visión profundamente institucional, y las escuchadas en conferencias previas, ha aparecido la voz disonante de Víctor Pérez-Díaz, que ha apostado claramente por la sociedad civil. Para el considerado sociólogo liberal más destacado de España:
«En la UE hay diversidad en términos de países que no funcionan correctamente y países que sí funcionan correctamente. Hay una diferencia entre países centro y norte-europeos y sureños, entre los que se incluye un no sureño como Irlanda y una Francia que tiene tendencia a no funcionar».
Y ese «no funcionar» no sólo se limita a algo institucional. Se trata de una cuestión más de fondo, relacionada con la cultura de cada país. Provocador, Pérez-Díaz ha dicho que en los países del Sur hay «un modo de ser que es inferior». Para él, no comparte con el norte el amor por el arte o la cultura del esfuerzo y la responsabilidad, y por eso funciona mal. Considera que los que estamos en la zona de países que no funciona tenemos que empezar a mirar las cosas con más claridad. En esa área «hay muchos grandes que no lo son tanto». Por ejemplo, en la raíz cultural sostiene que España no ha cambiado apenas en 30 años. Ha puesto un ejemplo:
«Los niveles de confianza en la política y el interés en la política eran bajos y siguen siendo bajos [tres décadas después]. En Italia ocurre lo mismo».
Para él, si no se han producido cambios es debido a que «ha habido dejación de las élites y dejación del cuerpo social». Sostiene que en los países del centro y del norte de Europa las personas «confían más en los demás que los españoles», y que eso es fundamental para, por ejemplo, «crear una sociedad civil viva, no dependiente de las subvenciones».
Si hasta ahora en el Campus FAES se había oído defender una Unión Europea construida por los políticos, Pérez Díaz ha defendido una democracia genuina, con ciudadanos maduros. Ha dicho que «hasta ahora habíamos tenido el paripé del establishment europeo», pero que se está «construyendo penosamente, por la crisis, un espacio público europeo». Añade que el sufrimiento compartido crea comunidad. Dice además, que crece el interés de los ciudadanos por pedir cuentas a los políticos y se ha mostrado crítico con el modo puramente institucional de ir construyendo la Unión Europea.
En su opinión:
«Europa del Sur tiene que aprender muchísimas cosas de Europa del Norte, y Europa del Norte tiene que aprender, tal vez, humildad».
El aire fresco traído al discurso sobre Europa por parte de Pérez-Díaz ha venido a aliviar en parte los rigores de unos calores estivales que van aumentando en Navacerrada con el paso de los días.