El jefe de campaña de Podemos y tercer miembro destacado de la cúpula de ese partido, Iñigo Errejón, participó el 16 de octubre de 2013, meses antes de la constitución de la formación política, en una mesa redonda titulada ‘Procesos constituyentes, ¿como iniciarlos? La estrategia política’, organizado por la revista Viento de Sur, vinculada a la trotskista Izquierda Anticapitalista. Errejón desgranó algunas claves de cómo debería ser la acción política destinada a terminar con el ‘régimen del 78′, con constates referencias a desbordarlo.
En esa ocasión, ante una audiencia de ultraizquierda, habló con claridad sobre lo que hay que hacer para terminar con el actual sistema político y conducir, además, a la independencia de Cataluña y el País Vasco. Por otra parte, lamentó la ausencia del uso del «enfrentamiento físico» en las protestas por la Educación o la Sanidad.
¿Cómo se abre un proceso constituyente? En nuestro caso un proceso constituyente se abre exclusivamente consiguiendo que una candidatura muy transversal, y por lo tanto muy ambivalente, consiga una mayoría suficiente como para abrir un proceso constituyente desde arriba, que no va a ser, digamos, un proceso constituyente soviético. Aunque tenga un proceso constituyente que creo que sí es soviético, que es la cuestión de los procesos o proceso constituyente.
Ahí es importante hacer una cierta pedagogía para convencer a las izquierdas a las que les va bien al calor de los sentimientos soberanistas o nacional-populares de que el candado del 78 sólo se abre juntos y que hay que hacer un proceso constituyente para que acto seguido se vaya el que quiera. Que el que quiera tenga los derechos para irse, pero que el candado del 78 no lo quiebra uno solo en un territorio. Hay un proceso constituyente para después abrir procesos de autodeterminación de aquellas comunidades políticas que se han constituido como tales y donde haya una voluntad mayoritaria.
En otro momento explica el papel que pueden jugar movimientos como las llamadas ‘marea blanca’ y ‘marea verde’, y no duda en lamentar que no vayan a ser violentas.
La apertura de un proyecto constituyente es sólo el disparo de salida. Un disparo de salida que promete tanto como tanta fuerza hayan logrado construir los de abajo para cuando llegue ese momento. Y yo al respecto no soy particularmente optimista.
Es verdad que existe una reivindicación social creciente y un cierto espacio en torno a la sanidad o la educación, pero no hay que olvidar que son reivindicaciones ciudadanas. Y aquí lo de ciudadano lo digo en términos más bien negativos, en el sentido de que son reivindicaciones de individuos que por sí solos no pueden satisfacer sus necesidades, que reclaman derechos a la institucionalidad existente. Que no son acumulaciones de gentes que viven por fuera del Estado, que han construido comunidades que son relativamente fuertes por fuera del Estado y que tienen una cierta capacidad de desbordar o de choque.
Cuidado, creo que limita la capacidad de enfrentamiento físico, que no es la misma la de los ciudadanos que las de las comunidades que viven por fuera, que satisfacen parte de las necesidades por fuera del Estado, que han sido olvidadas por el orden, que no tienen nada que esperar de que se mantenga el orden y la regulación. Creo que a aquí los ciudadanos sí lo tienen y eso limita mucho la posibilidad revolucionaria o la posibilidad de la audacia de esas regulaciones.