La subida espectacular del partido de Albert Rivera augura una batalla electoral a cuatro bandas

Estrategas PP: Con Podemos de enemigo todo iba bien, pero ahora entra en liza Ciudadanos y descoloca a Rajoy

Los tiros en el pie de IU y el callejón sin salida de Pedro Sánchez con las 'casi-imputaciones' de Chaves y Griñán -en presencia del cadáver caliente de Tomás Gómez- insuflaban viento en las velas populares

Estrategas PP: Con Podemos de enemigo todo iba bien, pero ahora entra en liza Ciudadanos y descoloca a Rajoy
Una batalla electoral a cuatro bandas: Mariano Rajoy, Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. PD

La batalla electoral que se librará este 2015, encarnizada y agónica, no se producirá por primera vez en el eje izquierda-derecha, sino en la inevitable lucha de lo nuevo contra lo viejo

«Es su turno, cargo político del Partido Popular. Acérquese al micrófono y díganos, a billete morado la respuesta, por qué sus electores no deben votar a esa formación política recién llegada que se postula como la nueva derecha liberal, o el nuevo centro derecha, o el nuevo centro izquierda o, bueno, lo que sea que no sean ustedes».

En definitiva, indique, de una en una, las diferencias con el PP y los defectos de Ciud… Ciudt… Ciudat… del partido ese raro, con nombre de plataforma vecinal, liderado por el tal Albert (nunca Alberto, bajo ningún concepto Alberto) como, por ejemplo, que son un partido catalán, solo catalán y nada más que catalán, anticatólico de los que queman crucifijos- o partidario de que la gente aborte con alegría socialdemócrata. Un, dos, tres, responda otra vez.

Dolor estomacal en el PP

Así, de forma tan provocadora como ingeniosa, arranca Carlos Mier un largo análisis en el diario ‘El Economista’ sobre el efecto perturbador que el meteórico crecimiento de Ciudadanos y su subida en las encuestas, llegando en algunas al 13% de intención de voto, está teniendo en las altas esferas del Partido Popular.

Y añade Carlos Meir:

Vale, tal vez no se reduzca todo a una dinámica de concurso televisivo -o no solo a eso- pero lo cierto es que en el seno del Partido Popular, encuestas y estudios en ristre y con el cuadro de candidatos aún en paños menores, existe cierto malestar estomacal ante la irrupción de una nueva formación política que ha colocado otra voladura en el túnel electoral de 2015.

Lejos queda ya la explosión de Podemos, que suena a eco sordo en los oídos de los populares bajo el razonable control de la segmentación electoral en la izquierda. Sin embargo, con su discurso pragmático, los Ciudadanos de Albert Rivera parecen haber llegado para quedarse, al menos en la boca y los oídos de la gente, y ya amenazan con convertirse en un contrapoder por el flanco económico liberal, esa cómoda posición ocupada por el PP desde la transición. Y la cosa huele a problema serio.

En un pasado muy reciente, más o menos hasta este martes, en la sala de máquinas del Partido Popular se vivía muy bien.

Asomados al confortable balcón de la mejoría macroeconómica y con un ojo puesto en la cocina de los datos del paro, Rajoy, Arriola y sus huestes contemplaban apaciblemente el holocausto de las izquierdas.

Los tiros en el pie de IU y el callejón sin salida de Pedro Sánchez con las ‘casi-imputaciones’ de Chaves y Griñán -en presencia del cadáver caliente de Tomás Gómez- insuflaban viento en las velas populares.

Además, echando incluso mano a las palomitas, dejaban que Pablo Iglesias y los suyos siguieran siendo bolivarianos, castro-chavistas, esbirros de Putin o simplemente españoles que evaden impuestos, al tiempo que observaban regocijados sus luchas contra la erosión mediática que provoca ser el primer partido en intención de voto directo mientras se busca desesperadamente un botón en el mando que te teletransporte a las generales de noviembre.

El efecto Garicano

Sin embargo, un concepto sencillo, esgrimido por dos economistas (Luis Garicano y Manuel Conthe) que gozan de aceptable consideración mediática -y respeto en determinados círculos del poder socio-económico y académico- además de la presencia del candidato mejor valorado en las encuestas, sin mochila política y con cada vez mayor presencia televisiva, ha terminado por pillar a los gurús del PP con el pie cambiado y la cama deshecha.

La «sensatez» en el cambio propuesta por Ciudadanos es mucho más tentadora para ese amplísimo sector del electorado del Partido Popular que tendría que volver a nacer para votar a los podemitas o a cualquier otro partido del espectro de lo que se considera izquierda. Y ya se manejan estudios dentro de partido conservador que indican que esto es así.

Por eso, los populares, como ya adelantaron algunos medios esta semana, han sacado a la arena política toda la ‘artillería de la que disponen a corto plazo para defenderse de Ciudadanos como gato panza arriba: son catalanes, anticatólicos, se definen en su página web como de centro-izquierda, son socialdemócratas en algunas de sus propuestas, han presentado un no-programa desdibujado y con ideas sueltas , son partidarios del aborto y tienen una posición ambigua en el arte de sacar a pasear banderas, por aquello de la doble nacionalidad.

No decir Ciudadanos nunca, sino Ciutadans, en catalán, es la consigna, arriesgándose a tragicómicas ruedas de prensa en las que Carlos Floriano rebautiza una y otra vez el nombre del partido. Porque como ya ha sentenciado de puertas para adentro la secretaria general María Dolores de Cospedal, «en este lado solo estamos nosotros«.

El presidente de C’s, Albert Rivera, ha criticado que el PP «intente hacer creer que un catalán no puede participar de los proyectos comunes españoles», y ha indicado que es tan absurdo como lo sería decir que el PP es un partido gallego por el origen de su líder, Mariano Rajoy.

ESTO VA DE MÚSCULO

Pero esto va de músculo y Ciudadanos parece haber estado preparándose en el gimnasio. Este martes y a muchos kilómetros de la tierra natal de Albert, Garicano y Conthe, secundados por Rivera, adelantaron tenues pinceladas de su programa económico -uno de los muchos que los españoles van a leer más atentamente que nunca de aquí a noviembre- ante un Círculo de Bellas Artes que colgó el teatral cartel de no hay billetes.

Para preocupación del PP, y tal vez también del resto de formaciones tradicionales, ese paso ya se ha convertido en un problema real. El mensaje ha tenido gran repercusión y ahora, marcado ya el antes y el después de esta joven formación en el año de todas las elecciones, toca preguntarse hasta dónde serán capaces de llegar y a qué parte del electorado serán capaces de seducir.

Pero, sobre todo, antes de nada, hace falta hacerse una sencilla pregunta ¿Quiénes son y qué proponen esos políticamente ambiciosos Ciudadanos?

Albert Rivera y diez más: Caras aún poco conocidas

Este mismo jueves, 19 de febrero de 2015, una encuesta de Sigmados recogida por Telecinco volvía a otorgar a Albert Rivera la posición de candidato más valorado por los españoles, como ya viene ocurriendo en ocasiones recientes.

Además, aunque el último CIS daba a Ciudadanos apenas un 3% de votos, algunas encuestas periodísticas han multiplicado ese porcentaje por tres y hasta por cuatro. Hasta el punto, por ejemplo, de que en la Comunidad de Madrid aparecen como tercera o cuarta fuerza, según el barómetro que se consulte.

Sin embargo, el partido tiene el mismo problema que el resto de nuevas organizaciones que pretenden lavarle la cara a una democracia española lastrada por la crisis y la corrupción: la necesidad de candidatos reconocidos por la opinión pública.

En el caso concreto de Ciudadanos y como sucedía con Podemos hace relativamente poco tiempo, la presencia de Albert Rivera -como la de Pablo Iglesias- es quizás demasiado fuerte, en el sentido de ser única. Se hace, por tanto, muy necesario contar con rostros con cierto nivel mediático, y en eso se está esforzando el partido que ha elegido el color naranja como seña de identidad.

Con Javier Nart y Juan Carlos Girauta como puntas de lanza en el Parlamento Europeo, secundados por Carolina Punset, Arcadi Espada y Albert Boadella como otros de los rostros reconocidos, Ciudadanos intenta liberarse del lastre del anonimato absoluto, puesto que su organización estructural sí apuesta abiertamente por el liderazgo (hay primarias abiertas pero el cabeza de lista necesita presentar un 10% de avales sobre los militantes totales).

Sin embargo, en su ejecutiva los rostros conocidos brillan por su ausencia. Apenas cuatro diputados del Parlamento catalán (Carina Mejías, Inés Arrimadas, Carmen de Rivera y José María Espejo) y tres concejales.

Consultada su remozada página web, con una fotografía de Rivera ocupando buena parte de la pantalla principal, destaca la implantación en todas las provincias españolas.

En Madrid, por ejemplo, se encuentran en pleno proceso de primarias. Hasta el momento, hay dos aspirantes a liderar las listas por la Comunidad y el Ayuntamiento, Ignacio Aguado y Begoña Villacís, respectivamente.

Aguado, de 32 años, portavoz del partido, es licenciado en Derecho y Administración de Empresas y experto en el sector energético, y Villacís, de 37 años, es licenciada en Derecho y máster en Asesoría Fiscal, responsable del Área de Derecho Tributario, Laboral y Mercantil de un despacho de abogados. Un perfil, el de abogado, muy frecuente en la formación.

Las propuestas: Entre la espada del liberalismo y la pared de Keynes

Ciudadanos, en su salto a la política nacional, anhela presentarse como la ‘tercera vía’ alternativa al bipartidismo, en una apuesta por lograr lo que no ha conseguido la UYPD de Rosa Díez, sobre todo después de que las negociaciones de fusión entre ambos partidos fracasaran estrepitosamente entre acusaciones de exceso de protagonismo, conservación de cargos o tolerancia con afiliados salpicados por la corrupción.

Para ello, y como se indicaba más arriba, Rivera ha echado mano de dos economistas de reconocido prestigio, Luis Garicano, de la London School of Economics, y Manuel Conthe, ex presidente de la CNMV, ex secretario de estado, ex Banco Mundial, escritor y economista muy periodístico.

Grosso modo, entre la batería de propuestas presentadas el pasado martes, en lo que ha sido un breve adelanto de las líneas maestras y a falta de concretar las actuaciones a largo plazo (reforma fiscal, su reforma del sector público y sus medidas de lucha contra la corrupción y el capitalismo de amiguetes), hay una medida que destaca por controvertida.

Es el denominado «complemento salarial anual gartantizado» o «irpf negativo», un salario complementario a la remuneración por trabajo, de forma que se permita erradicar progresivamente la precariedad de las retribuciones. Esta es la particular ‘renta básica’ de Ciudadanos.

Los beneficiarios de este «extra» serán los asalariados con sueldos más bajos y empleos precarios, con una aportación que decrecería conforme se perciba un salario más alto. Dicha renta dependerá de la situación familiar del receptor, su estado civil y el número de hijos a cargo. La financiación, afirman, se cubriría con el dinero que quedaría entonces liberado al dejar de pagar las prestaciones por desempleo.

Esta propuesta, claramente enfocada a una anti-austeridad reconocida abiertamente, conlleva una doble crítica. Por el lado liberal, está el eterno: ¿cuánto costará? Según las estimaciones del partido, y en los escenarios más adversos, menos del 1% del PIB.

Mientras, por el flanco keynesiano o social-demócrata, ya se ha criticado la posibilidad de que los ciudadanos puedan terminar subsidiando con sus impuestos el pago de salarios de miseria en las empresas, algo que podría combatirse con una sencilla subida del salario mínimo, según los defensores de esta vertiente.

Además, Ciudadanos apuesta por el contrato único y la reducción de las cotizaciones sociales de las empresas, por la denominada ‘mochila austriaca’, en la cual el empresario pueda hacer aportaciones a una cuenta individual de cada trabajador por la cuantía de un 1% de su salario, un dinero del que podría disponer el trabajador en caso de despido, y por la formación a los parados de larga duración, pero a través de cheques que controlen los propios parados y no instituciones creadas ad-hoc o los sindicatos.

Por último, el borrador económico incluye también el concepto de «segunda oportunidad» para todos los españoles.

Esto es, un programa dirigido a familias y empresarios individuales asfixiados por las deudas, y que podrán beneficiarse de un sistema de devolución más flexible e incluso ser exonerados de parte de sus deudas, pero sin ser «excesivamente gravoso» para bancos y entidades acreedoras.

Primeros lunares: Problemas con las ‘Cañas’

En su creciente notoriedad mediática, y como preámbulo a lo que seguro le espera, Albert Rivera ya ha tenido que lidiar con un par de tropezones políticos, ambos relacionados con las cañas, las primeras de pescar y las segundas del apellido de uno de sus integrantes, diputado en el Parlament catalán hasta el pasado mes de abril.

Porque Ciudadanos ya tiene su particular ‘Caso Monedero’. Jordi Cañas, que dejó el pasado abril su escaño en el Parlament tras su imputación por un presunto fraude fiscal, ha sido recolocado como asesor en el Parlamento Europeo. Y es que Cañas se incorporó meses después al equipo del eurodiputado de Ciudadanos, Juan Carlos Girauta.

Albert Rivera ya fue bombardeado a preguntas por Ana Pastor el pasado domingo en La Sexta y se justificó argumentando que Cañas «no está imputado por corrupción, sino por un tema personal» subrayando que «tiene un máster en comunicación política y la experiencia personal de los años en primera línea en el Parlament».

Rivera reiteró que la imputación de Cañas «no tiene nada que ver con la corrupción política» y recordó que «renunció a su cargo y sueldo», algo que no convenció en exceso a la presentadora, que insistió en que sigue cobrando de la política.

Cañas está siendo investigado, junto a su expareja, el hermano de esta y ocho personas más por haber defraudado a Hacienda casi 429.203 euros en el impuesto de sociedades del ejercicio del 2005, a través de un entramado societario inmobiliario.

El segundo resbalón, propio del creciente interés por la figura de Rivera, vino en un mitin reciente en Málaga, en donde el líder de Ciudadanos hizo un símil sobre las cañas y los peces: «vamos a enseñar a pescar en Andalucía, no a repartir pescado» para añadir que su partido iba a enseñar a pescar o a que la gente tenga su caña de pescar».

Tras la indignación y el revuelo en las redes sociales, Rivera tuvo que explicar que su intención al utilizar esta «metáfora» no era ofender a nadie sino expresar su deseo de que no haya corrupción, ni en Andalucía ni en ningún sitio, ni que el dinero de los fondos europeos vaya a parar a una trama de corrupción como los ERE.

Guiños a Podemos entre el amor y el odio, ¿hacia un nuevo bipartidismo?

A pesar de sus diferencias ideológicas, expresadas ya en varias ocasiones, tanto Ciudadanos como Podemos comparten muchos puntos en común. Son la nueva política. Dos organizaciones fruto de movimientos cívicos que se han convertido en formaciones políticas y que generan auténtico pavor en los partidos tradicionales, que ven cómo se reducen sus caladeros de votos día a día y encuesta a encuesta.

Conscientes de ello, Ciudadanos y Podemos articulan un mensaje de ‘sentido común’ que está generando auténticos quebraderos de cabeza tanto a PP como a PSOE e IU.

La encuesta publicada el pasado 8 de febrero por el diario El País situaba la suma de las formaciones lideradas por Pablo Iglesias y Albert Rivera por encima de la suma de PP y PSOE.

Unos valores que podrían abrir la posibilidad de que la batalla electoral que se librará este 2015, encarnizada y agónica, no se produzca por primera vez en el eje izquierda-derecha, sino en la inevitable lucha de lo nuevo contra lo viejo.

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